En Hermosillo no hay contentillo
Alejandro De la Torre
D.
La colonia tiene un bulevar llamado López Mateos por donde pasan cada
media hora y los fines de semana cada hora, unos autobuses destartalados, desde
el Vildósola hasta el Arcoiris, el barrio.
Las calles destrozadas, la basura inunda el camellón, tiene ramajales
secos, hoyancos de temer que en temporada de chubascos no se divisan y a las
suspensiones les toca un baño profundo. Cada cinco manzanas aparece un expendio
de cerveza, existen tres o cuatro tienditas de droga protegidas por las
patrullas eléctricas que cobran su cuota.
El arroyo seco que parte a la colonia en dos, es un depósito de toneladas
de escombro, basura y animales muertos.
Los perros pululan por las calles ladrando a los transeúntes, y las tienen
invadidas de sus excrementos.
Los abarrotes dan los artículos entre ellos huevos y chorizos, carísimos.
El tianguis reina los sábados y domingos pero el camino que lleva a ellos
es un desastre en vialidad y pavimento.
Los solares baldíos reciben las descargas de centenas de camionetas con
deshechos domésticos, llantas usadas, plásticos, basura volando, tierra, indetenibles.
Los barrios empolvados que rodean la zona hasta el sur extremo sufre
constantemente de drenajes derramados y hay gran pobreza en mucha gente, cuya
población puede rondar en los 10 mil domicilios.
Permanentemente, unos tres o cuatro días al mes, se corta el suministro
de agua potable. Todos los comercios contratan guardias. Levantan grandes
cercos afilados y sufren de una sicosis por la proliferación del pequeño robo.
Los clientes todos, son presuntos ladroncillos de sus mercancías mientras
no saquen un billete rosa o verde de sus carteras o una tarjeta plástica. Las calles
desbarradas, laceradas, con cerritos de arena, con bolsitas de frituras que se
las lleva el viento.
La vegetación seca y aislada está sin agua y no hay riego de camellones y
terregales. Es una colonia de alrededor de 30 mil habitantes al sur de
Hermosillo en el que no existe el contentillo.
Sin embargo en ese sector del desorden y el desdén, por si fuera poco no
hay unidad comunitaria, no hay ni tan siquiera un viso lejano de organización
vecinal que no sea aquella de un grupo de padres de una escuela primaria o de
la iglesia de Dios o de otra religión protestante que no orienta para enfrentar
el mal vivir. El cielo cuando se abra a nuestras almas sanará tanto malestar
terrenal.
Los sueldos de los trabajadores que se trasladan a maquiladoras y a las
proveedoras de la Ford, no rebasan los 400 pesos diarios, la actividad informal
es la que logra que la gente levante un poco la cabeza de la sobrevivencia.
Este es el Hermosillo que tiene grandes avenidas, altos edificios, alzada
zona hotelera, fama de orden y progreso, pero no! es una urbe que es lo
contrario. En las colonias populosas es un Hermosillo degradado, de
contaminación y desatención.
El pueblo hermosillense que tal vez una cuarta parte ha emigrado de
Cajeme o de otras partes del sur de Sonora, ya no merece más de 50 años de
ayuntamientos gobernados por una concepción empresarial pragmática que optó por
las siglas azules muchos años y por el partido tricolor del corporativismo
sindical muchas décadas, con régimen caduco en el cual, los que han gobernado, son
los grandes empresarios dueños de constructoras que hicieron lejanísimos
fraccionamientos de casas pequeñas y que se pagarán por los trabajadores a un crédito
de 30 años, pero cobradas por los fondos de Infonavit o de las hipotecas
bancarias privadas.
Esas localidades hacen que el trabajador haga hora y media para llegar a
sus centros de trabajo, tanto al norte que es el más expandido que al sur que
igual vive en un gigantesco y cínico desorden premiado por la reelección de
unos sobre otros, y de otros sobre unos.
El Hermosillo de Balderrama, de Yberri, de Gastón, de Valencia, de
Búrquez, de Gándara, de Caballero, de Maloro, de Célida, trienios que han
enriquecido a los mismos, que han acaparado bienes raíces, que licitan las
obras públicas, que corrompen y viven del flujo del dinero público, que
jinetean el presupuesto municipal, es el Hermosillo en el que no vota el 60 por
ciento del pueblo trabajador, que no quiere seguir siendo mangoneado por los
mismos intereses creados del Toñito y de la Lolita asaltadora del partido color
guinda, tan malo uno como la otra. Que cuaresma electorera tan oprobiosa.
Mejor anotar en la boleta el nombre del ciudadano Humberto Rendón cien
mil veces.
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