miércoles, 23 de febrero de 2022

El Cerrojo. Apropiarse de la cosa pública en Sonora.

Desapartar al pueblo, obstruirle el paso. 

El cerrojo

Por Alejandro de la Torre

El espacio y la movilidad están llenos de cerrojos. Cerrojos eléctricos, cerrojos de acero, cerrojos de control remoto, cerrojos de doble combinación.

Hay cerrojos con llaves, con dispositivos, de fuerza y de imposible destrucción. Son para cerrar, encerrar, obstruir o impedir.

El cerrojo es para que no entres, y solo entren los que tienen la herramienta para abrirlo. El cerrojo es para mostrar que hay propiedad privada, que esta propiedad no puede ser violada.

Por eso las calles, los edificios, las casas, los comercios, los bancos, están llenos de cerrojos. Cierran y abren, abren y cierran y cuando uno se retira del lugar quedan sellados, con mallas metálicas, con cámaras de video, con claves digitales y alarmas conectadas.

El ama de casa que va al mercado en camión, el herrero que dobla, corta solera y va a la ferretería a pie, el albañil que tiene que pedalear hasta el edificio que construye, y que no ganan más de dos salarios mínimos por jornada, miran a los lados, con el cansancio de sus rodillas, con la frente marchita y los ojos vidriosos.

Ven que hay verjas, ventanales, policías de tránsito, camaritas que enfocan, y ellos suben y bajan banquetas reducidas y deterioradas, con el calor quemante, con los pesos más chiquitos que una lenteja, y se dan cuenta que nada es de ellos más que su propio sudor, sus manos y sus dolores.

Por las noches hay pequeños ladrones, tal vez sean excepción, ante tanta pobreza, pero al fin y al cabo hay casos de robos muy pocos con respecto a la cantidad de cerrojos y bardas que son miles.

Pero este dato provoca que la propiedad privada sea superior al trabajador, avasalle, sea a la fuerza.

Cerrar es el objetivo. Cerrar, no serrar, serar, o acerar. Cerrar. De “cierre” para que no pases. Y ¿quién no debe pasar? El que no tiene permiso, el que no tiene derecho, el que no tiene poder. Y ¿quién no tiene esas facultades? El ajeno.

El ajeno, es el que no tiene, es el que no debe, es el que no puede.

El espacio general, está lleno de cercos, muros, paredes, puertas, mallas, alambres de púas, policías y custodios, todos tienen cerrojos.

Para que no pases, para que no ingreses, para que no pidas, para que no reclames, para que el pobre se quede afuera, para que el pueblo se quede sin entrar.

A eso vamos. Este escrito no es para encontrar la definición del verbo cerrar. Es para entender que la libertad es una quimera en el régimen de propiedad privada.

La gran deficiencia de la vía pública, del espacio para transitar, que presuntamente es para todos, que se registra como ley, el hecho de que debe existir vía de tránsito libre, es una presunción falsa. La vía pública, la que establece el Estado, prácticamente no existe. La vía pública más ancha, es la de la calle o autopista, y en segundo lugar, la banqueta peatonal. Y en las carreteras federales todavía ponen casetas de cobro de dinero para transitar. Pero oh contradicción, hay por supuesto más calles que banquetas por dónde camina el pueblo que no cuenta con una máquina de combustión interna. El pueblo sin maquinas, tiene que subirse al transporte público, usar un instrumento de pedales o andar a pie, y en los tres casos tiene que transitar por una calle que es para las máquinas, no es para personas que usen sus pies para trasladarse. Por eso la vía pública no existe.

Por esta causa, la enajenación y privatización de los inmuebles municipales que se consideran propiedad pública, son una ofensa para el interés popular, el interés de todos. Que es el único espacio de propiedad colectiva, que es opuesto a la propiedad privada de amplios espacios. El mal gobierno cuando cerca los espacios públicos, les pone cerrojo o los privatiza contra el pueblo, comete una majadería que debe ser rechazada por el interés general.

Existe casi en su totalidad por los cuatro puntos cardinales, -un 99 por ciento del espacio-, el lugar privado. Grandes extensiones de tierra de propiedad privada, grandes fábricas, centros comerciales y terrenos urbanos privados; y también existe la propiedad federal o municipal, que contiene las mismas características de la propiedad privada, esto es, que el gobierno al ser posesionario de terrenos y espacios públicos, igualmente los cierra e impide el paso, les pone policías o guaruras, con cerrojo para el pueblo. Y esto no debe de ser.

Los edificios administrativos del gobierno, todos tienen cerrojos. Las cajas de pago principalmente. Lógico, ahí hay dinero. Pero los edificios donde despachan los altos funcionarios de gobierno y sus subordinados, se cierran por estos mismos funcionarios como si fueran privados, la cosa pública se patrimonializa para los altos funcionarios, ahí el cerrojo es para el pueblo.

En otras palabras, estamos invadidos de propiedad privada, y en la propiedad pública, los malos gobernantes también la privatizan, cerrándola al pueblo, o sea, estamos jodidos. Por eso son tan detestables los guardias de seguridad en los edificios públicos, los guaruras que impiden el paso, los policías que echan el guante, los enormes cerrojos con alarmas de seguridad. Los gobernantes inalcanzables e intocables, que se apropian del gobierno como si fuera de su propiedad personal.

Es como los estúpidos gobernantes de Morena, de la cuatroté, cuando tuvieron la oportunidad de abrir los espacios públicos y ponerlos a la disposición del pueblo, se vuelven traidores. Alfonso Durazo tiene cinco filtros para no dejar pasar a nadie al palacio de gobierno estatal, desautorizado a cualquier persona a ingresar a sus ridículos eventos. También los diputados de la cuatroté tienen cerrado el Congreso del Estado y los regidores cierran los cabildos de los ayuntamientos, privatizándolos.

Al cerrar los edificios públicos o las sesiones públicas, como el palacio de gobierno o las oficinas y pagarles millones de pesos en sueldos a guaruras y guardias, para que impidan el acceso a la gente de a pie, se convierte en la peor de las majaderías insultantes.

Por una parte le ponen el cerrojo a las puertas, pero por otra, le ponen el cerrojo a sus cerebros, que no piensan y solo reflejan lo obtuso de su criterio y la deducción de que su objetivo es desapartar a la gente del gobierno para que los dejen robar. ¿O no es cierto, cerrojado lector, embardada lectora?

Si los funcionarios, diputados, regidores, el gobernador y alcaldes, se creen muy chichos y se vuelven inalcanzables, cerrojando edificios, impidiendo el paso, poniendo decenas de guaruras, cobrando grandes emolumentos y dejan las cosas igual o peor que el anterior gobierno, -y no transforman-, pues los altos sueldos que cobran son un robo, pero también sabemos que roban más.

Cerrojan la inteligencia y cerrojan la confianza popular.



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