viernes, 2 de febrero de 2018

El temible e interminable PRI

El temible PRI, el interminable PRI,
el control del PRI
Por Alejandro de la Torre D.

 “Una sociedad sólo conserva en la medida en que puede cambiar, pero a la vez, una sociedad sólo cambia en la medida que sólo puede conservar”. 
Jesús Reyes Heroles


Temible e interminable
Así como los agoreros de la perpetuidad del capitalismo que vaticinan que nunca se derrumbará, así podría asemejarse la hipótesis del regreso del PRI al poder en México, que en realidad dicen estudiosos, nunca se fue, y permanecerá eternamente entre nosotros.
Tres etapas pueden describirse en la existencia del PRI desde que fue fundado por Plutarco Elias Calles en 1928 hasta que fue conducido por Peña Nieto en 2018.
La fundadora, que culmina con el sexenio de Lázaro Cárdenas, la moderna hasta el gobierno de López Portillo y la etapa de debacle, los últimos 36 años.
Carlos Salinas de Gortari fue el destinatario de la desintegración del PRI al cometer el peor fraude electoral en su historia como Partido de Estado y los dos trienios panistas que lo dejaron tragándose su resollo y su propia espuma en un rincón del cual salió redivido por los contubernios con el usurpador Felipe Calderón Hinojosa.
En todo ese tiempo moderno y de debacle, el pueblo de México padeció el incremento de la pobreza, la destrucción de su población rural y la entrega de la sangre trabajadora al capital trasnacional a pesar de la concentración de la riqueza en reducidos grupos de la alta burguesía, y con el neoliberalismo la formación de una oligarquía financiera cada vez más descomunal y despiadada para concentrar el capital en milemillonarios a pesar del extremo hacinamiento de 50 millones de seres humanos.
Treinta años de mentiras, extracción de recursos como el petróleo, la venta del país y la enorme corrupción y robo del erario público son el bagaje dejado por la incapacidad de la clase proletaria de México para hacer su propio proyecto de país, que derrote en el ejercicio del poder a su enemigo de clase: una treintena de oligarcas que concentran casi 100 mil millones de dólares en bienes y fortunas, competidores de los grandes señores del dinero en el mundo.
Hasta que llegó Peña Nieto un cachorrito del grupo Atlacomulco que ni siquiera había leído un libro en toda su vida.
La etapa de debacle se ha sostenido en base a cuatro causas: la manipulación mediática, el empobrecimiento mayúsculo, los fraudes electorales venciendo a la mala cinco veces a la alternativa electoral de izquierda y la proliferación de la violencia en un pacto secreto de los capos de la droga con los capitalistas bancarios.  

La oligarquía

Esta última etapa ha sido la más crítica y la del desvanecimiento del pasado postrevolucionario que le ha abierto el paso a una tecnocracia neoliberal y a los cachorritos herederos de los viejos jerarcas priístas y ha sido fatídica en victimas para el pueblo de México por traer los peores salarios del mundo, la peor violencia producto del narcotráfico y la enorme corrupción de los altos funcionarios de gobierno.
El PRI tendrá una estructura de evaluación y seguimiento permanente compuesta de 32 responsables estatales, 300 auxiliares regionales, 2 mil 432 responsables municipales y 25 mil 67 de zona.
También una estructura jurídico-electoral integrada por 32 responsables estatales, 160 auxiliares jurídicos estatales, 2 mil 462 responsables municipales y 12 mil 300 auxiliares jurídicos municipales, así como 21 mil 300 abogados de ruta.
Tomando como base la distritación de 2018, el PRI contará con una estructura territorial y de activismo superior a 6 millones 400 mil militantes y 723 mil simpatizantes que ayudarán a la representación electoral, que da un ejército de 7 millones 154 mil 500 priistas. (Revista Proceso Núm 2017, 23dic17).

