martes, 16 de diciembre de 2014

Manifestación Yaqui. Hermosillo. 15 diciembre 2014

Los yaquis somos muchos 
y somos uno
No nos cansaremos de decir que lo que hagan con los jóvenes de Ayotzinapa, lo van a querer hacer con los jóvenes mexicanos, y lo que hagan contra la tribu yaqui lo van a querer hacer contra todos los pueblos, las tribus y naciones de México.
Por Carlos Sánchez
Pero aquí es la ciudad y la vida gira a la velocidad de patines sobre una pista de hielo improvisada. A un costado de palacio de gobierno.
Pero aquí es la vida y todos estamos en ella. Y hoy que es lunes, con el soslayo citadino, jovial, por inercia, por indiferencia, integrantes de la etnia yaqui visitan la capital de Sonora, tocan a las puertas de palacio, intentan comunicarle al gobernador los problemas que le aquejan.
Los mismos problemas de siempre: la indiferencia otra vez, el vacío que construye el estado, la crueldad desde el funcionariato.
Pero antes la instalación de una manta donde se exhiben las palabras, el vehículo para decir lo que lastima. “Hermosillo merece agua sin odio manchada de racismo contra la tribu yaqui”. Y varios carteles en manos de los mismos yaquis: “Libertad para los injustamente presos: Mario Luna, Fernando Jiménez”. Los dos integrantes de la tribu encarcelados desde septiembre de 2014.
La danza del venado, el pascola, el sonido del tambor, la música de los tenábaris. El atuendo cultural, el canto en lengua yaqui, la manifestación de la alegría, la historia, la identidad. Todo en el umbral de palacio, como una ofrenda a la vida, la lucha. Todo ante esa puerta, esa ventana, donde habita el poder.
En la plaza Zaragoza se prolonga la historia del destierro, la desolación. El reloj se abre a la tarde. El sol cae a plomo, las palabras llegan.
César Cota Tórtola es Capitán de la tropa yaqui. Él mismo es quien levanta la mirada, alza la voz:
“…un gobernante en nuestro país cursa una experiencia y se capacita en esquivar la ley y no cumplir con su obligación primaria de cumplir y hacer cumplir la ley. En ese mismo sentido, criminaliza el descontento social, fabrica delitos e incorpora a los sujetos de la lucha en la ruta judicial, torciendo la ley.
“Los argumentos de la clase política, que por cierto muy desgastada y falta de credibilidad, la emite en el tejido social, más las evidencias desnudan la crisis del estado mexicano, y es precisamente en este estado de derecho que se manifiesta la alta vulnerabilidad al no cumplir con el principio de igualdad de la constitución política, se le ha sobrepuesto el actuar por consigna, con discrecionalidad, corrupción, y lo que genera es impunidad y una total desconfianza de la ciudadanía en la administración, la procuración e impartición de justicia.
“El ejemplo más claro lo encontramos en el proceso legal de la tribu yaqui, en la defensa de nuestras aguas. En ese contexto no están ajenos al papel de acordonamiento de los intereses fácticos por parte de las dependencias estatales, federales y sus funcionarios que en algunos casos han sido invadidas. Y siguen invadidas, prácticamente, por empresas privadas y extranjeras que los obligan a cumplir con los compromisos, actuando como criminales, evadiendo sus responsabilidades institucionales y la ley.
“En ese tenor ejemplifico la situación de dos presos políticos: el señor Mario Luna y el señor Fernando Jiménez, a quienes se les ha aplicado el diseño institucional de las políticas y planes de despojo, y la criminalización y fabricación de delitos, donde el único delito que han cometido nuestros hermanos, es el de luchar por el patrimonio de nuestra nación yaqui, el futuro de nuestras generaciones, (esto por) ser indígenas y ser pobres.
“Por lo anterior manifestamos nuestro más enérgico rechazo a las políticas extractivas, los planes de despojo y la criminalización de la lucha social. No nos cansaremos de decir que lo que hagan con los jóvenes de Ayotzinapa, lo van a querer hacer con los jóvenes mexicanos, y lo que hagan contra la tribu yaqui lo van a querer hacer contra todos los pueblos, las tribus y naciones de México.
“Nuestras consignas y exigencias se refieren a la cancelación inmediata del Acueducto Independencia y desmantelamiento de la obra. Libertad a los presos políticos, libertad a Mario Luna y Fernando Jiménez. Cancelación de las órdenes de aprehensión contra todos los miembros de la tribu yaqui, en esa situación que vive el compañero Tomás Rojo. Pedimos la presentación de los normalistas de Ayotzinapa: vivos se los llevaron, vivos los queremos. No estamos todos, nos faltan 43”.
