viernes, 23 de febrero de 2024

Hermosillo: desorden y ambición por el presupuesto

En Hermosillo no hay contentillo

Alejandro De la Torre D.

La colonia tiene un bulevar llamado López Mateos por donde pasan cada media hora y los fines de semana cada hora, unos autobuses destartalados, desde el Vildósola hasta el Arcoiris, el barrio.

Las calles destrozadas, la basura inunda el camellón, tiene ramajales secos, hoyancos de temer que en temporada de chubascos no se divisan y a las suspensiones les toca un baño profundo. Cada cinco manzanas aparece un expendio de cerveza, existen tres o cuatro tienditas de droga protegidas por las patrullas eléctricas que cobran su cuota.

El arroyo seco que parte a la colonia en dos, es un depósito de toneladas de escombro, basura y animales muertos.

Los perros pululan por las calles ladrando a los transeúntes, y las tienen invadidas de sus excrementos.

Los abarrotes dan los artículos entre ellos huevos y chorizos, carísimos.

El tianguis reina los sábados y domingos pero el camino que lleva a ellos es un desastre en vialidad y pavimento.

Los solares baldíos reciben las descargas de centenas de camionetas con deshechos domésticos, llantas usadas, plásticos, basura volando, tierra, indetenibles.

Los barrios empolvados que rodean la zona hasta el sur extremo sufre constantemente de drenajes derramados y hay gran pobreza en mucha gente, cuya población puede rondar en los 10 mil domicilios.

Permanentemente, unos tres o cuatro días al mes, se corta el suministro de agua potable. Todos los comercios contratan guardias. Levantan grandes cercos afilados y sufren de una sicosis por la proliferación del pequeño robo.

Los clientes todos, son presuntos ladroncillos de sus mercancías mientras no saquen un billete rosa o verde de sus carteras o una tarjeta plástica. Las calles desbarradas, laceradas, con cerritos de arena, con bolsitas de frituras que se las lleva el viento.

La vegetación seca y aislada está sin agua y no hay riego de camellones y terregales. Es una colonia de alrededor de 30 mil habitantes al sur de Hermosillo en el que no existe el contentillo.

Sin embargo en ese sector del desorden y el desdén, por si fuera poco no hay unidad comunitaria, no hay ni tan siquiera un viso lejano de organización vecinal que no sea aquella de un grupo de padres de una escuela primaria o de la iglesia de Dios o de otra religión protestante que no orienta para enfrentar el mal vivir. El cielo cuando se abra a nuestras almas sanará tanto malestar terrenal.

Los sueldos de los trabajadores que se trasladan a maquiladoras y a las proveedoras de la Ford, no rebasan los 400 pesos diarios, la actividad informal es la que logra que la gente levante un poco la cabeza de la sobrevivencia.

Este es el Hermosillo que tiene grandes avenidas, altos edificios, alzada zona hotelera, fama de orden y progreso, pero no! es una urbe que es lo contrario. En las colonias populosas es un Hermosillo degradado, de contaminación y desatención.

El pueblo hermosillense que tal vez una cuarta parte ha emigrado de Cajeme o de otras partes del sur de Sonora, ya no merece más de 50 años de ayuntamientos gobernados por una concepción empresarial pragmática que optó por las siglas azules muchos años y por el partido tricolor del corporativismo sindical muchas décadas, con régimen caduco en el cual, los que han gobernado, son los grandes empresarios dueños de constructoras que hicieron lejanísimos fraccionamientos de casas pequeñas y que se pagarán por los trabajadores a un crédito de 30 años, pero cobradas por los fondos de Infonavit o de las hipotecas bancarias privadas.

Esas localidades hacen que el trabajador haga hora y media para llegar a sus centros de trabajo, tanto al norte que es el más expandido que al sur que igual vive en un gigantesco y cínico desorden premiado por la reelección de unos sobre otros, y de otros sobre unos.

El Hermosillo de Balderrama, de Yberri, de Gastón, de Valencia, de Búrquez, de Gándara, de Caballero, de Maloro, de Célida, trienios que han enriquecido a los mismos, que han acaparado bienes raíces, que licitan las obras públicas, que corrompen y viven del flujo del dinero público, que jinetean el presupuesto municipal, es el Hermosillo en el que no vota el 60 por ciento del pueblo trabajador, que no quiere seguir siendo mangoneado por los mismos intereses creados del Toñito y de la Lolita asaltadora del partido color guinda, tan malo uno como la otra. Que cuaresma electorera tan oprobiosa.

Mejor anotar en la boleta el nombre del ciudadano Humberto Rendón cien mil veces.




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