WIKIT ETERNO
Para
los arquitectos interesados en la historia del urbanismo y de la arquitectura
en Sonora, el pueblo de Belem o Pitahaya nos ofrece espacios tradicionales en
su imagen urbana entre la iglesia, la comunila y la arquitectura histórica
características de los 8 Pueblos Tradicionales Yaquis asentados sobre el río
Yaqui después de varios tratados de paz con el gobierno federal.
Este reportaje periodístico es con la idea de compartir el ambiente natural,
los espacios abiertos y la arquitectura del lugar de “nacencia” del escritor
Santos García Wikit e influenciaron en el niño “Pájaro Coyote” y en su
creatividad literaria narrada a él en su lengua yuto azteca por su abuelo, el
jefe Seamos.
La Vieja Belén, situada al sur del poblado de Pitahaya fue una ranchería asentada en la desembocadura del río Yaqui y en el estero Las Tortugas; en 1619, fue la misión de San Miguel Arcángel de Benalei o Belén por el jesuita Andrés Pérez de Ribas y en la época del padre Kino: El Puerto del Yaqui hasta la expulsión de los jesuitas en 1767. De este glorioso pasado sólo quedó un montículo de tierra de la vieja iglesia de adobe, una ramada ceremonial, el altar y el campo Santo.
A partir de la paz de Pitahaya en 1909, se repobló el pueblo de Belem con
varias familias, pero, a la falta de agua se reestablecen en la ranchería de
Pitahaya donde se construyó la actual iglesia de San Pedro y San Pablo de Belem
en 1920 durante la pacificación del ex Presidente de México, Adolfo de la
Huerta. En 1950, con la presa El Oviachic se agravó la escasez de agua
obligando a sus moradores a emigrar a Las Guásimas y a Pótam o morir de sed.
Mejor dejo al profesor Wikit que nos guíe en un recorrido emocional por su
pueblo descrito en este bello poema complementado con el arte de la fotografía
y la belleza de la arquitectura histórica.
¡Béene: Mi Casa, mi Pueblo!
--Apartado
del bullicio de comercios, de gentes citadinas,/ está este pueblo famoso en los
anales de la Historia y de la Fábula Yaki./ “Reliquia venerable” de la vieja
Pusolana,/ lugar de Poesía y de silencio,/ como entregada a un sueño de
siglos,/ cual si a contarnos fuese los graves secretos de la eternidad.
Esta “Tierra Madre”, ni el telégrafo al tender sus vibrantes hilos sobre triste
calzada,/ ni la Locomotora a surcar bebiendo los vientos de esta campiña
austera, la ha cambiado./ Por aquí ha pasado la vida Yaki, desde los tiempos de
los Sules,/ de las costumbres viejas, hasta el ocaso del siglo XVIII con sus postreras
lumbres de vida Yaqui.
Aquí
está en materia y en espíritu,/ mirándonos con sus cuencas vacías,/ como
órbitas de las calaveras,/ hablándonos de la vida y de la muerte, de la
Leyenda, de la belleza y de la verdad. Aquí está la Edad Media hecha poema y
símbolo en la imagen esbelta soñadora y espiritual./ Aquí amanecen los primeros
albores,/ dando gloria y nimbo a la figura de Tetabiakte y todos esos
singulares Yakis que pasearon sus armas.
Béene cerrando la última página de su Historia se acostó a dormir el sueño
eterno,/ a la sombra de sus viejos y melancólicos mezquites,/ el aroma inextinguible
y sutil de 10 siglos de vida humana./ Pocos lugares de meditación y de ensueño
habrá más bellos, originales y deliciosos,/ que este amable pueblo de Béene.
Un
torpe afán de prosaicos y vulgares reformadores van borrando poco a poco la
fisonomía de los Pueblos de la Pusolana,/ lugar donde se saborea la Poesía de
lo pretérito, relicario de nuestro arte y espíritu,/ va perdiendo su carácter
por un burdo concepto de Civilización,/ como si esta consistiese en la línea
recta y en las “casa-colmena” de siete pisos,/ y en extrañas novedades no
cupiera un sano y artístico progreso,/ en la evolución natural de la “Casa
Vieja”, mi casa, Béene--.
Escrito a fines de los 80s por Wíkit.
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