De tal forma que la clase política priista actual se mantiene en la perdida de sus viejos ritos y sus viejas liturgias abriéndole paso a políticos ignorantes sin formación llamados tecnócratas pero con posgrados extranjeros y a cachorros como la hija de Beltrones y de muchos casos más, que se han posesionado de diputaciones, senadurías y hasta gubernaturas, con un enorme saqueo y corrupción en el manejo indiscriminado de recursos públicos en las cámaras legislativas.
Como dice Luis Javier Garrido: “La organización, las funciones y la doctrina del PRI han variado, pero en lo esencial ha sido un partido oficial en el seno de un régimen aparentemente pluripartidista, un poderoso medio para vincular a las masas al Estado, un importante aparato ideológico, un medio fundamental para legitimar electoralmente a las autoridades[…] a pesar de sus múltiples diferencias estructurales e ideológicas, no han sido más que un mismo organismo: el Partido del Estado”. (El partido de la revolución institucionalizada. Ed. Siglo XXI.1982.)
Desde la presidencia de la república hasta las presidencias municipales, el PRI ha sabido legitimarse vía elecciones y los hábitos autoritarios se reproducen sin acabar.
Los gobernadores y los presidentes municipales repiten las prácticas corporativas y autoritarias sin limitaciones, reproduciendo el esquema disfuncional y anacrónico para imponerse a la fuerza en lugar de hacerlo con la gobernabilidad democrática.
La sociedad a pesar de sus formalistas y cacareados avances en el tema de democracia, derechos, libertad de expresión o inclusión, no puede decirse que cuente con un gobierno que la represente. La marca del régimen político actual es la simulación porque todo sigue peor a pesar de supuestos cambios.


La influencia del PRI en la sociedad habituada
El hecho de que el PRI se presienta que nunca se vaya a ir tiene mucho que ver con la cultura de la sociedad en México.
No solo tenemos una cultura política priísta sino una arraigada cultura de hábitos autoritarios y “valemadristas” influenciados por el esquema priísta.
Gran parte de la población mexicana que nació en las décadas de los 70, 80 y 90’as cargan una estela muy pesada de  costumbres y formas de comportamiento pautadas por el sistema autoritario, jerárquico, desobediente de la ley y de las reglas, y de componendas evasivas de las normas, igual como la clase política en el poder hace las cosas desde el poder.
En las fábricas, los centros laborales, las escuelas, los sindicatos y en las familias mismas se veneran las estructuras autoritarias, se aceptan las decisiones verticales, incuestionables y se castiga la crítica y la iniciativa.
Tal vez esta sea una de las causas de la falta de prosperidad del pueblo de México y del bajo crecimiento del PIB, y de tener un nivel de bienestar muy bajo que nunca despunta.
Aún peor, el rebelde debe ser marginado e incluso cercenado del conformismo y la disciplina general a la línea de la autoridad, sea patronal, gerencial o del dirigente charro sindical.
La jerarquía y el poder se venera, pero no al espíritu de colectividad. Es un individualismo y un esquema de obediencia al poder, no a los iguales.
De tal forma si 40 millones de habitantes antes de 1970 tenían un nivel escolar de 3° de primaria, ahora con 120 millones con un nivel escolar de 2° de secundaria, tienen estos una cultura de la obediencia al poder todavía más sometida.
Esta cultura de hábitos, ha generado salarios muy bajos y poca demanda de obligaciones sociales de parte del patrón empresarial y del gobierno.
Sin embargo es una paradoja que el esquema de veneración al poder no implica obediencia y respeto a los hábitos colectivos y tampoco a la identificación con los semejantes. El respeto se pierde cuando se abandona el esquema de poder, y también le falta el respeto a la normatividad y al orden dentro de los espacios sociales. ¿Qué significa esto?
Que todo va bien mientras se esté conectado al esquema económico que permita la sobrevivencia, pero fuera de ahí empieza el desorden.
Esto puede explicarse como la razón y la causa de la generación del desorden urbano, del conformismo y del desdén por las reglas comunes; y de la incapacidad de exigencia y demanda para obtener mejoras de bienestar como mejores salarios, mejores servicios públicos, educativos y salud, mejores gobiernos, mejores empleos, y mejores condiciones de igualdad para competir en el mercado y la industria.
Los hábitos en el tiradero de basura y la contaminación del entorno, la violación de normas de convivencia, el rompimiento de las reglas de tránsito y vialidad e incluso de normas morales pueden así encontrar una explicación.
Este esquema cultural de obediencia al poder, es producto del esquema de poder dominado por la cultura política del PRI que invade la esfera de las relaciones sociales.
Es por demás mencionar que cuando a nivel federal el PRI no gobernaba, sino el PAN, no significaba que los hábitos del PRI hubieran desaparecido. Permearon en los dos sexenios panistas reviviendo.
Este riesgo es latente nuevamente si pierde el gobierno federal el PRI en las próximas elecciones. No hay garantía se remonten o se superen los esquemas autoritarios y los hábitos obedientes de veneración a quien ejerce el poder, aunque sepas “ya sabes quién” llegue a desplazarlos.

