Revista CRóNICA10.

domingo, 17 de enero de 2021

La rebatinga del poder político y la justicia sometida

 El moreprian y el prianrredé

Se atoró todo, o cómo ir a la rebatinga

Por Alejandro de la Torre D.

No hay nada más difícil de emprender, dudoso de triunfar, peligroso de administrar que un nuevo sistema. Un príncipe que no es sabio no puede aconsejarse y por lo tanto no podrá gobernar.

Nicolás Maquiavelo.

       Juan Sebastián Sotomayor Tovar es enfático, Adrián Ríos Álvarez no erró, su procedimiento fue correcto, no tiene que contravenirse, va el prestigio de por medio y la cobija de todos los integrantes del “magnánimo” poder judicial del estado de Sonora.

En este acto de sojuzgamiento abusivo de una institución subsidiada por el pueblo que deber ser el contrapeso de un equilibrio legal en el funcionamiento del Estado va reflejada la cínica legalidad venal, en contra de la gente pobre sojuzgada por el aplastamiento del presunto jurista coludido con la corrupción pública de los otros dos poderes, que para el caso son lo mismo: marmotas en su madriguera. La justicia es una palabra hueca. La legalidad es únicamente para imponer al poderoso.

Y así como está manipulado el caso de los presos Miguel Valdéz Miranda y Marco Duarte Vargas que sufrieron la mano azotada de este magistrado Sotomayor Tovar, así el pueblo de Cajeme igual es maltratado en miles de casos injustos y desiguales.

La imposición del poderoso no es nueva, el sistema de estructura piramidal del autoritarismo, va desde el fraude electoral, la designación de magistrados y jueces venales, la traición repetida de aquellos que llegan a diputados, el servilismo del gobernante con el que tiene el dinero y la gran empresa. Nunca con el pueblo.

La imposición del poderoso recorre los partidos políticos, los convierte en rameras, y paga prebendas a los que ocupan los cargos en las cámaras que hacen leyes y presupuestos, los que antes se enfrentaban se fusionan en una sola entelequia corrompida, el Prianrredé, y el nuevo partido se infiltra de Prianrredistas. Por eso para el caso, son lo mismo. Ya que incluso los propios integrantes del morena se comportan igual que los Moreprianistas. 

El árbitro, Instituto Estatal Electoral de Sonora, se vuelve socio del reparto corrompido y se hace de la vista gorda ante la violación de reglas previamente acordadas e inmediatamente rotas por conveniencia. Le cierra el paso a la apertura de la gente común a los puestos de gobierno y pacta con los mismos intereses, repartiendo millonadas para manipular el voto y la participación libre. Reparte un enorme botín, 32 millones de pesos para el PAN, 39 millones para el PRI y 49 millones de pesos para Morena.


La entrega del poder

La permeación del poder prianista en el Estado de Sonora, ha sido una tendencia desde los sexenios que comprendieron el periodo de 1985 a 2015 desde que Adalberto Rosas del PAN le disputó la gubernatura al PRI consumándose un gran fraude electoral. El bipartidismo fue una constante y nunca otras opciones electorales les hicieron sombra, hasta que llegó el fenómeno López Obrador.

Por eso el prianismo, PRI versus PAN, vuelve por sus cabales en el presente, ahora paradójicamente unificados, cuando anteriormente disputaron palmo a palmo los poderes ejecutivo y legislativo, por más de cuatro décadas, y también se integran al nuevo partido político personeros de esos partidos que no tienen identidad político-ideológica y gobernantes pragmáticos y desleales, que dieron al traste con una identidad de izquierda.

La causa de esta disputa entre PRI y PAN, y en su nueva etapa, Prianrredé y Moreprian, es desde luego que el pueblo trabajador, envuelto en el charrismo sindical, en el corporativismo político de esos dos partidos, y en la opresión del pueblo de clase proletaria siempre marginada del reparto del poder político y sin proyecto propio, cuanto más marginada de la riqueza económica de un empresariado orgulloso de “la grandeza sonorense”, que explota a un millón de trabajadores con salarios muy bajos, un estrato urbano de alta pobreza y una comunidad indígena y campesina en la raya de la miseria.

La disputa otra vez será entre dos polos, Prian viejo (Borreguistas con prianistas) contra Prian nuevo (Duracistas con prianistas), y un pueblo sin estandarte.

Pero la grave deficiencia de esta falta de representación popular de la opción ganadora lopezobradorista en 2018, es que bloquearon el desarrollo del partido Morena, los gobernantes y políticos con diputaciones, que con prepotencia y arrogancia le dieron la espalda a la integración de comité populares o comités de protagonistas del cambio, que establecen los estatutos de ese partido.

Cerraron las sedes locales de ese partido, quisieron en octubre de 2019 controlar los congresos distritales e imponer consejeros incondicionales, acapararon los puestos de los gobiernos municipales y los puestos de las delegaciones federales y marginaron absolutamente el arraigo con el pueblo de los ayuntamientos que gobernaron de septiembre de 2018 a enero de 2021. 

No hubo vida política partidaria, no hubo integración de una estructura de participación popular y todavía se apropiaron engreídamente del poder que les dio el pueblo dándole la espalda, repartiendo migajas, a lugar de involucrar a la gente en la toma de decisiones gubernamentales. Por eso fueron ayuntamientos traidores, diputados locales traidores, diputados federales traidores, y funcionarios públicos traidores.

Todo creen que lo va a resolver el reparto de apoyos de bienestar social, que hizo el presidente López Obrador, pero que en la realidad son migajas, son limosnas con respecto a la grave crisis de desempleo y la pobreza provocada por las medidas de control de la “pandemia” pero también del mal proyecto de impulso de la economía.

