Seguir la talla de López Obrador o, desprendérsele como rama o haciendo árbol
Por Alejandro de la Torre D./CRóNICA10
El gobierno del país encabezado por un nuevo presidente, perfila un régimen político inédito que sin embargo no termina por desaparecer al que desplazó en las urnas.
Las extensiones socialistas o expresiones de clase obrera tienen la disyuntiva de seguir como una rama de ese árbol en crecimiento o desprenderse.
Los brazos del aparato federal, apenas se están acomodando al esquema, lastres pesados como el exagerado endeudamiento público, la estela de corrupción y los mismos intereses de la clase en el poder que domina el sistema económico, se imponen sobre la voluntad de las Secretarios de Estado y los titulares de las dependencias federales que deberían trazarse la transformación de raíz de las arraigadas inercias y de las estructuras anquilosadas, y despuntar así, un cambio verdadero.
Los proyectos del Presidente AMLO, Tren Maya, Reconstrucción de refinerías y Rescate de Pemex, así como sus programas sociales, son insuficientes por que el país requiere una transformación del sistema económico, una estrategia revolucionaria que genere crecimiento y desarrollo para todos, en el corto y mediano plazo.
El dominio de las trasnacionales, del sector exportador y de la oligarquía financiera sobre la economía del país, son incompatibles hasta el momento con la prosperidad del pueblo, por su insaciable ambición de incrementar la ganancia capitalista, gracias a los últimos 5 sexenios que les entregaron riquezas y les permitieron beneficiarse con el saqueo de los recursos públicos. (Privatización de los 90´s, Endeudamiento público exagerado, Fobaproa, Exención de impuestos, Concesiones públicas y contratos leoninos del 2000 al 2018).
El Capital financiero se incrementó hasta en 400 por ciento más que el resto de la economía, teniendo ganancias descomunales, igual las megaempresas manufactureras de exportación, mientras el mercado interno, el sector industrial nacional y las pequeñas y medianas empresas crecieron en los últimos 30 años, apenas al 1.5 por ciento anual.
Los ingresos de más de 40 millones de integrantes de la clase trabajadora mucho menos mejoraron. Al contrario, el poder adquisitivo de los salarios perdió más del 40 por ciento de 1994 a 2018 y el salario mínimo se depreció en términos reales en 80 por ciento.
La pobreza alcanzó a más de 55 millones de mexicanos y la pobreza grave a 24 millones.
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La gobernadora Pavlovich y su aparato partidario, están de plácemes por que sobreviven a pesar del rechazo popular manifestado en las pasadas elecciones y los morenistas y petistas lo dejan intocable y todavía más, conniven con su gobierno, reproduciendo al régimen que presuponíamos estaba aniquilado.
Incluso los nuevos ayuntamientos morenistas y sus alcaldes conservan los esquemas autoritarios y verticales, sugestivos y manipuladores que dejó el PRI, y los repiten personeros arribistas que se quedaron con los puestos públicos, evitando hacer olas al cachar elevaditas, y se sientan en los mismos esquemas y las mismas formas de ejercer el poder público como si fueran priístas o panistas, y también actuando con corrupción y agandalle sin vínculo social, ni aval popular.
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López Obrador hasta el momento ha puesto un camino como nunca se había visto, con legitimidad y capacidad.
Ha tomado medidas iniciales para rescatar al Estado de casi su previsible desintegración, un Estado deshecho por la violencia, la delincuencia, la ilegalidad y la impunidad.
Ha logrado con prontitud reintegrar al país, reedificar en una primera etapa al Estado, consolidar un gobierno avalado por el pueblo, evidentemente no es tarea sencilla, incluso lograrlo sería suficiente, cumpliría con creces su misión, la vía de devolverle las bases a su erección, a su reconstrucción y eso es bastante, ya que estábamos a merced del derrumbe nacional.
Pero a pesar de ello, es un camino insuficiente, ya que la base popular está desorganizada y la participación de la clase trabajadora no tiene un reflejo palpable en la conducción nacional, como si lo tienen los grandes empresarios en Coparmexes, Canacos, Canacintras, Grandes Exportadores o Banqueros.
Y esta es la razón y la justificación para que la sociedad mayoritaria, el pueblo, inicie y construya su organización.
Que el pueblo haga sus propias organizaciones sociales de abajo, sus sindicatos de trabajadores participativos sin charros, sus sociedades de productores rurales sin cacicazgos.
Que el pueblo defienda sus intereses, exija las obras y servicios que merece, que se plante, para que se acabe la pobreza extrema y haya mejor educación, salud y servicios, con esquemas participativos y de intervención en la toma de decisiones gubernamentales.
