El valle del yaqui no es tema del Congreso
Por Alejandro de la Torre / CRóNICA10.
¿Qué le depara al Valle del Yaqui? Tanta riqueza tierra arcillosa y de aluvión,
de la mejor existente en un país con las dos terceras partes del territorio árido
o montañoso.
La tierra de mi padre de los agricultores de los 50 a los 80, que
tuvieron grandes pizcas de algodón con buenos precios internacionales, la de la
planicie de más de 400 millones de metros cuadrados, se respira tan hondo, se
admira tan profundo el horizonte de las tardes de primavera, de las tardes de
otoño, se escuchan como flautines las tortolitas, el trinar de las alas de
miles de pájaros, el golpeo del agua en canales, uno que otro tlacuache salir
de su madriguera, avispones y chicharras. Huele a paja, a tazol rastreado, a hierbarajo
de girasol y buffel.
Hace unos treinta años las batangas rebosaban de frijol soya sembrado en
junio y trillado en octubre por unas cuchillas diferentes a la trilla de los
cereales, -se decia el cultivo que sacaría del hambre a los mexicanos con mejor
proteína que la carne-, se regaba la tierra todo el año.
Recuerdo el corte de garbanzo, de ajonjolí, de sorgo y cártamo. Cuando
en esos años se usaba el agua, era para esos grandes cultivos que eran inspiración
del agricultor por el arte para cuidarlos, para criarlos como a un bebé. Hoy trigo
duro, que no sirve para hacer harina ni tascaris, no palia el hambre del
pueblo.
Se tiran miles de millones de metros cúbicos, y no hay prosperidad y la
tierra ya no es la misma, la fertilidad se ha perdido por el salitre y la desmineralización
orgánica, no hay regeneración de nutrientes, agroquímicos y mala técnica, han
acabado al mejor suelo del mundo y la mejor agua del mundo, la que contiene el
Oviachic.
Esa enorme riqueza, de agarrar la tierra con las manos, que los terrones
se deshagan entre los dedos, que los brazos y pies, se pongan de color caki y
sonarse los mocos con los dedos cubiertos de arcilla.
De sentir el agua fresca cristalina correr por los surcos, uno se siente
vivo, y reconoce que la vida es gigantesca.
Al ver reventar la semilla, verla abrirse paso entre los terrones, brotar
y hacer sus primeras fojas. es entender que hay una maravilla de planeta que no
se ha protegido. Ese planeta se llama tierra, la misma que usa la planta para
dar vida.
No sabemos cuidar a ese maravilloso valle, a ese frondoso fragor de la
naturaleza. Desperdiciado, explotado para hacer dinero, que gasta el recurso
mas preciado, el agua, sin entender que no regresa, que hay partes del planeta
que lloran, sangran y mueren por necesitarla. Que estupidez.
¿A dónde va el valle del yaqui, su tierra, su amor a la vida y su agua?
Para llenar la ambición del dinero, de las extensiones de nogal, cítricos y
huertos de los ricachones nada más?
Con esa riqueza no faltara nada, ni ropa, ni zapatos, ni techo ni carne,
ni leche, ni las riquísimas tortillas de harina. Todo el pueblo la tuviera, es
tan basta su riqueza que no entendemos que acapararla que no aprovecharla es un
diamante que durante 80 años convirtió a los explotadores en primates, en
depredadores.
El diputado Jorge Russo Salido, hijo del cirujano Oscar Russo, tomó la
tribuna frente a los 30 diputados, y casi lo ignoran, las diputadas superfluas
de la cuatro té, mejor discurseaban si usar o no usar faldas en las escuelas, o
renegando de mutilaciones en animales marinos.
Cámara de diputados bajo las órdenes de un gobernador que no sabe cuánta
agua se usa para cosechar un kilo o una tonelada de trigo, anduvo en campaña
electoral por casi 15 años pidiendo el voto, y cuando pretende como gobernante
dar el dato, se atora, lo ignora, y queda en ridículo en sus escaparates con los “medios” para proteger su imagen.
Mil 200 litros, señor Durazo, mil 200 litros se usan para producir un
kilo de trigo, acuérdese y que no se le olvide. Un millón 200 mil litros para
producir una tonelada. ¿Ya lo anotó, ya podemos ver en su cara el asombro en
sus ridículas ruedas de prensa? ¿Quiere sembrar cebada para darle a la fábrica
cervecera constelechion brans? No sea ridículo señor gobernador, póngase a
estudiar, ¿no dice que lee muchos libros y se toma fotos con el fondo de sus libreros
en su oficina particular? La verdad nos toma el pelo.
Jorge Russo es enfático al hablar en la tribuna del salón del pleno en
el Congreso este 13 de abril para exhortar: “Los comercios, la economía de la
gente, las refaccionarias, los negocios hasta los pequeños se perjudican si no hay actividad agrícola en
el valle del yaqui, señores diputados”.
Para este viernes 14 de abril, iniciarían los preparativos para tomar
medidas y hacerse notar los organismos agrícolas y sean destinados recursos
extraordinarios “por contingencias del mercado”, como dice una fracción del artículo
27 constitucional. Le echan la culpa al presidente.
El secretario de gobernación el señor a gusto con su apellido Augusto, que
quiere suceder a López Obrador, tambien les contesta que destinarán como 3 mil
millones. Mejor que compren harina y pan y se los den al pueblo que apenas
come, porque tanto dinero público entregado a los agricultores, solo generará
un círculo vicioso. Hasta sería bueno que a fines de este año no se sembrara
trigo, que se cuidara el agua, ahí viene una sequía, que… cuidadito…
Para cerrar esta crónica, hay que preguntar la causa del incumplimiento
con la promesa de descentralización de la Secretaria de Agricultura y traerla a
Ciudad Obregón. Ya que se hizo tanta alharaca al respecto que hasta la ex
gobernadora, hoy cónsul, los recibió a los altos funcionarios encabezados por
Villalobos, con abrazos y con sus besos de labios hinchacolagenados.
El Congreso del Estado con sus diputados actuales mayoritarios de “la
cuata tanfomachón”, pues, son una cofradía de superficialidades, de nimiedades,
que no merecen el reconocimiento de los ciudadanos que votaron por un cambio,
no por un retroceso.
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