Conociendo a los Yaquis
Por
Alejandro de la Torre
Algo
debemos agradecer al gobernador Guillermo Padrés tan siquiera, y es que ahora
conocemos más a los Yaquis.
Esta
bifurcación entre grandes agricultores e indígenas yaquis para pelear por el
agua es de un contraste social y racial de gran disparidad. Güeritos, embotados y ensombrerados panamá
con sus pick ups nuevas se alían con morenos, huarachudos y ensudorados yaquis
con sombreros de cincuenta pesos y paliacate rojo.
Ha
servido esta llamarada mediática en “defensa del agua” de la presa El Novillo
para conocer que esta agua no está destinada a regar los terrenos de la tribu
yaqui, si no a regar, a saciar e inundar los campos agrícolas de acaparadores
de tierra que la rentan a los ejidos, esos que Juan Leyva Mendívil dice
defender.
Ha
servido para darnos cuenta que el Río Yaqui está en vías de extinción ahí donde
se asentaron las comunidades yaquis hace mas de 400 años, hasta la actualidad.
Ha
servido para enterarnos que las comunidades yaquis no tienen agua potable entubada,
no tienen llaves pues, ni para el servicio sanitario ni para beberla, que salga
de El Novillo.
Ha
servido para saber que los más de 30 mil yaquis son pobres, que más de mil jóvenes
de la tribu trabajan en la maquiladora en Empalme, ganando el salario mínimo.
Que los viejos yaquis se visten con pantalones roídos, camisas vaqueras deslavadas,
con la tierra impregnada a la piel y a
sus pulmones, con huaraches de tres correas fabricados por ellos mismos, que la
mujer yaqui desde el levante al ocaso se encarga de la alimentación y cuidado
no solo de sus hijos si no de los hijos de toda la comunidad.
Ha
servido para entender que el venado llora, que no danza con festejo en los últimos
años, si no con rencor contra los yoris; que el capomo y el sahuaro están por
secarse, que el arroyo y el mezquite sangran en su tejido ancestral.
Ha
servido para conocer que los yaquis siembran o rentan 20 mil hectáreas de
cultivo de su propiedad y que algunos “agricultores” les han pagado la renta
por adelantado hasta por 20 años, cuando el territorio yaqui comprende 350 mil hectáreas
y El Novillo riega más de 200 mil de tierra privada en la que pocas sociedades
agrícolas empresariales siembran de 3 mil a 5 mil hectáreas cada una. Que si
existen otros agricultores medianos y pequeños “particulares” que siembran de
40 a 500 hectáreas cada uno y que los ejidatarios aquellos dotados por el
reparto agrario en 1938 y en 1975 son unos poquitos, que no siembran todos
juntos ni tan siquiera 25 mil hectáreas.
Esas
son las cuentas informativas que nos deja el gobernador Padrés pero que no
salió un peso de su gobierno para informarlas, que prende la bomba y no del
acueducto para entender que otros intereses empresariales capitalistas de
Hermosillo quieren el agua dulce y buena de El Novillo que acaparan empresarios
agrícolas del sur de un Estado mal gobernado.
Caras naranjas
A
pesar del incremento de la superficie de siembra de naranjas en el Valle del Yaqui,
que en 15 años pasó de 500 a 3 mil 300 hectáreas, con una producción esperada
de más de 23 mil toneladas, permanece la mitad de la cosecha al casi terminar
la temporada, sin cortarse del árbol.
Con
un precio al menudeo de 12 a 14 pesos el kilogramo, mas de dos pesos por
naranja, sigue sin pizcarse “porque hay mucha oferta del fruto” dice la
Asociación de Citricultores.
Esta
es una grave paradoja del mercado agrícola y que refleja la situación de los
productos del campo regional que siembra en un 90 por ciento de su superficie
los cultivos tradicionales de trigo y maíz.
El
precio al consumidor de la naranja es altísimo y el precio de venta para el productor
es bajísimo, y no la cortan por que el costo del flete es muy alto para
llevarla al centro del país y las restricciones del mercado en EU son fuertes.
He
ahí el grave problema del mercado interno del país, la población no cuenta con
poder adquisitivo y no puede comprar un kilo de naranjas con 6 o 7 piezas para
hacer un vaso de jugo y aprovechar sus cualidades benéficas para la nutrición
pero que no compatibiliza con el costo de producción de un fruto que se fomentó
hace algunos años para la exportación y diversificar el patrón de cultivos de
la región.
Los Papas papás
Teniendo
como contexto la gran difusión que se le ha dado a los oficios del actual Papa
Francisco en la gira por Brasil y la Jornada Mundial de la Juventud, y gracias a
la lectura y perspicacia crítica de un clásico como es Francois Marie Arouet –Voltaire– podemos
enterarnos de que los Papas de los siglos V y VI fueron hijos de clérigos y también
tuvieron hijos clérigos.
Todavía más, el Papa Eugenio
IV (1431-1447) había sido casado y llegó a ser Pontífice. Sin embargo al
quererlo excomulgar la Iglesia, su
sucesor Pio II lo justificó en una carta dirigida a su querida, considerando
que era válida su elección donde le escribe: “Es una demencia querer engañar a
la naturaleza, que debemos guiarla pero no destruirla”.
Es con el Concilio de Trento
entre los años de 1545 y 1563 cuando se prohíbe el casamiento de los clérigos obligando
al celibato.
Del año 417 al año 649 hubo
Papas que fueron hijos de sacerdotes y tuvieron hijos sacerdotes, como los Papas
Ozius hijo del Diácono Esteban, Bonifacio I hijo del sacerdote Jocondo.
También en 533 ascendió el
Papa Juan II hijo del sacerdote Projectus y en 642 Teodoro I fue hecho Papa,
hijo de Teodoro patriarca de Jerusalén, el cual se sospecha que fue envenenado.
Y los casos más impresionantes
son el del Papa Silverio que fue hijo del Papa Hormisdas (514-523) y el caso
del Papa Félix III hijo del sacerdote Félix, que luego fue abuelo del Papa
Gregorio I o Gregorio Magno (540-604).
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