El PRI en Sonora y en Cajeme
El PRI en Sonora igualmente ha regresado después de seis años de panismo priízado en el gobierno estatal.
El esquema autoritario no se ha abandonado, la obediencia a un gobernador de sexo femenino no cambió el esquema un ápice. Los ritos, los hábitos, la obediencia, siguen inmutables. Los repartos, contubernios, sometimientos, arreglos se han reproducido igual o peor.
Los acuerdos intergrupales y la férula de mando se regresó al pasado a pesar de un gobernador en 2009 que dijo que cambiaría la historia, hoy procesado.
En Sonora fue de 2003 a 2015 cuando el esquema priísta al romperse se vuelve, paradójicamente a conservar, como dice Reyes Heroles.
Los Calles, los Obregón, Encinas, Los Félix y Beltrones fueron desplazados 12 años por Bours y Padrés, y actualmente y evidentemente Beltrones gobierna Sonora bajo el sobrenombre Pavlovich, e incluso instala a su descendiente por encima de cualquier competencia entre priistas, verbigracia Astiazarán.
En Cajeme la cultura priísta es impositiva, invasiva y abrasiva, ante el bajo ingreso poblacional y la pobreza en amplios sectores. Lo que les permite comprar conciencias con dinero y ventajas, con prebendas y promesas, y desde luego comprar los votos el día de las elecciones con una estructura electoral de promotores y lideresas pagadas desde meses antes de la elección, que construyen un entramado sofisticado imbatible y temible, para inducirlo con dinero.
En Cajeme los trabajadores en fábricas y empresas soportan frustrados como “se va la vida por el agujero como la mugre en el lavadero”, viéndose impotentes para remontar la situación de baja expectativa de vida adaptándose al esquema autoritario y de veneración al poder dentro del centro laboral y de aceptar al mal gobierno que no ofrece seguridad, ni buenos servicios públicos, ni atención social.
No hay alternativa que los incite a romper el esquema de control priísta.
El PRI a pesar de ello y paradójicamente se coloca como la interminable y temible organización sugestiva, coactiva y manipuladora que domina el escenario y la reproducción vía electoral del esquema de sometimiento autoritario, desconociendo la amplia mayoría la existencia real de otra alternativa.
La reproducción del esquema de poder de los grupos caciquiles y empresariales que controlan al PRI desde el año 2000 con Ricardo Bours, vuelven a presentarse una y otra vez relevándose en la conducción del gobierno municipal y la ventaja que da maniatarlo. Jesús Félix, Villanueva, Barro, Díaz Brown y Faustino. Incomprensible- mente la pugna es entre ellos manipulando al pueblo, y no es la pugna del pueblo contra ellos a causa de la insolvencia organizativa y alternativa.
Permea la ignorancia, la desinformación, la
enajenación y un esquema de hábitos de poder en el seno del pueblo, que le permiten a esa clase política empresarial cajemense beneficiarse de la gestión pública municipal, perpetuándose. Una vez les toca a unos, y luego les toca a los otros y así repetidamente.
Este esquema autoritario se ha regenerado desde la época de Faustino Félix Serna y Javier Robinson Bours Almada, teniendo leves variaciones.
Pero actualmente la generación se ha renovado. Hoy los personeros que se encargan del control priista y sus brazos pulperos son descendientes o emisarios de los viejos priístas.
La herencia se reafirma y “los que toman las decisiones” son cachorritos de padrastros, padrinos o progenitores.
Sus características personales son evidentes. Su nulo conocimiento del bagaje histórico, su desapartada conducta a los ritos y ceremonias priístas, su fría sociabilidad con la gente y su discurso hueco y fingido que no oculta su intención interesada del beneficio personal y por supuesto siempre tomará decisiones pragmáticas que en algunos casos son altamente perjudiciales y ciertamente han comprado y están dispuestos a volver a comprar el voto. En cuatro palabras “son hijos de papi”.

Esta característica es una ventaja para todos, el PRI tal vez, no sea eterno.

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