 Nuestra cultura yaqui es paz  y nuestro territorio es nuestra utopía
 Luego de su exposición, el capitán de la tribu, César Cota Tórtola, observa la danza del venado, el movimiento de pascolas. Allá, en el costado norte de la plaza, los patines, la mercadotecnia que anuncia navidad es un monstruo indiferente.
Pero los integrantes de la etnia son la constancia en el ejercicio de la voz, el pensamiento. Por eso la señora Casilda Flores pide la palabra. Y manifiesta:
“Los del pueblo yaqui tenemos quinientos años combatiendo, es inaceptable que el gobierno nos señale como intransigentes, cuando usa elementos de terrorismo e intenta someternos con toda clase de vejaciones. Aun así, nuestra lucha por la defensa de recursos naturales y el territorio, no es un capricho surgido como tema de guerra, sino por el fundamento de nuestra existencia. Vivir nuestra cultura yaqui es paz, y nuestro territorio es nuestra utopía, pero creemos firmemente que la lucha es una utopía factible, pues nos hemos reivindicado por siglos con valentía y tenacidad, nosotros somos la prueba de que el gobierno de Sonora y de México, nunca conducirán a los pueblos originarios a ese bienestar que por derecho fundamental nos corresponde, porque lo que hemos logrado ha sido por nuestro propio esfuerzo.
“En el tiempo de las armas contra los yaquis, el ejército mexicano nunca respetó, si es que existe eso que se llama ética de guerra, siempre se atacó indistintamente a guerreros indefensos. Hace menos de cien años nos mataron a nuestros ancianos y niños, y no se tomaron la molestia de hablar de efectos colaterales, pues consideraron que exterminar a todos los yaquis es una causa justa, ejemplos sobran en nuestra memoria yaqui y en nuestra historia yaqui: la primera cargada de dolor e indignación y la segunda de orgullo y soberbia. No se han querido dar cuenta de lo mucho que podemos aportar. Nosotros los yaquis mantenemos con vida la simiente más privilegiada de nuestros antepasados y conservamos su semilla secular, la cual nos permite trazar un futuro extraordinario donde mantenemos firmes nuestro proyecto de nación: los yaquis somos muchos y somos uno, herederos de la sangre y la cultura de los habitantes originarios de nuestro territorio.
“El gobierno de Sonora, cuando nos ataca, finge no vernos, a pesar de que somos los que hablamos fuerte… el gobernador Guillermo Padrés no se atreve a mirarnos de frente, ni siquiera puede levantar la cara ante nosotros, entre más hostiles les resultemos, más epítetos nos pone… estamos en la segunda década del siglo XXI y nos siguen viendo como estorbo, una demora, un atraso al progreso… nuestra nación está condenada a la extinción, nosotros quedaremos como perros de sociedades, abandonados a su suerte.
“Amparados por el Dios dinero, hace un siglo el gobierno hizo remesas con los yaquis, enviándolos a los trabajos forzados en campos agrícolas del sur del país, se equivocaron si habían hecho de los yaquis en el exilio individuos desaculturados, clandestinos, sin futuro, del dolor brotamos y resolvimos conquistar nuestro territorio y recuperar nuestros recursos naturales. A pie y de pie, marchamos de cara al sol de la esperanza…”
Como una búsqueda, la insistencia, algunos miembros de la etnia accedieron al palacio de gobierno, no sin ante enfrentar la voz del rechazo desde un guardia, un guarura.
A como pudieron avanzaron, no tardaron más de cinco minutos en regresar, en puerta de palacio, ante miembros de la tribu, algunos reporteros, algunos infiltrados que trabajan para el patrón, César Cota Tórtola, el capitán, dijo su descontento, la apatía de los funcionarios, el trato desagradable con el que a fuerza los recibieron: “Nos trataron mal, porque dicen que hay un evento”.
Luego el danzante de venado otra vez, los pascolas otra vez, el sonido de tenábaris, el golpear de los pies descalzos sobre la avenida Comonfort, y como punto final de la marcha el Poder Judicial del Estado de Sonora.
Allí la manifestación étnica cultural otra vez. Como un refrendo, la búsqueda de una puerta, todas las puertas para que la vida, los funcionarios, la sociedad sepa que los yaquis existen. Y que dos de ellos ahora están presos.

https://archive.org/details/15DicManifestacionTribuYaqui





























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