Gobierno y
gobernados ensimismados, todo pasa, nada pasa
Sociedad sin fondo,
gobernantes sin principios
CRóNICA10
En mi calle hay una acera gris
donde se pegan las miradas del que mira a dónde va. Hay un banco que es
tan largo y blanco como el mármol donde iremos a parar. Yo no sé por qué son tan altas las blancas ventanas que miran al cielo. En mi calle el mundo no habla la gente se mira y se pasa con miedo. En mi calle de silencio está y va pasando por mi lado, es un recuerdo desigual. Yo no sé por qué estoy mirando por qué estoy amando, por qué estoy viviendo. Yo no sé por qué estoy llorando, por qué estoy cantando, por qué estoy muriendo.
tan largo y blanco como el mármol donde iremos a parar. Yo no sé por qué son tan altas las blancas ventanas que miran al cielo. En mi calle el mundo no habla la gente se mira y se pasa con miedo. En mi calle de silencio está y va pasando por mi lado, es un recuerdo desigual. Yo no sé por qué estoy mirando por qué estoy amando, por qué estoy viviendo. Yo no sé por qué estoy llorando, por qué estoy cantando, por qué estoy muriendo.
Silvio Rodriguez (En mi calle)
La sociedad atraviesa por un
ataque de sin sentido. El gobierno actúa con rienda suelta sabiendo de este
fenómeno. El capital trasnacional lo sabe pero está en una ruleta de extracción
indetenible de la ganancia. Todo debe ser extraído: minerales, mares, subsuelo,
suelo, recursos naturales, impuestos, usura bancaria, sangre de trabajo. Nada debe de pensarse ni
cuestionarse, todo está bien, salarios, ambiente, leyes, comercio, economía,
todo bajo la línea, nadie diga nada, ni medios de comunicación, ni redes de
internet, ni siquiera en la calle. Si lo dices eres blanco del señalamiento, de
lo extraño, de lo incompatible, de un extraviado pero peligroso elemento.
Este formato de vida es el Vacío. Aquel paradigma
del derrumbe del muro de Berlín y del fin de la historia tiene su repercusión 40
años después. La guerra de Bosnia, el aniquilamiento de Sadamm Hussein, el
asesinato de Khadafi, el apocalipsis contra palestina, la destrucción de Siria,
el terrorismo de ISIS, la guerra del narcotráfico en México, causas del
desvanecimiento del humanismo mundial.
El imperio de la ganancia financiera oprime a la
comunidad, genera la depredación de las economías regionales y la concentración
de tres centros de gravedad de poder
financiero: China y satélites, Unión Europea con predominancia alemana y EU con
la subordinación de Canadá.
Esta es la causa de que el poder de la posesión del
dinero oprima las relaciones sociales. Los países y sus poblaciones están subordinados
al modo de vida donde la materialidad que da el dinero determina
indefectiblemente todo el resto de las relaciones sociales, culturales y
humanas.
Los diversos patrones culturales de la comunidad se
ven rotos por la imperación del régimen financiero y sus apretadas tuercas: el
sistema familiar de costumbres y hábitos heredados, la condición popular ancestral
de fe y religión, la institución existente de valores y principios, la esencia
de la escuela pública infundida posteriormente a la revolución mexicana, el
esquema laboral tradicional que dio ingreso evadiendo la pobreza lacerante, los
patrones demostrativos de arte y artesanales, etc.
Todo se ha roto por la sobrevivencia, la
competencia salvaje por el ingreso disponible que circula insuficientemente y
las conductas pragmáticas del tanto tienes tanto vales. Mientras las oligarcas
trasnacionales financieras concentran el peso bruto del capital y ponen y
disponen gobiernos, esquemas de vida, y condiciones de las relaciones
económicas.
La explotación agravada de la clase obrera
industrial hecha por el capitalismo trasnacional aparejada a la opresión
ideológica, económica y cultural de las clases bajas y medias del pueblo.
Esta obsesión general por extraer dinero y poder
del dinero que impone el régimen financiero trasnacional se traslada al
ejercicio del poder público hecha por los gobernantes de los últimos 30 años.
Se ha coludido el interés económico personal de los grupos de poder político
para valerse de la influencia del poder gubernamental para enriquecer e
incrementar sus bienes personales. La capacidad de engañar y manipular con los
cánones del ejercicio gubernamental se ha especializado con la utilización de
los esquemas y slogans políticos en boga: “transparencia informativa,
elecciones democráticas, respeto a los derechos ciudadanos, alternancia
partidaria, inclusión de género, participación ciudadana”. Pero en realidad la
forma ha cambiado pero no el asiento del recipiente.
