Moreprianistas en Sonora secuestradores
del cambio
Defectos de fondo.
Por Alejandro de la Torre
El de López Obrador fue un gobierno
que no lo quiso la derecha, no lo quiso mucha gente de mentalidad obtusa de
clase media, muchos apoderados pertenecientes a la alta oligarquía y a la clase
burguesa, pero tampoco estuvo bien con la izquierda no electoral.
Sus desentendimientos fueron
frecuentes y de fondo, su autoritarismo, su discrecionalidad, su falta de diálogo
y de intercambio con movimientos sociales, ahí están múltiples casos, con la CNTE,
con la lucha por la justicia en Ayotzinapa, con el movimiento por el derecho humano
a la energía eléctrica, con agricultores del norte del país, con los
huelguistas de las plantas automotrices, con el pueblo en general que sufre la
carestía.
El partido Morena sufrió el mismo
fenómeno que sufrió el PRD a fines de los 90, una descomposición de
congruencia.
Todos los nuevos funcionarios del
gobierno federal, estatal o municipales, de origen perredista, priista y
panista, o que trabajaron antes con el PRIAN, o incluso que se formaron en la
construcción de Morena desde el año 2015, tuvieron y tienen en este momento un
padecimiento psicosomático grave: no tienen fondo de objetivos, sufren de una
grave separación popular y sobre todo, sus intereses personales, sus ingresos,
son su único objetivo, perpetuarse en los puestos públicos como lo hizo el
viejo régimen corrupto priísta y panista, esa es su prioridad, su principal
mecanismo de defensa contra la gente que no está dentro del reparto, que no
participó en su designación, que fue traicionada por los jefes enquistados en la
cuatoté.
El principal ejemplo es el gobierno
estatal deforme, desleal y manipulador de Alfonso Durazo, peor que el PRI, y la
alta mediocridad de los ayuntamientos de Morena en Sonora como Mariscal y
Lamarque, o los diputados estatales ambiciosos como Ernestina Castro, Raúl Castelo
o la diputada con licencia, actual secretaria de economía Margarita Vélez.
Todo acentuado y agravado, con la preponderancia de Dolores del Río, Célida López, David Figueroa, Anabel Acosta, Norberto Barraza, y otros tantos brincadores, desplazando a decenas de morenistas y ciudadanos de lucha, que debieron socializar el poder público.
La discusión en el partido Morena fue
saboteada por la grave omisión de los que tienen los altos puestos públicos,
que prácticamente traicionan a la gente de Morena.
Esto atora el proceso de avance, de
conciencia y de debate al interior de ese partido y decepciona el empuje de
muchos ciudadanos activistas o de la izquierda al no existir debate, no hubo
formación política, no hubo integración de cuadros, les dieron el poder a los
prianistas, no hubo jóvenes con entrenamiento político, se desintegró la
concepción política de servir a la gente, y de cambiar al viejo régimen caduco por
un nuevo régimen honesto y en su lugar nos dieron un régimen híbrido cuatrotero,
que está resultando peor.
El autoritarismo de López Obrador, su
hegemonismo en la toma de decisiones, su prepotencia al momento de conducir el
presupuesto nacional y ahora el endeudamiento público, el destino de miles de
millones de pesos en sus mega obras, y el desdén por el impulso de la economía
productiva dentro de las comunidades, que solo son piezas de apoyos “del
bienestar”, aunque argumente que rescató muchos recursos de la corrupción, su
concepción de no cumplir con su mandato para alcanzar la seguridad y la
estabilidad contra el crimen, bloqueó el avance hacia un nuevo horizonte, porque
la señora Sh. no puede en su discurso impulsar un programa superior para cuando
deje el poder el presidente, y precisamente por esta razón deja de ser
alternativa, se detiene e involuciona.
Los intereses mezquinos personales,
sabotean el interés colectivo de la mayoria popular y no cumplen con continuar
un mayor progreso, al contrario, al detenerse se enconchan y se atienen a la
inercia influyente del líder que ya se va.
Se reeligen, se enquistan en los
cargos, se creen imprescindibles con la traición, le sirven a un esquema de
poder deshonesto y crean una nueva corrupción híbrida. Que felicidad.
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