Solo así se erigirá un nuevo sistema económico que regenere el ingreso, los salarios y la atención social.
López Obrador recibe criticas de tener posturas autoritarias y verticales, pero son injustificadas. El actual Presidente es el que corta de tajo con el autoritarismo de los últimos 80 años en México.
Los críticos están equivocados, el autoritarismo estaba en el viejo régimen, del cual López Obrador no surge por que es el que lo rompe por fin. El autoritarismo casi imperial de Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, Salinas o Calderón, se ha acabado.
Si bien hay una concentración en la toma de decisiones, la causa no está en la figura presidencial, si no en la costumbre social y del país que obedeció y rindió culto a un dictador presidencial producto del viejo régimen.
De una sociedad ofuscada y acostumbrada incluso desde las épocas prehispánica, virreinal y decimonónica, a agacharse, a solo obedecer y no interactuar.
Al contrario, la cualidad de AMLO no es su autoritarismo, si no su AUTORISMO, que no es lo mismo, ni siquiera parecido.
AMLO ha sido el concentrador por ordenes del destino, o de la providencia popular, en quién recae la gran responsabilidad del cambio de régimen y también del cambio en la sociedad mexicana.
Es Autorismo por que ha sido autor de un proyecto alternativo al régimen político podrido que gobernó al país por mas de 8 décadas, que ciertamente es un proyecto de gran fragilidad pero con la mayor legitimidad existente en la historia moderna.
Es Autorismo porque es el creador bajo su autoría de un gran movimiento social y ahora de un gran movimiento del Estado y de la República hacia un derrotero de progreso y mejora para el país y su pueblo.
Es Autorismo por que conduce la temática nacional y despierta cada día, a que la sociedad debata y que la gente se decida a cambiar y esté por fin con elementos de juicio para encontrar el espacio requerido para participar y defender al país del desastre nacional.
Amlo es autorismo, porque se está erigiendo desde su liderazgo, una nueva forma de hacer las cosas, que requeríamos todos como comunidad y como pueblo.
Pero en su postura también hay fragilidad, por que se enfrentan grandes intereses creados, por que las inercias son pesadas y los conceptos mentales están moviéndose de lugar, y al país lo dejaron hecho casi trizas.
Sin embargo el nuevo Gobierno de México tiene cuatro carencias delicadas que le ponen en alerta amarilla:
1.- El Autorismo de AMLO no debe medir el avance del país, debe irse desplazando, ya que tampoco es lo idóneamente correcto. Es un camino débil, ya que el exceso de protagonismo y la alineación no son el camino, si no el desarrollo de sujetos sociales fuertes y actuantes al seno de la sociedad mayoritaria. El Autorismo de Amlo debe ser relevado por el liderazgo presidencial de Amlo que no es lo mismo, generando actores que lo fortalezcan.
2.- El hecho de que no caigan los corruptos del régimen en retirada, será el pecado de Amlo, por que genera lo que se dice que no se tolerará, la impunidad. Los corruptos deben ser señalados y legalmente detectados, aunque sean muchos y su procesamiento genere más desgaste que ganancia. Si no son cercados aunque no necesariamente castigados, la sociedad mayoritaria no lo aprobará, generando más fragilidad.
3.- La actuación de la Guardia Nacional para alcanzar la paz y tranquilidad del país, tiene que irse en retirada en 2023, ya que es una estrategia del sexenio y debe regresar la capacidad del orden civil y la legalidad bajo el mando de la sociedad mayoritaria. Si la Guardia Nacional bajo el mando de militares y marinos, no se convierte en un mando de seguridad con destreza y capacidad ciudadana para perseguir la criminalidad y el delito con sofisticación y estrategia, mas que con fuerza, no se logrará plenamente la democracia en un nuevo régimen.
4.- En los próximos cinco años debe lograrse el asentamiento de las bases del cambio de sistema económico. Debe iniciarse el colado para poner los cimientos de un nuevo Estado, y los trabajadores como clase social deben obtener un incremento de sus ingresos logrando por lo menos obtener una cuarta parte del producto interno bruto en la próxima década, como se da en los países desarrollados, sus salarios y sus percepciones laborales deben en el corto plazo dobletearse y en menos de 10 años triplicarse de forma real, generando también un mayor ingreso en el resto de la economía de la población, única solución a la pobreza. Por eso en el sexenio de Amlo no solo debe objetivizarse el cambio de régimen político, acabar la corrupción y la inseguridad , sino el empoderamiento de la opción trabajadora, iniciando como objetivo final de su gobierno el cambio económico sistémico. Unicamente esto generaría nuevos retos en 2024.
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