MÉXICO Y SU CULTURA DE OPRESIÓN SALARIAL DE SIGLOS.
LA EXPLOTACIÓN DEL PAGO MÍNIMO.
Por Alejandro De la Torre
La pobreza de este país llamado México es ancestral.
La pirámide Tonatihu Iztacual (del Sol) fue terminada doscientos años
después de iniciada a principios del primer milenio, vaciando millones de
toneladas de sacos con piedra y chapapote por los miles de esclavos del imperio
azteca cuyo pago era un puñado de tlaolli (maíz).
La encomienda española duró tres siglos explotando a los indígenas en
las minas, el servicio fabril, la agricultura, y el pago de ese servicio eran
pedazos de mantas, una pocilga y una vasija de tlaolli.
La tienda de raya hacendaria en el siglo XIX y el porfirismo de los peones,
indígenas y mestizos del sur y norte del pais, pagaban con unas cuantas monedas
de cobre y pequeños sacos de tlaolli para no morirse de hambre.
De la revolución al corporativismo charro cetemista, el pago de los
obreros se caracterizó por el concepto del salario mínimo a pesar del periodo
de crecimiento de los cincuenta a los setentas. La pobreza era consecuencia del
cacicazgo rural, el salario mínimo en las fábricas, el hambre y la vida en las
viviendas demacradas, la infancia abandonada y los trabajadores sobre
explotados. La clase obrera se mal alimentaba con chile, frijol y tlaolli (maíz
tortillas) y el crecimiento industrial fue llamado “milagro mexicano” gracias a
la explotación capitalista de la fuerza de trabajo.
Más de 20 siglos con esa cultura mental e ideologizada del sometimiento de
la dádiva esclavista azteca, la encomienda virreinal española, la tienda de raya
porfirista y el periodo del salario mínimo del charrismo sindical y el
capitalismo de estado priista.
El largo periodo que no culmina de la minimización máxima del salario, del pago, del ingreso de la clase trabajadora, campesina y obrera mexicana es ancestral, está dominada por una cultura de que la actividad económica se funda en la reducción máxima del costo de la mano de obra, del pago del trabajador, sea esclavo, peón o proletario.
No es este concepto para describir que se le debe pagar un tope mínimo de salario, al contrario, es un concepto para minimizar a su mayor grado, el costo de la fuerza de trabajo, para mejorar la ganancia sea de la nobleza, del clero, del latifundista, del industrial o del oligarca financiero. Así mismo para perpetuar al sistema de opresión, o a la reproducción de la acumulación del capital, que consiste esencialmente en la extracción de la plusvalía del trabajo asalariado.
No solo el salario mínimo de
1.3 dólares por hora, si no el trabajo mínimo industrial que no rebasa los 4
dólares por hora trabajada, cuando en los países del norte es de 30 dólares por
hora trabajada en las mismas ramas productivas.
La mentalidad del obrero en la industria manufacturera, automotriz,
extractiva o de transformación, maquiladora o de servicios, debe ser de satisfacción, de conformismo o en termino concreto, de opresión mental
cultural.
Y esa es la tónica de la cultura laboral de este país y la cultura
enajenada de la clase proletaria, impregnada en aceptar el bajo ingreso y la
subordinación salarial y no la lucha y la demanda obrera de mejorar sueldos y
salarios, sus prestaciones y derechos como el fundamento del crecimiento real
de la economía nacional, crear el concepto del salario real y no el salario
mínimo.
Solo la clase gobernante puede ganar sueldos y percepciones diez veces
superiores al pueblo y la clase acaparadora burguesa mil veces de ganancias
mayores. Los más ricos en México ganan todo el ingreso de la mitad de la población.
Cultura ideologizada de 20 siglos, esclavista, feudalista, y de un siglo
moderno capitalista, de dejadez y resignación mental obrera del ser mexicano, y
de regocijo del gigante explotador industrial financiero que acumula su riqueza
como en ninguna otra época del mundo.
El "Hambre" de Durazo
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