Desapartar al pueblo, obstruirle el paso.
El cerrojo
Por Alejandro de la Torre
El
espacio y la movilidad están llenos de cerrojos. Cerrojos eléctricos, cerrojos
de acero, cerrojos de control remoto, cerrojos de doble combinación.
Hay
cerrojos con llaves, con dispositivos, de fuerza y de imposible destrucción. Son
para cerrar, encerrar, obstruir o impedir.
El
cerrojo es para que no entres, y solo entren los que tienen la herramienta para
abrirlo. El cerrojo es para mostrar que hay propiedad privada, que esta propiedad
no puede ser violada.
Por
eso las calles, los edificios, las casas, los comercios, los bancos, están
llenos de cerrojos. Cierran y abren, abren y cierran y cuando uno se retira del
lugar quedan sellados, con mallas metálicas, con cámaras de video, con claves
digitales y alarmas conectadas.
El
ama de casa que va al mercado en camión, el herrero que dobla, corta solera y va
a la ferretería a pie, el albañil que tiene que pedalear hasta el edificio que
construye, y que no ganan más de dos salarios mínimos por jornada, miran a los
lados, con el cansancio de sus rodillas, con la frente marchita y los ojos
vidriosos.
Ven
que hay verjas, ventanales, policías de tránsito, camaritas que enfocan, y
ellos suben y bajan banquetas reducidas y deterioradas, con el calor quemante,
con los pesos más chiquitos que una lenteja, y se dan cuenta que nada es de
ellos más que su propio sudor, sus manos y sus dolores.
Por
las noches hay pequeños ladrones, tal vez sean excepción, ante tanta pobreza,
pero al fin y al cabo hay casos de robos muy pocos con respecto a la cantidad
de cerrojos y bardas que son miles.
Pero
este dato provoca que la propiedad privada sea superior al trabajador, avasalle,
sea a la fuerza.
Cerrar
es el objetivo. Cerrar, no serrar, serar, o acerar. Cerrar. De “cierre” para
que no pases. Y ¿quién no debe pasar? El que no tiene permiso, el que no tiene
derecho, el que no tiene poder. Y ¿quién no tiene esas facultades? El ajeno.
El
ajeno, es el que no tiene, es el que no debe, es el que no puede.
El
espacio general, está lleno de cercos, muros, paredes, puertas, mallas,
alambres de púas, policías y custodios, todos tienen cerrojos.
Para
que no pases, para que no ingreses, para que no pidas, para que no reclames,
para que el pobre se quede afuera, para que el pueblo se quede sin entrar.
A
eso vamos. Este escrito no es para encontrar la definición del verbo cerrar. Es
para entender que la libertad es una quimera en el régimen de propiedad
privada.
La
gran deficiencia de la vía pública, del espacio para transitar, que
presuntamente es para todos, que se registra como ley, el hecho de que debe
existir vía de tránsito libre, es una presunción falsa. La vía pública, la que
establece el Estado, prácticamente no existe. La vía pública más ancha, es la
de la calle o autopista, y en segundo lugar, la banqueta peatonal. Y en las carreteras
federales todavía ponen casetas de cobro de dinero para transitar. Pero oh
contradicción, hay por supuesto más calles que banquetas por dónde camina el
pueblo que no cuenta con una máquina de combustión interna. El pueblo sin
maquinas, tiene que subirse al transporte público, usar un instrumento de
pedales o andar a pie, y en los tres casos tiene que transitar por una calle
que es para las máquinas, no es para personas que usen sus pies para
trasladarse. Por eso la vía pública no existe.
Por
esta causa, la enajenación y privatización de los inmuebles municipales que se
consideran propiedad pública, son una ofensa para el interés popular, el
interés de todos. Que es el único espacio de propiedad colectiva, que es
opuesto a la propiedad privada de amplios espacios. El mal gobierno cuando
cerca los espacios públicos, les pone cerrojo o los privatiza contra el pueblo,
comete una majadería que debe ser rechazada por el interés general.
Existe
casi en su totalidad por los cuatro puntos cardinales, -un 99 por ciento del
espacio-, el lugar privado. Grandes extensiones de tierra de propiedad privada,
grandes fábricas, centros comerciales y terrenos urbanos privados; y también
existe la propiedad federal o municipal, que contiene las mismas
características de la propiedad privada, esto es, que el gobierno al ser posesionario
de terrenos y espacios públicos, igualmente los cierra e impide el paso, les
pone policías o guaruras, con cerrojo para el pueblo. Y esto no debe de ser.
Los
edificios administrativos del gobierno, todos tienen cerrojos. Las cajas de
pago principalmente. Lógico, ahí hay dinero. Pero los edificios donde despachan
los altos funcionarios de gobierno y sus subordinados, se cierran por estos
mismos funcionarios como si fueran privados, la cosa pública se patrimonializa
para los altos funcionarios, ahí el cerrojo es para el pueblo.
En
otras palabras, estamos invadidos de propiedad privada, y en la propiedad
pública, los malos gobernantes también la privatizan, cerrándola al pueblo, o
sea, estamos jodidos. Por eso son tan detestables los guardias de seguridad en
los edificios públicos, los guaruras que impiden el paso, los policías que
echan el guante, los enormes cerrojos con alarmas de seguridad. Los gobernantes
inalcanzables e intocables, que se apropian del gobierno como si fuera de su
propiedad personal.
Es
como los estúpidos gobernantes de Morena, de la cuatroté, cuando tuvieron la
oportunidad de abrir los espacios públicos y ponerlos a la disposición del
pueblo, se vuelven traidores. Alfonso Durazo tiene cinco filtros para no dejar
pasar a nadie al palacio de gobierno estatal, desautorizado a cualquier persona
a ingresar a sus ridículos eventos. También los diputados de la cuatroté tienen
cerrado el Congreso del Estado y los regidores cierran los cabildos de los
ayuntamientos, privatizándolos.
Al
cerrar los edificios públicos o las sesiones públicas, como el palacio de
gobierno o las oficinas y pagarles millones de pesos en sueldos a guaruras y
guardias, para que impidan el acceso a la gente de a pie, se convierte en la
peor de las majaderías insultantes.
Por
una parte le ponen el cerrojo a las puertas, pero por otra, le ponen el cerrojo
a sus cerebros, que no piensan y solo reflejan lo obtuso de su criterio y la
deducción de que su objetivo es desapartar a la gente del gobierno para que los
dejen robar. ¿O no es cierto, cerrojado lector, embardada lectora?
Si
los funcionarios, diputados, regidores, el gobernador y alcaldes, se creen muy
chichos y se vuelven inalcanzables, cerrojando edificios, impidiendo el paso,
poniendo decenas de guaruras, cobrando grandes emolumentos y dejan las cosas
igual o peor que el anterior gobierno, -y no transforman-, pues los altos
sueldos que cobran son un robo, pero también sabemos que roban más.
Cerrojan
la inteligencia y cerrojan la confianza popular.
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