lunes, 28 de octubre de 2013

Taibo y los Yaquis

 
Llamando las cosas por su nombre: aquí hay un genocidio
Por Carlos Sánchez 
El libro más reciente de Paco Ignacio Taibo II, Yaquis, se presenta en Feria del Libro Hermosillo 2013. Aquí, en una conversación con el prolífico escritor:
– Yaquis, ¿un tema a partir de tu compromiso con la historia?
–Pues sí.
–Cuéntame cómo construyes el libro.
–Tiene un origen extraño y largo. Cuando yo andaba trabajando en Villa (libro ya publicado), en la campaña de Villa en Sonora, de repente un día me pregunté: ¿por qué sé tan poco de la guerra yaqui? Hice un recuento de lo que tenía en la memoria, y bueno, el trabajo de Troncoso, que es la versión de los militares, que había hojeado, es un libro áspero para leerlo, y en la historia de Turner, de la deportación de los yaquis a Yucatán y Valle Nacional, y de repente me empecé a preguntar, y como siempre estás haciendo una investigación, vas a un archivo y dices: aparte de lo que estoy haciendo, ¿qué hay sobre los yaquis?, entonces empecé a recuperar las crónicas conocidas, la de Fortunato, y empecé a hacer mi biblioteca yaqui, sobre la guerra contra Porfirio Díaz, y así a lo largo de los años.
Cuando volví a Sonora, hace cuatro o cinco años, dije esto merece meterse más a fondo, porque lo que vislumbraba eran dos cosas: una represión brutal y una guerra prolongada, de resistencia; entonces me metí al archivo local, revisé las bibliotecas y empecé a trabajar. Hace como tres años volví, y gracias a la Universidad de Sonora -yo me comprometí a dar conferencias en Sonora, y di conferencias a cambio de que me quedara tiempo para investigar-, y ahí sí me metí en serio, y subí a las comunidades yaquis, estuve en el Bacatete viendo las piedras que tienen una significación muy particular e hice una investigación más a profundidad. Ya con esto en la cabeza regresé a México y me metí en archivos norteamericanos, a los archivos mexicanos, y volví a Sonora hace dos años a terminar la investigación y volví a subir a la montaña, y fuimos a todas las comunidades yaquis buscando los campamentos y en un largo rato volví a los archivos locales. De repente dije: aquí lo que hay es algo diferente a lo que nos han contado, lo que hay es una guerra popular, de resistencia, que dura muchos años, le das dimensión a esto y dices es la guerra popular más larga que hahabido en la historia de México y luego llamando las cosas por su nombre: aquí hay un genocidio.
Llamamos genocidio lo que los alemanes hacen contra los judíos o lo gitanos en la época de la guerra mundial o antes, llamamos genocidio a la destrucción de los armenios, llamamos genocidio a la destrucción de etnias africanas, esto también es un genocidio, una tribu de treinta mil habitantes queda reducida a siete mil y desperdigada por el territorio en condiciones de esclavitud. Entonces dije esto merece ser escrito.
Y hay una historia medio rara, hay libros que tú quieres escribir y hay libros que ellos quieren que los escribas, y no te perdonan, en la noche te jalan la patita y te dicen, ven y cuéntame güey, entonces me metí de lleno a la redacción definitiva en estos dos últimos años, y a enriquecer con historias que no habían sido utilizadas, que han hecho historiadores, buenos trabajos, muchos de ellos parciales, pero no tenían esta dimensión de poner sobre la mesa estas dos cosas: la guerra popular más larga y el genocidio más cruel y el más terriblemente enmascarado.
–¿Qué es lo que más te conmueve de esta investigación?
–Cuando empecé a escribir el libro y a darle forma a todo el material que había logrado reunir, que era un montón, sumé por ejemplo cerca de un millar de artículos gringos. Como no había censura a veces se filtraba más información que la que se filtraba en la prensa mexicana. Revisé en la hemeroteca nacional cientos de periódicos mexicanos, entonces a como fui viendo el panorama, lo que más me impacta es la pregunta de cómo chingados resistieron, o sea, sin armas, con veinte fusiles para cuatrocientos combatientes, sin balas, en una guerra territorial porque los yaquis combaten dentro de su zona, no son una tribu que exfolia o ataque a otras personas, no salen a combatir, y luego el cinismo en Sonora, que lo que intentan muy en la lógica porfiriana imponer un  modelo de progreso que es el saqueo, y cuando lo ves en toda su dimensión, cuando ves las maniobras, las provocaciones, cuando ves que a los yaquis se les niega en el Congreso del Estado de Sonora su condición de mexicanos, los banqueros sí son mexicanos, los yaquis no, y cuando ves cosas como las continuas provocaciones para apropiarse de la riqueza del río, que es la maldición y bendición de los yaquis, tener un río allí, y cuando ves la mascarada, indio salvaje, ¿quiúbole güey?, la democracia tribal yaqui era más perfeccionada que la seudo democracia que había en el porfiriato, donde ni siquiera había elección directa, las mujeres no votaban, de qué hablan éstos, quiénes son los salvajes, salvajismo las entradas del ejército masacrando. Y luego, el gran shock fue descubrir la magnitud del genocidio, si lo ponen en orden, con un montón de datos, el genocidio es cabrón. Primero matanzas, en las operaciones militares, luego detenciones masivas por todos lados, fusilamientos y ahorcamientos en masa, luego situaciones terribles, a los niños los entregan como sirvientes en una hacienda, los niños yaquis, separan familias, mujeres y hombres, la viruela a todo lo que daba, muertes por hambre, caminatas desde la zona yaqui hasta Guaymas, transporte por barco, hacinados, los yaquis se tiran al mar en zonas de tiburones con tal de no ser esclavos, de ahí el camino de la muerte que recorre de Sinaloa a Jalisco, donde una parte de los que vienen caminando se van muriendo.
–Presentar este libro en Hermosillo, Sonora, territorio yaqui, ¿tiene alguna connotación especial?
–Sí. Cuando me preguntaron en qué ciudades quería presentarlo, dije desde luego en Hermosillo, y en febrero quiero presentarlo en las ocho comunidades yaquis.

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