Por eso el bipartidismo amenaza con regresarse, ahora vestido de otros ropajes.

La marginación del pueblo amenaza con perpetuarse, cuando se tuvo la oportunidad de cambiar el modelo político y romper los esquemas de subdesarrollo en el seno de los sectores mayoritarios pobres de Sonora, y enfilarse a un nuevo proyecto de cambio de modelo económico, anti delincuencia y sin corrupción, donde la participación popular fuera la base de ese nuevo régimen.

Por ello la crisis de despotismo de lo que se da en llamar “Cuatroté”, trae como consecuencia la ambición de los detentadores de los cargos de gobierno, pretendiendo perpetuarse sea en la reelección o en la obtención de nuevos puestos, como si fuera la rebatinga en un camión volteado en la carretera, mientras la gente no participa, y mientras tenemos en la cárcel a gente del pueblo como Miguel Valdéz y Marco Duarte que criticaron siempre esto mismo.

El registro de aspirantes a precandidaturas que se ha dado en los últimos días en Morena, no cuadró con la designación ilegal antiestatutaria del precandidato a la gubernatura Alfonso Durazo, ya que no hubo un proceso honesto y reglamentario para asumir que el señor que abandonó el Estado de Sonora dejando al partido y a sus gobiernos locales, en un brete caótico por dos años, se impuso como precandidato por el dedo flamígero del presidente de la república y ese es su grave deficiencia, amén de los resultados reprobados en su desempeño como coordinador federal de la seguridad pública. 

El registro de aspirantes a regidores, alcaldes y diputados que ordenó el partido Morena para meterlos a una encuesta, parece más bien un registro para la bolsa de trabajo del futuro gobierno del Estado que cuenta con más de 500 plazas de confianza que tienen sueldos de 30 a 70 mil pesos mensuales. Como si los que no fueran incluidos hicieran un expediente para ser incluidos en un puesto público. Esto desde luego es más deshonesto que el PRI. Desde el dedazo del candidato a gobernador, hasta el último cargo que se repartirá a gente que pretende una cuota de presupuesto público. Un comportamiento deleznable porque es a costa del derrumbe de la participación y organización popular.

Los bajos perfiles deshonestos en Morena como la indefinición del rechazado por muchos morenistas Lamarque, como el achichincle de Mariscal, Francisco Vega que no lo bajan de corrupto, un personaje y que se la da de militante de izquierda, como de otros pelafustanes que pretenden brincar como si fuera charco de chapulines, de un cargo a otro, jalando una cola de incompetencia y bajo prestigio que darían al traste con las votaciones que ya de por sí tendrán un alto abstencionismo. Desde Ernestina Castro, Marco Carbajal, etc.

El secuestro de Morena desde luego viene desde arriba, pero se desenvuelve en los acuerdos entre cabezas de grupos, como Javier Lamarque, Jorge Taddei, Jacob Mendoza, Mariscal o Célida López para marginar a la base militante “protagonista del cambio”, dándoles el papel de Borregos, cuando los borregos están en otra parte.

Los borregos del PRI y del PAN, se han unificado en un esfuerzo de intercambio casi por partes iguales tanto de los recursos para campaña, como las curules en el Congreso del Estado en mitad iguales y los cargos del gabinete y las dependencias públicas. El PRD se convirtió en puro adorno.

Ernesto Gándara Camou, boursista, beltronista, un alineado priísta, ex senador maltratado en 2016, por el Peje en un hotel, tachándolo de traidor, por aprobar la reforma energética, trae consigo las votaciones obtenidas en 2018 para su partido al cual renuncia y para el PAN que juntos hacen una porcentaje casi idéntico al obtenido por Morena en la votación para elegir a los actuales diputados del Congreso del Estado: 36.6 por ciento contra 35.4 por ciento.

Sin embargo no es el, el que puede quitarle ventaja, si no el proceso para ponerle nombre a las candidaturas a ayuntamientos y al Congreso, que si se acuerdan en negociaciones, pueden repetirse los vicios que les causaron desprestigio y bajas votaciones a causa del rechazo ciudadano a esos mismos esquemas de reparto de los puestos públicos. El perfil de los candidatos con colita corrupta, ha sido rebasado por la demanda ciudadana de honestidad y ciudadanización. Repetir el viejo esquema es aniquilarse antes de empezar. Negociar en Cajeme nombres como Omar Guillén, Armando Alcalá o Anabel Acosta es revivir a bateadores ponchados.

Sin dejar de lado la descripción del partido Movimiento Ciudadano y su candidato Ricardo Bours, este arrastra una tendencia de poco crecimiento que en perspectiva no podrá ser rebasada ante los resultados de 2018 inferiores al 7 por ciento de los votos. Y no hablemos del precandidato a la alcaldía, ambos tan prianistas como los mismos prianistas.

Podría decidir la gente del pueblo, entre la abstención electoral, consiente, activa y de alternativa, a cambio de dejar la boleta en blanco y legitimar a tanto arribista que pretende chupar del presupuesto.

Por eso el magistrado Juan Sebastián Sotomayor Tovar del Supremo Tribunal de Justicia, la más alta esfera en Sonora, cuando alega que los compañeros inocentes deben seguir en la cárcel es tan doloroso que llega hasta generar una gota de sangre supurando la piel, y entender que ese organismo, es un cadalso de verdugos del pueblo y está subordinado indefectiblemente al poder político, una ofensa que se recordará como parte de este reparto obsceno.

Libertad para Miguel Valdéz y Marco Duarte