Lectura inevitable de estos libritos.
Por Alejandro de la Torre Domínguez.
Una prosa excelsa la de Vasconcelos, autor de la Raza Cósmica, en un
libro añejo y que la polilla no acaba, por que sus letras tocan las
estrellas. La Tormenta (1964) es la parte 2 de su obra Ulises Criollo. En su
prefacio, tiene una sentencia estremecedora: "¡Ay de los pueblos dónde
el profeta se calla por que siente que le envilecen su palabra los
mismos que la aplauden pero no obran!". Hace un recorrido histórico
describiendo pasajes desde los inicios de la revolución hasta el
Callismo al cual enfrentó.
Bronstein
más que nadie, en los sucesos épicos de las primeras dos décadas en
Rusia, puede describir con tal maestría el comportamiento de Lenin en
las dos Revoluciones de 1917. Sucesor legítimo por vivir en el ojo del
huracán revolucionario de masas del liderazgo ruso puede sentenciar
impolutamente, callando las provocadoras voces reaccionarias burguesas
de desdeñar lo que sucedió en octubre y generó
la gran transformación del proletariado ruso y de otros pueblos
adyacentes: "Decían, si no tomamos el poder en octubre, nos lo darán dos
o tres meses después. ¡Craso error!, Si no hubieramos tomado el poder
en octubre no lo habríamos tomado nunca. Si las masas hubiesen visto
alguna vacilación de nuestra parte, cualquier dilación, cualquier
incongruencia, entre la palabra y los hechos, nos hubieren abandonado
como lo hicieron con los "socialistas revolucionarios" y los
mencheviques. La burguesía hubiera respirado de satisfacción y las
habría utilizado para concertar la paz. La relación de fuerzas hubiera
cambiado radicalmente y la revolución proletaria se hubiera aplazado por
tiempo indefinido.Fue precisamente esto que hizo actuar a Lenin y su
incesante actividad que salvó a la revolución.". Imágenes de Lenin. León Trostky. 1978.
Si tuvieramos un gobierno real de los sonorenses, patriota, del pueblo,
rescatariamos por las vías legales los 77 mil kilómetros cuadrados que
despojó el gobierno de Franklin Pierce, el 26 de junio de 1854. O sea,
la tercera parte de Arizona y la vigésima parte de Nuevo México
pertenecen a Sonora, y fueron compradas, como si un territorio de un
país valiera dinero, (10 millones de dólares). Desde entonces, todos los
políticos que han ejercido el poder hasta el PRI, llevan la carita
de Antonio López de Santa Anna, todas sus características se ven
reflejadas y heredadas en los posteriores gobernantes: Psicopatas,
ladrones, traidores demagogos, vende patrias, déspotas, cobardes,
mentirosos, represores con el pueblo y agachados con los intereses
extranjeros, cambian de partido, se agachan y al mismo tiempo chingan,
veamos a Porfirio Díaz, Obregón, Calles y todos los priístas, incluídos
panistas, federales, estatales, municipales y altos funcionarios. José
Fuentes Mares escribe el trabajo histórico "Juárez y los Estados
Unidos", libro editado en 1960, que saqué de un bote de basura. También
autor del libro "Santa Anna: Aurora y ocaso de un comediante". Editorial
Jus, 1956. De esta manera desde Yuma a Las Cruces, pasando a 10
kilómetros de distancia de Phoenix, es realmente territorio Sonorense
despojado por los gringos, a la mala, y cuando decimos a la mala así es,
un acto de prepotencia y de traición al respeto internacional.
Una obra importante por que hace un recorrido histórico-geográfico antes
de llegar a luz El Indio Cajeme. Se refiere por ejemplo a que los
Jesuitas ya censaban 30 mil individuos hiaquis en el año de Gracia 1604.
"La tribu es tan numerosa que puede poner instantáneamente dos mil
guerreros en pie de lucha". Y se enfrentan contra los españoles intrusos
encabezados por el sobrino de Nuño de Guzmán, Diego. Leyva Cajeme,
anota Palemón Zavala, fue hijo de Francisco Leyva de Huirivis
y de Juana Pérez de Pótam. Aunque Santos García Wíkit le escuché de sus
palabras decir que fue indio Cora. Palemón incluso dice que fue
contemporáneo de Joaquín Murrieta y que se rosaron en la alta
California. Se enlista como soldado del ejército y ocurre el etnocidio
de Bácum contra una partida de indígenas a los que se les acabaron las
balas, y un asesino con el grado de coronel, Salazar, acribilla a 450
con fuego de artillería, levantándose 120 muertos según el parte. En
1874, a Cajeme lo presentan como Alcalde mayor ante la Tribu."Y llega el
tiempo de fractura, el momento en que se traspasa la puerta que lleva a
la otra dimension, al universo yaqui. Y en el que se pierde lo normal y
aparece lo infranormal, la frontera de dos mundos el yori y el yaqui, e
inicia su transformación en yoreme, en Ye-Chi, en el verdadero Capitán
General de la Tribu Yaqui y del Mayo. que ha de pelear por el terreno
sargado de su hábitat.".(Palemón Zavala Castro, "El Indio Cajeme y su
Nación del Río Yaqui".1985.).
