lunes, 14 de octubre de 2013

Padrés el chingonazo

Padrés es un chingonazo

Por José Luis Parra
Guillermo Padrés es un gobernador chingón. Qué digo chingón… ¡chingonazo! Y es que no cualquier político aguanta a tanto funcionario corrupto, ineficaz, ineficiente, maleta, para ser más claro. Pero el calificativo se lo gana a pulso por esa capacidad para aguantar a pie firme tanta metralla de sus adversarios.
Así, con esa aureola, Padrés dará la cara otra vez para informar a los sonorenses lo hecho en su cuarto año de gobierno. ¿Hay algo bueno qué decir? Difícil, pero hay que cumplir con el protocolo.
Guillermo Padrés Elías, el político invicto que ha ganado todas sus batallas en lo personal, acumula derrota tras derrota desde que es gobernador de Sonora. Y todo gracias a sus colaboradores más cercanos, sus amigos, su gente de confianza. El mandatario tiene un sombrío panorama, con una administración casi en bancarrota.
El mismo Padrés lo aceptó: Mi debilidad son mis amigos.
Y con sus amigos está cayendo en un abismo sin fondo.
Este panorama sombrío para el gobernante de la alternancia, tiene su origen: Antes de iniciar las pasadas campañas, un grupo de priistas habría advertido al gobernador: Si Enrique Peña Nieto llega a la presidencia tendrás tres años de calvario.
Y están cumpliendo su palabra.
Bueno, ya le quedan dos años de calvario… si antes no se va como secretario general del PAN nacional.
¿Y qué mensaje mandará Padrés en su IV informe de gobierno? Indudablemente no será de armonía, concordia y solidaridad con sus opositores, los que piensan diferente. Pero sería una magnífica oportunidad para el armisticio político, de tender la mano amiga para dirimir conflictos que afectan a todo un estado y sus habitantes.
En este escenario de confrontaciones políticas, que no ciudadanas, veremos la posición que asumirá el gobernador Padrés en el cierre de su administración: Si seguirá la política de confrontación o dará paso a la negociación, al equilibrio de los famosos intereses políticos.
El asunto no es menor. Padrés se juega el todo por el todo.
Padrés es un político que tuvo la oportunidad de pasar a la historia como uno de los mejores gobernantes. Pero hasta el momento su administración es de claroscuros y con fuertes sospechas de corrupción entre sus colaboradores.
¿Qué le ha funcionado a este gobierno?
El acueducto, la obra consentida de este sexenio, está en los tribunales.
Los uniformes escolares gratuitos, que tenía todos los ingredientes para el lucimiento político, es un verdadero fracaso,  principalmente por acciones de rapiña. Muchos sonorenses quisieran saber cuántos estudiantes han recibido una dotación completa de prendas. Deben ser pocos. Inclusive, a estas alturas, cuando se supone que ya deberían dominar el programa, los niños y niñas de complexión robusta siguen sin ver la suya porque los estrategas gubernamentales ni siquiera tienen el sentido común de mantener un control de tallas.
La seguridad pública está para llorar. Sonora es más violento que nunca.
Las obras públicas medio han funcionado, sobre todo porque han fluido los recursos federales. Pero la sospecha de la corrupción empaña todos los buenos propósitos. “La Mochada” se institucionalizó en este sexenio.
De verdaderas acciones de política social, instrumentadas por SEDESSON a través de sus diferentes programas, poco hemos sabido. Pero eso sí, el clientelismo político marca un buen repunte en esa dependencia.
Entonces, ¿cuál es el saldo del gobernador Padrés?
El sector salud está por la calle de la amargura. Pese a sus problemas financieros, el l ISSSTESON es una institución que brinda un servicio de excelencia a sus derechohabientes. Es el punto que salva al gobernador en este rubro. El resto, para llorar.
Ante los nulos resultados, el gobernador  no puso orden. Los abridores no respondieron. Y los cerradores no se ven. El gobierno luce un acelerado desgaste. Y el Jefe del Ejecutivo también.
La famosa frase de renovarse o morir, nunca se aplicó.
Padrés no se animó a dar un brusco golpe de timón para que el barco no se hunda antes de llegar a puerto seguro.

La intimidación y arrogancia pareciera ser el sello del actual régimen. Al menos es la percepción que la sociedad tiene de los funcionarios de alto, mediano y bajo nivel desde las primeras batallas de una guerra que ya tiene hastiada a una ciudadanía decepcionada de la llamada clase política sonorense.

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