Reelección itsoniana y mujer del sistema
Integración de la
mujer… en la corrupción
El
8 de marzo ha sido robado en este país del calendario de luchas de las
trabajadoras y del movimiento revolucionario y socialista, y lo han adaptado a
una celebración superflua que parece dirigida a golpear sicológicamente al
género masculino. La moda priista y panista es competir para demostrar cual
partido y cual gobierno le da más huesos políticos a algunas mujeres. Una
diputada famosa Silvana y una senadora Anabel, priistas ambas, presumen lo que
no tienen: trayectoria; y fueron acomodadas por sus propios progenitores:
Beltrones y Raúl Acosta. Esto demuestra que los cargos públicos se heredan a
las hijas, hermanas, esposas y hasta amantes. Patético caso será también que la
esposa de Felipe Calderón sea candidata a la presidencia. O los casos de la esposa
de Roberto Romero ex secretario de gobierno o la secretaria intima del ex
alcalde de Hermosillo Alejandro López Caballero que las hicieron diputadas
locales. En los últimos cabildos de Cajeme desde 2000 a la fecha, la mitad de
los regidores han sido mujeres ejemplo que puso el PRD y continuado por el PRI
y el PAN consecutivamente. La actuación de las mujeres regidoras ha sido peor y
más mediocre, -inactiva, alineada, acrítica, levanta dedos, no hablan, no se
oponen, no proponen y se enriquecen-, que la de los regidores varones, uno que
otro caso se escapa. Las funcionarias publicas pecan del mismo perfil,
recomendadas por padrinos políticos, por familiares posicionados y las meten a
ocupar los cargos por que la ley electoral lo obliga, pero no con la intención
de ampliar la participación política, sino de simularla y aparentar que la
mujer, -se les llena la boca de demagogia-, como nunca se ha incluido y se toma
en cuenta. Nada más hipócrita y falso, las mujeres están fuera del ejercicio de
los cargos y decisiones públicas, como están los trabajadores, el pueblo en
general. Así pues el gran logro del sistema político de componendas actual es
incluir a ciertas mujeres, -recomendadas, familiares, alineadas-, para cumplir
con la exigencia de la opinión pública y con los reglamentos. Incluirlas, pero
en el ejercicio de la corrupción. Y ellas tan cándidas y femeninas no se lo
piden dos veces y locas de contentas.
Roberto Cruz: Itson viejo, Itson nuevo
Tiene
la oportunidad el doctor en estadística por la Universidad de Pennsylvania Roberto
Cruz, de hacer lo que no hizo en sus primeros cuatro años de rector itsonista.
Rememeber Obama en EU o Patricio Lula en Brasil que no hicieron cambios trascendentales
en su primer periodo presidencial, todo lo contrario en su segundo periodo
tomando decisiones definitorias en los sistemas tributarios y de salud, en
combate a la pobreza o en modificaciones constitucionales. Así debe pasar en el
ITSON: romper la mediocridad y considerar de forma seria dejar las inercias y
generar un debate de mejoramiento de la calidad académica de fondo que reforme
estructura y sistema educativo internos y de un plan que impacte a fondo la
vinculación e intervención de sus investigadores, docentes y estudiantes en la
solución de los cada vez más graves problemas de la sociedad que los rodea (pobreza,
juventud descarriada, desempleo, recursos naturales y cultura indígena en
destrucción, ineficiencia y corrupción gubernamental, servicios públicos y
sanitarios en el desastre, incultura de la mayoría, apatía participativa de los
ciudadanos, etc.), en los cuales el ITSON nada de a muertito, no solo echar a
la calle a licenciados e ingenieros que especulativamente cubren las plazas
laborales (¿cuáles?) de las empresas. Con tan solo un 50 por ciento de
participación de probables votantes, aparece el reto de dejar un Itson viejo y crear un Itson nuevo, pero
aparece nuevamente la incertidumbre de no avanzar, de conformarse con lo que
tienen, como vivir en una burbuja, todo está bien mientras cómamos y bébanos.
Tres rectores en cuarenta años nos indicarían solo dos cosas: la inmovilidad y
conservadurismo de su comunidad y el control de una elite interna que no quiere
perder el poder, lo contrario a romper los paradigmas que es la esencia del
forjamiento de una Universidad.
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