lunes, 20 de junio de 2016

Rodolfo Rodríguez "El Chichí" Melendrez. 26 mayo 2016.



Menos mal que existen los que no dejan de buscarse
a sí, ni siquiera en la muerte
El Chichí Meléndrez ejemplo de enjundia y capacidad de asombro
Por Alejandro de la Torre D.
“No miden que palabra echar, ni siquiera la última. No esperan echar sombra o raíces, pues viven disparando contra cicatrices. Escuchan, se proyectan y lloran debajo de sus huellas con tanto trabajo. Se mueren sin decir de qué muerte, sabiendo, que en la gloria también se está muerto”.

S.R.D.

2 de octubre de 2001, 19 horas con 14 minutos, plaza pública en Cd. Obregón. La tarde cae. Hace calor. Menos de 40 personas rodean a una bocina y un micrófono. 33 años de la masacre en la plaza de las tres culturas hecha por los guantes blancos vestidos de militares, hordas de Díaz Ordaz. Una figura con el pelo hirsuto, grandes ojos, tez morena clara, de 61 años de edad, vestido de forma casual, toma el micrófono con serenidad. Su voz pausada despeja claramente una descripción de los hechos trágicos, “En una plaza como esta donde miles de jóvenes de 16 a 22 años, se congregaban para pedir justicia, libertad, educación, de forma pacífica se manifestaban…”, de un salto su voz toma un grosor terrible y estremecedor, “jóvenes coomooo tuuuu, como tuuuu, fueron acribillados por bestias al mando de un asesinooo, de un asesinoooo, que increíblemente era el presidente de la república, si el presidenteeee, la sangre fue derramada por ríos, la pólvora de los fusiles se respiraba con horror, mas de 500 cuerpos despedazados por la metralla de soldados que diceeeeen que diceeeen defendernooos”.
Su pieza oratoria penetrante, estalla en los oídos y entendimiento, el horror se describe con estremecimiento y grito de dolor, su histrionismo deja mudo al espectador, lo inhabilita, lo inmoviliza. El oyente no puede mover una pestaña, deja de respirar por unos minutos y luego suelta el aire. Todos mueven después de unos segundos la cabeza, voltean para desconectar la impresión, los gritos del orador representan los hechos como vivos. Esa descripción la hacía el Chichí Meléndrez.
Líder del 68
Testigo real y líder del movimiento de estudiantes de Sinaloa que se trasladaban en decenas de autobuses a las multitudinarias marchas de 1968, Rodolfo Rodríguez Meléndrez conocido desde joven como el Chichí ya que así fue el apodo que su madre Lenchita le endilgaba, nació en Ciudad Obregón hijo de ejidatario formando parte de los círculos culturales de los años 60, con Eulogio Guerra, y otros.
Tomando la calle Corregidora una columna de 40 mil estudiantes un día de agosto, llegaba a dos calles del Zócalo iniciando en San Cosme. Ahí se instaló la estructura de bocinas para iniciar el mitin, pero el gobierno del priista Alfonso Martínez Domínguez les cortó la energía eléctrica. La calle de no más de 30 metros de ancha, y con altos edificios antiguos de la era colonial, saturada por la masa enardecida exigía a grito pelón libertad para los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos y dialogo con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. El mitin no tenía interlocutor, no contaba con altavoces, pero el eco de largo al fondo generaba que el sonido se encerrara. De pronto la voz de uno de los estudiantes a la cabeza del contingente empezaba un discurso a contrapelo. Los gritos y consignas de adelante para atrás empezaron a acallarse, el orador sin disminuir la elevada capacidad de sus pulmones hizo el silencio en la multitud para ser escuchado, y solo sin equipo de sonido, con su fuerte aliento exigía la renuncia del asesino que portaba la faja presidencial. Demandaba con furia interna el dialogo y el cese de la represión, la liberación de Demetrio Vallejo, de José Revueltas, de Raúl Álvarez Garín y muchos más, presos de conciencia en Lecumberri. Su perorata que contuvo la atención de decenas de miles de manifestantes encerrados en el centro histórico de la ciudad duró más de media hora sin disminuir la fuerza de su laringe. Al terminar el acto se congregaron en un domicilio y en un grave error aceptó un trago de tequila que al engullir le reventó las cuerdas bucales altamente calientes, emitiendo sangre.
Ese orador fue el Chichí Meléndrez.
Su nobleza
Con Lorenza su madre viajaba cada año a la sierra Tarahumara cargados de alimentos y ropaje para los más pobres de los indígenas rarámuri. Cada 1 de noviembre empotraba un altar de muertos con las fotografías de los difuntos que vivieron en el callejón Filipinas a unos 200 metros de la capilla de Guadalupe. Las ofrendas se engalanaban de abundantes flores y de fruta y de pan, vestidas de listones de color, imágenes y artesanías. Ahí emprendía un mensaje emocionante que viajaba en la hermandad vecinal de muchos años atrás, llevando un trio norteño, mariachi, departiendo cerveza, horchata, tamales y menudo. Así era el Chichí Melendrez.
Congruencia y compromiso
Sus enfrentamientos con los rectores de la Universidad Autónoma de Sinaloa entreguistas al gobierno llegaban hasta el extremo de rayarles la madre por corruptos y vendidos. Forjador de las casas de estudiantes en Sinaloa, de las preparatorias populares, de los círculos artísticos que enseñaban la declamación y la poesía. Experto en la expresión oral ganó el Premio Nacional de Oratoria. Maestro de más de 40 años fue venerado, respetado y querido por sus discípulos y su familia sinaloense.
En 2011 fue segregado de la votación sindical como jubilado y exclamó: "La universidad es ancla y estrella. ¿Dónde está el respeto a la catedral del saber, a la UAS, mi Universidad, la que me enfermó, a la que le debo el ser luchador, a la que le debo respetar la justicia, la libertad y la democracia? Le digo a Víctor Antonio, a Cuén Ojeda, en su momento fui cuenista y ahora los señalo, son unos traidores a lo que la Universidad es: esa catedral del saber".
Devocionario de las luchas de activistas por los zapatistas, contra el fraude electoral de 2006 y 2012, últimamente estremecido por la inaudita desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.
Rodolfo Rodríguez Melendrez no ha muerto, solo pidió permiso para organizar la lucha en el Ateneo. Partiremos contigo queremos morir para vivir como tú has muerto para vivir como tu vives, amigo.


Chichí Melendrez el reconocido culiacanense dandonos su opinion respecto a las…
youtube.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario