Qué poder
Por Alejandro de la Torre / CRóNICA10
Con tanto inglé que tú sabía, Bito
Manué, con tanto inglé, no sabe
ahora
decí yé. La mericana te buca y
tú le tiene que huí: tu inglé
era de etrái guan, y guan tu tri.
“André” Manué, tú no sabe inglé,
tú no sabe inglé. No te enamore ma nunca, si no sabe inglé, sino sabe inglé.
Nicolás Guillén.
El
poder es el fondo de la vida terrestre. Pudo, poseer, potente, déspota, son
palabras derivadas de la palabra poder. Su origen latín: potis, posse. Dueño,
amo, vienen de la palabra potis. Incluso de ahí se deriva la palabra esposo.
Poder
hacerlo. Poder sexual. Poder político. Poder sobre no poder. Tiene a mi punto
de vista una relación con la erección fálica. Sin esta no hay reproducción de
la especie. Porque el falo debe “poder” penetrar a la cavidad vaginal y traer como
consecuencia la gestación.
Me impresiona el trabajo del sociólogo francés Michael Foucalt (1926-84. Vigilar y castigar, Los intelectuales y el poder, Microfísica del poder, Historia de la Sexualidad).
Foucalt
es el concentrador de los trabajos de la Escuela de Frankfurt (Marcuse, Fromm,
Horkheimer, Adorno, Habermas, Benjamin) que tuvieron una influencia preponderante
del psicoanálisis y del marxismo.
Foucalt
argumentó: “el poder en el capitalismo occidental, era denunciado por los
marxistas como dominación de clase y el poder en el socialismo soviético era
denominado por sus adversarios, totalitarismo; pero nunca se analizaba la
mecánica del poder”.
El
marxismo clásico con Lenin por ejemplo, concibió el poder en dos vertientes, el
poder del estado y el poder capitalista. El poder de la burguesía, el poder
económico, se impone sobre el poder político sea cual fuere, una dictadura, una
república, una democracia y dentro de estas, un parlamentarismo o un
presidencialismo.
En
cambio en los países europeos del bloque socialista, el poder se fusionó en uno
con la anulación de la propiedad privada de los medios de producción casi en
todos los casos de forma inmediata como en el estado socialista Ruso. Ya no se
subordinó el poder político al poder capitalista, y vino la estructura del
Estado, que presumiblemente se organizaría en instancias de amplia y directa
democracia obrera, los soviets.
En
China esto se diluyó en la última década del siglo 20 y el Partido Comunista
Chino reformó la economía china, abriendo la inversión capitalista bajo el
control del Estado supuestamente comunista, cosa que es incoherente, pero que
ahí está funcionando con su poderío, casi paralelo, al mundo capitalista
occidental.
En
México el poder público con el régimen de partido de Estado, el PRI desde 1940,
era un poder casi hegemónico que incorporaba a los capitalistas a esta
estructura de poder y también a la clase obrera corporativizada a las grandes
centrales sindicales fusionadas al mismo PRI.
El
régimen político en México, fue un régimen corrupto, no solo ladrón, si no que
corrompió la ley y las relaciones públicas, casi absoluto, infranqueable,
inderrotable en las elecciones, un régimen de control de un Presidente de la
República similar a un emperador, pero que se sustituyó cada seis años.
El
régimen mexicano no ha desaparecido, con vencerlo en las elecciones, se ha
transformado con López Obrador en un régimen híbrido, ¿qué significa esto? Que el
actual régimen del slogan 4T, conserva las piezas fundamentales de la
estructura del viejo régimen priísta presidencialista y corporativo, y mucho
menos se presta a construir un nuevo régimen político, de gobierno amplio,
democrático, organizado con el pueblo, que se desprenda de la dependencia del
poder económico capitalista que sigue imperando sobre el gobierno.
López
Obrador se sentó en el mismo aparato de gobierno, modificando las formas, pero
no el fondo, incluso se construyó una corporativización nueva, de alineación al
poder presidencial, al interior de las clases pobres, en el poder legislativo,
en las gubernaturas, en los ayuntamientos, en las estructuras sindicales y
fácticas. El régimen se renovó, aunque no se ubique con las siglas PRI.
Pero
sigue subordinado al poder estructural del sistema capitalista, a los dueños
del poder financiero, a la gran oligarquía, que ahora presuntamente ya no se le
condonan impuestos.
López
Obrador y el nuevo poder público, siguen en lo mismo, lijados, limados de
asperezas, diciendo que ya no hay corrupción y que se reparten centenas de
miles de millones de pesos a los más desprotegidos porque si no, se murieran de
hambre y se presentara una revolución social.
La
oligarquía financiera no puede renegar del Presidente y del magnífico sistema social
creado en tan poco tiempo, que la protege. Sus ganancias son descomunales
mientras el pueblo sigue en la pobreza, y los trabajadores tienen los salarios
más bajos del mundo, aunque el salario mínimo se haya nominalmente incrementado
en 120 por ciento en tres años.
Pero
a López Obrador no lo quiere, el concepto rancio, visceral, irracional,
reaccionario de un sector de la oligarquía y de la burguesía mexicana, que preferirían
un presidente fresa, adaptado, con conceptos y expresiones menos rústicas y
populacheras, más tecnificado, con tendencias norteamericanistas y light. López
Obrador es un personaje que no “sabe inglé”, como diría Nicolás Guillen. Pero
al mismo tiempo es un presidente efectivísimo, inmejorable, el que requería la
oligarquía.
Los
golpeteos a López Obrador, que se meten con su hijo, con sus relaciones con
inversionistas como la empresa Vidanta, dejan un mal sabor de boca, al entender
que no es el presidente magnánimo, si no que es presidente de escandalitos cada
vez más tupidos y que defiende al régimen hibrido del poderío financiero que está
de plácemes por la regeneración de la estabilidad pacífica de López Obrador.
Pero
no mellan su poder político y público, hacen daño a la impresión general, a la
institución presidencial. Cuando los trabajadores dejen de ser tontos, en sus
organizaciones y se desprendan de la veneración sometida a la ideología del
presidente, sea nacionalista revolucionaria, panista o cuatroteísta y exijan el
poder, que es el verdadero poder, -que tienen el verdadero poder-, entonces sí,
no tan solo el poder presidencial lo resentirá, si no la estabilidad de control
del sistema capitalista de injusticia y explotación en que está sentado el presidente
de este país, que ha sido invadido por otro poder detrás que es el poder
militar, incursionado en espacios inimaginables ni siquiera en el régimen viejo
corrupto prianista. La clase militar, ¿habrá hecho la estrategia de la 4T?, no
lo duden ni tantito.
Cuando
la clase trabajadora que mueve la economía, la producción y el país, golpee,
entonces si se tambaleará el régimen, y los golpeteos de los medios de
comunicación chayoteros del viejo régimen, y los chayoteros de la cuatroté, solo
se tornarán en cosquillas risibles. El golpe será contra el sistema de
explotación capitalista de injusticias y pobreza hasta que caiga, no solo López
Obrador con o sin su consulta de revocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario