Revista CRóNICA10.

lunes, 17 de junio de 2013

Padrés en París

Cuando pudieron no quisieron; ahora que quieren, no pueden
Por Arturo Soto Munguía
Comenzamos la semana con la ausencia del gobernador, quien se encuentra en la Ciudad Luz. 
Guillermo Padrés viajó a la capital de Francia para participar en un evento internacional denominado París Air Show 2013, donde se busca promocionar a Sonora como destino para inversiones del sector aeroespacial.
Este encuentro se lleva a cabo del 17 al 23 de junio y en él participan más de 2 mil expositores internacionales, convoca a 150 mil visitantes de esa industria y a 190 mil asistentes, incluyendo 205 delegaciones de 88 países.
Según el secretario de Economía, Moisés Gómez Reyna, quien acompaña al gobernador en este periplo, su presencia allí obedece a la intención de promover las inversiones de la industria aeroespacial en Hermosillo, Guaymas, Ciudad Obregón y Nogales, lo cual está muy bien.
Después de haberse ausentado con motivo de la Reunión Sonora-Arizona durante el fin de semana pasado, el gobernador cruzó el Atlántico hasta tierras galas donde permanecerá por espacio de varios días.
Para efectos prácticos, que el gobernador esté o no en Sonora parece irrelevante, considerando que al menos en lo que va del año, su agenda está llena de eventos a realizarse fuera de la capital, y entre más lejos, mejor.
Los asuntos domésticos y no tanto, que exigen el diálogo, el ejercicio de la política, la negociación, los acercamientos con sectores y organizaciones políticas y de la sociedad civil no parecen ser prioridades del actual gobierno; antes bien, parecería que su estrategia es el aislamiento palaciego, la evasión y la demagogia; la no toma de decisiones, el dejar hacer, dejar pasar.
El conflicto en el sur del estado, que incluye bloqueos carreteros por parte del Movimiento Ciudadano por el Agua y la tribu yaqui, y al que se han ido sumando otras organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, lejos de resolverse apunta hacia el recrudecimiento de la protesta.
La presencia de la CNTE en este movimiento no debe minimizarse; si bien en Sonora esta organización permanece aletargada desde hace años, su combatividad y beligerancia podrían escalar las movilizaciones, especialmente en un contexto en el que la falta de respuesta de los gobiernos - estatal y federal, señaladamente-, es asumida como una provocación que sólo contribuye a radicalizar la protesta.
Es pasmosa la indiferencia institucional ante el conflicto, aunque ya casi nos acostumbramos a ella, pues ha sido la constante en este sexenio.
Si eso les funcionó más o menos bien durante el primer año de gobierno fue porque ahí se gastó el llamado ‘bono democrático’, esa especie de ‘voto de confianza’ que le permitió a Padrés llegar a la gubernatura apoyado incluso por un amplio sector del priismo enfrentado en la coyuntura 2008-2009 con los personeros del proyecto transexenal del gobernador Eduardo Bours.
Hasta entonces, el padrecismo tenía para atrincherar su proyecto las barricadas de un argumento: “los opositores a nuestro gobierno son priistas resentidos, dolidos porque perdieron el poder, pero no pasarán”.
Para el siguiente año se pelearon no sólo con los priistas -en quienes se cebaron, por cierto- sino con sectores muy diversos de la sociedad civil que no necesariamente se asumían a sí mismos como priistas, pero resentían en sus actividades cotidianas -productivas, académicas, laborales, culturales, políticas-, el ejercicio de un gobierno excluyente, autoritario, gandalla y muy corrupto.
Así llegó el tercer año del padrecismo y la elección intermedia en Sonora, que en el plano federal coincidió con la elección presidencial, donde se puso fin a 12 años de gobiernos panistas. Lo que al PRI le llevó más de 70 años, Vicente Fox y Felipe Calderón lo hicieron en 12. Fueron expulsados de Los Pinos.
La realidad geopolítica nacional cambió, pero en Sonora su gobierno no se dio cuenta. O al menos, finge muy bien que no se ha dado cuenta.
Su praxis sigue siendo la de quien cuenta con el respaldo de una gran base social, apabullantemente mayoritaria y aplaudidora, cuando la realidad es otra.
Hoy, el padrecismo ya consumió la mitad de su cuarto año de gobierno. Seis meses más y comienza el quinto. Y en ese quinto año, como lo sabe cualquiera que haya vivido más de tres sexenios, el poder del gobernador comienza a declinar.
Los afanes sucesorios desde su propio partido harán crujir los atisbos de unidad y marcarán la agenda política de un gobierno que en breve ha de comenzar a despedirse. 
En el caso del panismo esto también parece adelantarse. Guillermo Padrés nunca pudo articular un equipo para gobernar. En el pago de favores de campaña, nombró a sus ‘Generales’ -como gusta llamarles-, en puestos claves del gabinete.
Pero muy pocos de ellos contaban con el bagaje cultural y político, con la experiencia o la vocación para ser gobierno. No. Ellos dieron resultados como activistas, financieros, promotores de una campaña en la que el objetivo era destruir al PRI y su mítica saga de gobiernos corruptos, autoritarios, excluyentes y etcétera.
Desde el gobierno, esos ‘Generales’ van por su cuarto año asumiendo que siguen en la oposición y que lo menos importante es hacer algo para demostrar que el PAN como gobierno, pudo hacer mejores cosas que sus antecesores. 
Muchos panistas lo piensan, pero muy pocos lo dicen. Uno de ellos es David Figueroa, aspirante por cierto a la candidatura del PAN al gobierno del estado en 2015: “Nos quedan dos años para corregir, para rectificar el camino; si no lo hacemos, el PAN no volverá a ganar la gubernatura en 2015”, nos confió recientemente.
Los presagios no pueden ser buenos. Si la clase gobernante que abanderó la alternancia en Sonora no supo ser gobierno y se enajenó en su activismo partidista opositor durante cuatro años, difícilmente lo hará en el poco tiempo que les queda.
Conociendo cómo se las gastan, es más probable que antes de resolver problemas relativos  a las políticas públicas, como el del agua, el del transporte, el de la salud, la educación o la reactivación económica, el gabinete padrecista se concentre en acabar con los conflictos internos en el PAN. 
Y si en estos cuatro años en los que debieron apuntalar un proyecto de gobierno, se perdieron en las revanchas y los pleitos -y eso incluye la idea de que si los priistas eran unos rateros desvergonzados, ahora les tocó a ellos dar cátedra de atraco y desvergüenza-, los dos años que les restan, los dos años que restan no pueden ser de otra manera. Es más, pueden ser peores.

 

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