Con motivo del dia por la eliminacion de la violencia contra la mujer
Teoría de la violencia, del efecto
Por Alejandro de la Torre D.
Por un mundo donde seamos socialmente iguales,
humanamente diferentes y totalmente libres.
Rosa Luxemburgo.
El gran dilema del fenómeno de la violencia de género, radica en la causa que la provoca en la sociedad, sobre la base de la orientación sexual, identidad de género, y sobre la base de sexo o género.
Este silogismo tiene dos interpretaciones que confunden. ¿Se produce contra el género o contra el sexo? No hay teóricos que puedan explicarlo cabalmente.
De la misma forma ¿puede incluirse como violencia doméstica esta referencia sobre el género? ¿Agredir al género está dentro o es independiente de lo que entiende la legislación por violencia “intra” familiar?
Volvamos, ¿es violencia contra la mujer o contra el género?
La legislación le ha dado gran importancia a la violencia familiar, puesto que las relaciones humanas cada vez se tensan más ante la pobreza, el desempleo, el estress de la pandemia y el derrumbe del marco general de valores humanos.
Los valores humanos se destruyen por la presión económica, la competencia individual, los bajos salarios y la disputa de una economía que no alcanza para distribuir el ingreso equitativamente entre la población. Los valores humanos sufren un grave golpe ante la dispersión en los últimos 10 años del consumo de la metanfetamina cristal.
Podemos deducir que el cuadro general de valores que conservaban la unidad de familias principalmente humildes y de clase media, se modificó por este incremento de los demandantes de droga.
No solo los adictos sufren alteraciones en la conducta individual y en la interacción con la comunidad, que provocan delitos principalmente el robo y despojo de bienes muebles para adquirir más droga o pagar las deudas del mercadeo de la droga.
El conjunto social, directo o indirecto en barrios y colectividades sufren estas alteraciones conductuales y la desintegración. Viene como efecto el rompimiento de la estabilidad emocional y la irrupción de hábitos agresivos y de sublevación de los integrantes de familias y grupos aunque no tengan contacto con la droga.
Las familias se desgranan y pierden la confianza entre sus miembros.
Las madres de familia, maduras y jóvenes, las esposas, las mujeres hijas adolescentes que inician sus relaciones de género, las niñas; por el hecho de ser relativamente más frágiles que los varones, capturan en primer lugar esta desestabilización que provocan los adictos y los alcohólicos.
Puede decirse que este enfoque está desvirtuado, de que la principal causa, es el aumento del consumo de cristal, -de la violencia de género y de la violencia familiar- y no la conducta brusca del género masculino contra el género femenino, pero no.
El incremento de los asesinatos en total, trae aparejado el incremento igualmente de los asesinatos de mujeres y el aumento de los casos de violencia familiar contra las amas de casa, esposas o hijas, o de la mujer en vías del matrimonio o en etapa de búsqueda de pareja. La deducción lógica nos lo indica.
El feminismo político, una expresión de protesta y queja contra los cartabones culturales de la sociedad masculinizada, puede argüir que hay una conducta de uso de la fuerza masculina y de los prejuicios contra las mujeres y que la culpa son estos hábitos traumados de “hombres contra mujeres”.
El silogismo fácil puede inducir a responsabilizar a la conducta “machista” de ser la principal causa de la violencia en todos los tipos contra la mujer fuera o dentro de la familia.
Pero el análisis concluyente debe indicarnos que no tiene fundamento. La violencia en todos los ámbitos, incluyendo los terribles asesinatos o balaceras con armas de fuego, de la existencia de sicarios o de disputas por las ganancias del tráfico de la droga, son la preponderante causa y no el “machismo”.
Los esquemas de convivencia cultural, de las relaciones sexuales y de amor entre los hombres y las mujeres o entre las preferencias de diversidad sexual, genética o emocional, se han modificado tanto como una revolución en las relaciones humanas desde los años 90s, y más aceleradamente en los últimos años.
Tanto el fenómeno del vetusto machismo como las exigencias del actual feminismo no han terminado de aterrizarse, los próximos años serán convulsionantes para construir un nuevo marco de valores que solo una sociedad socialista podría viabilizarlo con la justicia para el pueblo, el amor sexual y la fraternidad, no una sociedad enferma conducida por la explotación de la fuerza de trabajo y la competencia depredadora, no una sociedad regida por la violencia del tráfico de drogas como una actividad financiera más de un sistema capitalista carroñero.
El equilibrio de la razón y los sentimientos son el único camino para encontrar la paz en el derecho y el respeto a ser libres y al desarrollo. Busquémoslo.
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