Teoría de la violencia. Sonora.
Por Alejandro de la Torre D.
“Rebeldía, grita la mariposa, al romper
el capullo que la
aprisiona; rebeldía, grita la yema al desgarrar la
recia corteza que cierra el paso; rebeldía, grita el grano en el surco al
agrietar la tierra para recibir los rayos del sol; rebeldía, grita el
tierno ser humano al desgarrar las entrañas de la madre.”
Ricardo Flores Magón
En la cultura
yaqui existe un símbolo que representa lo sensible del hombre y la cultura
hombre es tan frágil la forma en que se relaciona con la naturaleza que es una
fundición entre vida y tierra.
Se eleva casi
en el aire cuando cruza veloz por la llanura, pisa tan suavemente que no se
escucha, come lo más tiernamente sus alimentos y cuida sus crías con la más
grande ternura conocida.
Su casi
silencio coordina pastos y estepas, árboles y flores, lechos de agua y el
viento de la sierra, su nobleza fue a semejanza de un cordero, ese cordero del
que hablaron los primeros jesuitas cuando hubo el encuentro en el Bacatete, esa
templanza y bondad fue entendida por que los yaquis ya la asimilaban, por eso
le rindieron pleitesía en su magistral danza y la fusionaron con la pascua del
sacrificio cristiano.
Los yaquis
fueron violentados, no fueron violentos y su capacidad de resistencia y respuesta
fue proporcional a lo sanguinario que fueron con las campañas de exterminio,
abusos y agresión a su raza.
Esa raza era
tan sorprendentemente reactiva y de violencia defensiva contra la fuerza
ofensiva porque fue tan profunda como consecuencia de su defensa de la
naturaleza, su paz y su unidad tribal. Pero los yaquis en el siglo 19 fueron
tan violentos como la violencia cometida contra ellos, y esta disposición a morir
se debió a la salvación de su misma integridad. Nunca fue una violencia
intrínseca, fue una violencia de respuesta, contraria a su esencia. Esto nos demuestra que la
violencia no es parte de la naturaleza humana, sino que es contrahumana.
Los seres humanos tenemos la fragilidad como
condición, nuestra carne y piel es delicada, Fragile dice la canción de Gordon
Thomas, “Sting”, “nada se obtiene de la violencia y nada podrá
nunca obtenerse, la lluvia limpiará y caerá como lágrimas sin ser detenidas y
mostrará lo frágiles que somos”.
La esencia, la naturaleza
humana es pacífica, es leve y frágil, el estado perfecto del hombre y la mujer,
como unidad, es la concordia y la paz común, estable, pura, como la de un
venado.
Agredir esa unidad es
agredirse a sí mismos o mismas. El Estado de desorden, el Estado ilegitimo, el
poder del Estado es el concentrador de lo violento, por que tiene una
extracción de clase opresora, el Estado al ser opresor usa la violencia para la
perpetuación del sistema de esa clase social económica opresora.
La existencia de factores de
competencia despiadada por imponerse, por arrebatar, por despojar, por ganar,
en el entorno de la máxima ganancia capitalista, fabrica la violencia como
producto de lo que rompe la unidad o consenso pacifico. De este modo la
violencia no es la causa, no es lo que hay que combatir, si no las causas de la
misma, que es la injusticia o la desestabilización que genera la extracción de
riqueza entre ellas el tráfico de la droga o las actividades rompedoras de la
estabilidad del pueblo.
La violencia contra los
pobres, la violencia contra la clase obrera, la violencia en razón de género
más acentuada contra la mujer pero también contra el hombre.
La violencia viene de lo
injusto no de la supuesta contraposición de necesidades de la gente del pueblo.
El homicidio y la agresión
armada corresponden a la extracción de grandes cantidades de ganancia por
actividades contrarias a la paz y la justicia para el pueblo. Lo que genera el
alto índice de violencia está en razón de la ganancia por el tráfico de droga.
La violencia nunca surge del
pueblo, la violencia es antítesis del pueblo, de los que somos explotados. La
violencia se impulsa por la desorbitada ambición de hacer grandes cantidades de
ganancias por la droga que son limpiadas por el afán de obtenerlas por la
concentración del capital financiero, o sea los capitales de bancos y
organismos que controlan el dinero y los rendimientos de los depósitos
bancarios.
Las gran cantidad de matazones
desde que México está convulsionado por el comercio ilegal de drogas hacia el
país más rico del mundo, no es producto de la pobreza si no producto del
fomento de los que quieren ese dinero depositado en sus estados financieros.
Más de 150 mil muertos por
ese escenario desde hace 15 años, miles de desaparecidos en su mayoría hombres
pero más dolorosos en el caso de mujeres, que son producto de un control del
poder financiero que disputa el dinero sucio circulante.
En cualquier esquina hay
tiendas en donde se vende cerveza, se fomenta el vicio, y las adicciones. Esto
genera conductas antisociales y agresivas. El Estado no corrige, al contrario
se hace de la vista gorda por corrupto.
Existe un índice de grave
dificultad, la muerte de mujeres, pero esta alta cantidad va en proporción por
la alta cantidad de muertos en total, asesinados.
Si hay preponderancia de la
fuerza de un género sobre el otro, que puede concebirse como un conjunto de
conductas de prejuicios culturales del paternalismo, o lo que se conoce como
machismo, pero también viceversa, no podemos excluir la represión de mucha
altiva mujer manipuladora contra la debilidad emocional de mucho varón. En
muchas ocasiones estos varones agredidos no tienen salida por la tendencia
general a priorizar la queja de la preponderancia de casos contra las mujeres.