El
relato hecho libro de Jaime Vargas Martínez marca aspectos informativos
valiosos pero tendenciosos a la hora de revisar los hechos de la
expropiación de tierras de mediados de los 70s. Sus datos no son
precisos y completos pero si nos sirven para entender el sentir de los
afectados por la intervención de la fuerza coactiva del Estado para
indemnizarles sus propiedades y entregarselas a formaciones ejidales de
miles de demandantes que fueron beneficiados con microdotaciones
de 5 hectáreas en la forma colectiva de producción. En las páginas de
ese libro editado por Hugo Vargas y Sergio Anaya aparecen datos
inexactos y no oficiales, pero se conocen de parte del autor Jaime
Vargas, ex agricultor con una propiedad de él, de dos hijos Ernesto y
Fernando, de su hermana y su cuñado, de por lo menos 500 hectáreas.
Seria bueno conocer la propiedad completa que poseía. Publica una lista
de los apellidos involucrados en lo que se le dice "Afectación", esto es
que el Gobierno les quita con un Decreto la propiedad de parte de sus
tierras y se las compra para dotarlas a propietarios ejidatarios. Ahi
aparecen los Esquer, Díaz Brown, Ramos, Elizondo, Robinson Bours,
Antillón, Parada, Shwarzbeck, Campoy, Ivich, Becerril, Zazueta, y otros
más, a todas estas familias dice el autor, los afectaron con 500 a dos
mil hectáreas, hasta a los descendientes del ex gobernador Faustino
Félix Serna que les quitaron a Gilberto, Faustino, Lilian y otros, más
de 10 mil hectareas. Es necesario que alguien, alguien de la academia o
de la investigación haga un trabajo que sea de fondo para conocer los
hechos y los datos reales no incompletos o sesgados. A ver cuando. (LOS
DEPREDADORES, Testimonio de la expropiación agraria en el Valle del
Yaqui en 1975-76. Julio de 2003. Jaime Vargas Martínez.).
Memoria del fuego I. Los nacimientos, del Uruguayo Eduardo Galeano son
fragmentos escritos con magistral interpretación de los hechos
históricos de la América nativa, enfrentada a cultura o culturas
impostoras, pero que bifurcan la esencia de la actual mestiza. No solo
se queda en el daño de la ideología si no también en la destrucción de
la vida de los originarios, que transforman una nueva historia contada
por los párrafos documentados del autor. “Quisiera contribuir al rescate
de la memoria secuestrada de toda América, sobre todo la latina,
despreciada y entrañable, conversar con ella, compartirle secretos, de
qué barros fue nacida, actos de amor y violaciones”. Galeano inscribe su
obra en 227 fuentes bibliográficas de las más profundas por su
aportación, desde Miguel Ángel Asturias, Lewis Hanke, Charles Gibson,
Bartolomé de Las Casas, Miguel León Portilla, Augusto Roa Bastos,
Bernardino de Sahagún, José Toribio Medina, Charles Wilson Hackett,
Claude Lévi Strauss, hasta Bernal Díaz del Castillo. Me gusta cuando
habla de que después de dos siglos caminando, los buscadores encuentran
un águila con alas extendidas sobre nopal, juncos y pajas, y al verlos
humilló la cabeza, eran los elegidos y Huitzilopochtli los recibió:
“Este es el lugar de nuestra grandeza, se llamará Tenochtitlán ciudad
reina de todas las demás, México es aquí”. Y también cuando habla de la
Virgen de Guadalupe: -Desconfiado, Zumárraga designado por el emperador
protector de los indios pero también el que marca en su cara el nombre
de sus dueños, cuando el indio desnudo Juan Diego encandilado por la luz
de luces le avisa que la más lucida de las mujeres mexicanas le dijo en
náhuatl “Soy la madre de Dios”; pero sabe el obispo que en el alto
cerro Tepeyac habitaba la diosa de la tierra Tonantzin, decide
finalmente que la ha visto a la virgen nacida en Extremadura, morena por
el sol de España y ha venido al valle azteca para ser la madre de los
vencidos. Ese Obispado imperial “arrojó a la hoguera los códices
aztecas, papeles pintados por la mano del Demonio y aniquiló quinientos
templos y veinte mil ídolos” --.
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