Los gobiernos enriquecen a sus personeros, los que
ocupan los altos cargos públicos se elevan por encima de la mayoría de la
población de forma casi automática por los privilegios que estos dan: hacen y
mejoran sus empresas, sus patrimonios, sus cuentas bancarias, sus ajuares. Con
la condición de que los altos gobernantes cumplan tres propósitos: la palanca
de la simulación demagógica que controla a la sociedad, la estabilidad
gobernante sobre y si es preciso contra la sociedad y la protección del interés
de las corporaciones trasnacionales contra cualquier amenaza.
Los gobernantes que ejercen los recursos públicos
se enrolan en una ruleta para buscar hacer más dinero para su beneficio. Los
dueños de los bancos y organismos de usura financiera se envuelven en el
remolino de hacer mucho más dinero que los que gobiernan. Y los que se dedican al tráfico de narcóticos para los
consumidores de EU y otros países se suben a la misma rueda giratoria de hacer
más y más dinero a costa de la actividad ilícita, dinero que debe ser
blanqueado por las mismas operaciones bancarias y con apoyo de los gobernantes.
Este círculo viciado de reproducir el dinero, sea capital financiero, capital
blanqueado o capital generado por la explotación de la clases obrera somete al
resto de los sectores económicos de la sociedad, evidentemente formado por
millones de pequeñas entidades económicas, a la competencia desventajosa contra
los monopolios y las gigantescas corporaciones, generando entre todos un modelo
de rapiña y escasez para la amplia mayoría de la población.
En la descripción de este escenario es como
comprendemos que el Estado en México cumple un papel de protector del régimen
financiero oligarca imponiendo una concepción de aprobación normal el hecho del
control del dinero impuesto por los bancos trasnacionales que tienen los
depósitos monetarios del aparato de gobierno, de los millones de dólares
depositados por el tráfico de los carteles de la droga y de todos los recursos
circulando de la economía general.
Se genera una tolerancia a la actividad del
narcotráfico y mucho mas se aguanta el hecho de que todo el dinero lo mueven
cinco o seis bancos que operan en el país: Banamex-Accival, HSBC, BBVA
Bancomer, Santander, IXE-Banorte.
Esta actitud general de aceptación del
acaparamiento del capital inicia por el gobierno y termina en la idea general
de la sociedad de concebirlo inevitable.
La riqueza se concentra en unas cuantas
corporaciones y la pobreza se reparte a manos llena entre el pueblo. Una
actitud paranoica y masoquista de ver este esquema en la sociedad como de una
naturaleza inevitable, concepción impuesta por la oligarquía trasnacional.
Y si la sociedad en general en su idea del mundo
tolera esta polarización desigual de alta concentración de la riqueza y de
pobreza extrema generalizada, con todo el sufrimiento humano que acarrea, mucho
más va a tolerar el desorden en otros aspectos humanos y en otros
acontecimientos trágicos en el devenir de la vida del pueblo sin reaccionar como
debería.
La corrupción, saqueo y despotismo del ex
gobernador Padrés y sus secuaces en Sonora, de miles de millones de pesos, los
actos corruptos, el saqueo y endeudamiento irresponsable de las arcas
municipales dejado por el ex alcalde Díaz Brown en Cajeme, los centenas de
asesinatos, uno cada tres días y todo sigue igual, no hay sanciones para los responsables
en este municipio.
La muerte trágica de los 65 mineros de pasta de
Conchos y la impunidad de Grupo México culpable, la muerte y daño trágicos de
los niños quemados de la guardería ABC y la impunidad de los culpables y responsables,
la masacre contra las 22 víctimas de Tlatlaya y la exoneración del ejército, la
desaparición de 43 normalistas y la irresponsabilidad del Estado, el
apresamiento de los autodefensas michoacanos y el encierro político del doctor
Mireles, todos estos hechos suficientes para aplicar la Constitución pedir la desaparición de poderes, la renuncia
y castigo para todos los gobernantes culpables y responsables y formar un nuevo
Estado que funcione y aplique la ley.
De igual manera los casos de abierta e impune
corrupción de ocho gobernadores Montiel, Garnier, Moreira, Yarrington, Reynoso
Femat, Murat, Padrés, Duarte, y la corrupción del presidente Peña con el caso
de la Casa Blanca
En Sonora el desastre de la contaminación del Río
Sonora con gran impunidad para el grupo México.
Los exorbitados sueldos y ganancias de los integrantes
del poder judicial, magistrados y ministros, del INE, del TEPJF, de los
Senadores, de los Diputados, de los secretarios de Estado, de 190 a 500 mil
pesos mensuales
Del ingreso por venta de petróleo en 12 años por
687 mil millones de dólares y el pueblo de México que sigue en la pobreza.
Todos estos eventos y hechos fueran suficientes
para reclamar un nuevo país, destruir al Estado Corrupto, y meter a la cárcel a
los gobernantes cínicos y esafadores.
Pero nada pasa todo está bien y que siga El Vacío,
la extracción despiadada del país, la falta de conciencia y la indiferencia
nacional.
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