Pero es un fenómeno paralelo y con las mismas causas.
Violencia proviene
del latín violentus, que significa el ser fuera de su modo, de su estado o
situación natural, bajo esta definición nunca puede resultar movida por la
voluntad, si no por el efecto de una alteración, externa, sea el mismo Estado
violento que la provoca.
La naturaleza humana es el entendimiento, la razón y el estado
de conservación. La inteligencia humana es el antónimo de violencia, es el
estado sensible de un siervo, de su sangre liviana, del amor a su piel y vida,
del amor a su unidad procreativa, del deseo de vivir en conformidad (Justicia) con
la dicha de mejorar y trabajar para disfrutar, no para sufrir. La violencia es
sufrir, no es consecuencia de la existencia vital.
La violencia no puede ser combatida con más violencia, la
violencia no puede ser sancionada con más violencia, si no con una salida no
violenta, donde se ofrezca una camino de solución de lo que la causa.
Teoría de la violencia, del efecto
Por Alejandro de la Torre D.
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales,
humanamente diferentes y totalmente libres”.
Rosa Luxemburgo.
El gran dilema
del fenómeno de la violencia de género, radica en la causa que la provoca en la
sociedad, sobre la base de la orientación sexual, identidad de género, y sobre
la base de sexo o género.
Este silogismo
tiene dos interpretaciones que confunden. ¿Se produce contra el género o contra
el sexo? No hay teóricos que puedan explicarlo cabalmente.
De la misma
forma ¿puede incluirse como violencia doméstica esta referencia sobre el
género? ¿Agredir al género está dentro o es independiente de lo que entiende la
legislación por violencia “intra” familiar?
Volvamos, ¿es
violencia contra la mujer o contra el género?
Esto merece
una explicación de los especialistas en materia de psicología legal.
La legislación
le ha dado gran importancia a la violencia familiar, puesto que las relaciones
humanas cada vez se tensan más ante la pobreza, el desempleo, el estress de la
pandemia y el derrumbe del marco general de valores humanos.
Los valores
humanos se destruyen por la presión económica, la competencia individual, los
bajos salarios y la disputa de una economía que no alcanza para distribuir el
ingreso equitativamente entre la población. Los valores humanos sufren un grave
golpe ante la dispersión en los últimos 10 años del consumo de la metanfetamina
cristal.
Podemos
deducir que el cuadro general de valores que conservaban la unidad de familias
principalmente humildes y de clase media, se modificó por este incremento de
los demandantes de droga.
No solo los
adictos sufren alteraciones en la conducta individual y en la interacción con
la comunidad, que provocan delitos principalmente el robo y despojo de bienes
muebles para adquirir más droga o pagar las deudas del mercadeo de la droga.
El conjunto
social, directo o indirecto en barrios y colectividades sufren estas
alteraciones conductuales y la desintegración. Viene como efecto el rompimiento
de la estabilidad emocional y la irrupción de hábitos agresivos y de
sublevación de los integrantes de familias y grupos aunque no tengan contacto
con la droga.
Las familias
se desgranan y pierden la confianza entre sus miembros.
Las madres de
familia, maduras y jóvenes, las esposas, las mujeres hijas adolescentes que
inician sus relaciones de género, las niñas; por el hecho de ser relativamente
más frágiles que los varones, capturan en primer lugar esta desestabilización
que provocan los adictos y los alcohólicos.
Puede decirse
que este enfoque está desvirtuado, de que la principal causa, es el aumento del
consumo de cristal, -de la violencia de género y de la violencia familiar- y no
la conducta brusca del género masculino contra el género femenino, pero no.
El incremento
de los asesinatos en total, trae aparejado el incremento igualmente de los
asesinatos de mujeres y el aumento de los casos de violencia familiar contra
las amas de casa, esposas o hijas, o de la mujer en vías del matrimonio o en
etapa de búsqueda de pareja. La deducción lógica nos lo indica.
El feminismo
político, una expresión de protesta y queja contra los cartabones culturales de
la sociedad masculinizada, puede argüir que hay una conducta de uso de la
fuerza masculina y de los prejuicios contra las mujeres y que la culpa son
estos hábitos traumados de “hombres contra mujeres”.
El silogismo
fácil puede inducir a responsabilizar a la conducta “machista” de ser la
principal causa de la violencia en todos los tipos contra la mujer fuera o
dentro de la familia.
Pero el
análisis concluyente debe indicarnos que no tiene fundamento. La violencia en
todos los ámbitos, incluyendo los terribles asesinatos o balaceras con armas de
fuego, de la existencia de sicarios o de disputas por las ganancias del tráfico
de la droga, son la preponderante causa y no el “machismo”.
Los esquemas
de convivencia cultural, de las relaciones sexuales y de amor entre los hombres
y las mujeres o entre las preferencias de diversidad sexual, genética o
emocional, se han modificado tanto como una revolución en las relaciones
humanas desde los años 90s, y más aceleradamente en los últimos años.
Tanto el
fenómeno del vetusto machismo como las exigencias del actual feminismo no han
terminado de aterrizarse, los próximos años serán convulsionantes para
construir un nuevo marco de valores que solo una sociedad socialista podría
viabilizarlo con la justicia para el pueblo, el amor sexual y la fraternidad,
no una sociedad enferma conducida por la explotación de la fuerza de trabajo y
la competencia depredadora, no una sociedad regida por la violencia del tráfico
de drogas como una actividad financiera más de un sistema capitalista
carroñero.
El equilibrio
de la razón y los sentimientos son el único camino para encontrar la paz en el
derecho y el respeto a ser libres y al desarrollo. Busquémoslo.
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