El temible PRI, el interminable PRI,
el control
del PRI
Por Alejandro de la Torre D.
“Una sociedad sólo conserva en la medida en
que puede cambiar, pero a la vez, una sociedad sólo cambia en la medida que
sólo puede conservar”.
Jesús Reyes Heroles
Temible e
interminable
Así como los agoreros de la perpetuidad del capitalismo que vaticinan
que nunca se derrumbará, así podría asemejarse la hipótesis del regreso del PRI
al poder en México, que en realidad dicen estudiosos, nunca se fue, y permanecerá
eternamente entre nosotros.
Tres etapas pueden describirse en la existencia del PRI desde que
fue fundado por Plutarco Elias Calles en 1928 hasta que fue conducido por Peña
Nieto en 2018.
La fundadora, que culmina con el sexenio de Lázaro Cárdenas, la
moderna hasta el gobierno de López Portillo y la etapa de debacle, los últimos
36 años.
Carlos Salinas de Gortari fue el destinatario de la desintegración
del PRI al cometer el peor fraude electoral en su historia como Partido de Estado
y los dos trienios panistas que lo dejaron tragándose su resollo y su propia espuma
en un rincón del cual salió redivido por los contubernios con el usurpador
Felipe Calderón Hinojosa.
En todo ese tiempo moderno y de debacle, el pueblo de México padeció
el incremento de la pobreza, la destrucción de su población rural y la entrega
de la sangre trabajadora al capital trasnacional a pesar de la concentración de
la riqueza en reducidos grupos de la alta burguesía, y con el neoliberalismo la
formación de una oligarquía financiera cada vez más descomunal y despiadada
para concentrar el capital en milemillonarios a pesar del extremo hacinamiento
de 50 millones de seres humanos.
Treinta años de mentiras, extracción de recursos como el petróleo,
la venta del país y la enorme corrupción y robo del erario público son el
bagaje dejado por la incapacidad de la clase proletaria de México para hacer su
propio proyecto de país, que derrote en el ejercicio del poder a su enemigo de
clase: una treintena de oligarcas que concentran casi 100 mil millones de
dólares en bienes y fortunas, competidores de los grandes señores del dinero en
el mundo.
Hasta que llegó Peña Nieto un cachorrito del grupo Atlacomulco que
ni siquiera había leído un libro en toda su vida.
La etapa de debacle se ha sostenido en base a cuatro causas: la
manipulación mediática, el empobrecimiento mayúsculo, los fraudes electorales
venciendo a la mala cinco veces a la alternativa electoral de izquierda y la
proliferación de la violencia en un pacto secreto de los capos de la droga con
los capitalistas bancarios.
La oligarquía
Esta última etapa ha sido la más crítica y la del desvanecimiento
del pasado postrevolucionario que le ha abierto el paso a una tecnocracia
neoliberal y a los cachorritos herederos de los viejos jerarcas priístas y ha
sido fatídica en victimas para el pueblo de México por traer los peores
salarios del mundo, la peor violencia producto del narcotráfico y la enorme
corrupción de los altos funcionarios de gobierno.
El
PRI tendrá una estructura de evaluación y seguimiento permanente compuesta de
32 responsables estatales, 300 auxiliares regionales, 2 mil 432 responsables municipales
y 25 mil 67 de zona.
También
una estructura jurídico-electoral integrada por 32 responsables estatales, 160
auxiliares jurídicos estatales, 2 mil 462 responsables municipales y 12 mil 300
auxiliares jurídicos municipales, así como 21 mil 300 abogados de ruta.
Tomando
como base la distritación de 2018, el PRI contará con una estructura
territorial y de activismo superior a 6 millones 400 mil militantes y 723 mil
simpatizantes que ayudarán a la representación electoral, que da un ejército de
7 millones 154 mil 500 priistas. (Revista Proceso Núm 2017, 23dic17).
De tal forma que la clase política priista actual se mantiene en
la perdida de sus viejos ritos y sus viejas liturgias abriéndole paso a
políticos ignorantes sin formación llamados tecnócratas pero con posgrados
extranjeros y a cachorros como la hija de Beltrones y de muchos casos más, que
se han posesionado de diputaciones, senadurías y hasta gubernaturas, con un
enorme saqueo y corrupción en el manejo indiscriminado de recursos públicos en
las cámaras legislativas.
Como
dice Luis Javier Garrido: “La organización, las funciones y la doctrina del PRI
han variado, pero en lo esencial ha sido un partido oficial en el seno de un
régimen aparentemente pluripartidista, un poderoso medio para vincular a las
masas al Estado, un importante aparato ideológico, un medio fundamental para
legitimar electoralmente a las autoridades[…] a pesar de sus múltiples
diferencias estructurales e ideológicas, no han sido más que un mismo
organismo: el Partido del Estado”. (El
partido de la revolución institucionalizada. Ed. Siglo XXI.1982.)
Desde
la presidencia de la república hasta las presidencias municipales, el PRI ha
sabido legitimarse vía elecciones y los hábitos autoritarios se reproducen sin
acabar.
Los
gobernadores y los presidentes municipales repiten las prácticas corporativas y
autoritarias sin limitaciones, reproduciendo el esquema disfuncional y
anacrónico para imponerse a la fuerza en lugar de hacerlo con la gobernabilidad
democrática.
La
sociedad a pesar de sus formalistas y cacareados avances en el tema de democracia,
derechos, libertad de expresión o inclusión, no puede decirse que cuente con un
gobierno que la represente. La marca del régimen político actual es la
simulación porque todo sigue peor a pesar de supuestos cambios.
La influencia del PRI
en la sociedad habituada
El
hecho de que el PRI se presienta que nunca se vaya a ir tiene mucho que ver con
la cultura de la sociedad en México.
No
solo tenemos una cultura política priísta sino una arraigada cultura de hábitos
autoritarios y “valemadristas” influenciados por el esquema priísta.
Gran
parte de la población mexicana que nació en las décadas de los 70, 80 y 90’as
cargan una estela muy pesada de
costumbres y formas de comportamiento pautadas por el sistema
autoritario, jerárquico, desobediente de la ley y de las reglas, y de
componendas evasivas de las normas, igual como la clase política en el poder
hace las cosas desde el poder.
En
las fábricas, los centros laborales, las escuelas, los sindicatos y en las
familias mismas se veneran las estructuras autoritarias, se aceptan las
decisiones verticales, incuestionables y se castiga la crítica y la iniciativa.
Tal
vez esta sea una de las causas de la falta de prosperidad del pueblo de México
y del bajo crecimiento del PIB, y de tener un nivel de bienestar muy bajo que
nunca despunta.
Aún
peor, el rebelde debe ser marginado e incluso cercenado del conformismo y la
disciplina general a la línea de la autoridad, sea patronal, gerencial o del
dirigente charro sindical.
La
jerarquía y el poder se venera, pero no al espíritu de colectividad. Es un
individualismo y un esquema de obediencia al poder, no a los iguales.
De
tal forma si 40 millones de habitantes antes de 1970 tenían un nivel escolar de
3° de primaria, ahora con 120 millones con un nivel escolar de 2° de
secundaria, tienen estos una cultura de la obediencia al poder todavía más
sometida.
Esta
cultura de hábitos, ha generado salarios muy bajos y poca demanda de
obligaciones sociales de parte del patrón empresarial y del gobierno.
Sin
embargo es una paradoja que el esquema de veneración al poder no implica
obediencia y respeto a los hábitos colectivos y tampoco a la identificación con
los semejantes. El respeto se pierde cuando se abandona el esquema de poder, y
también le falta el respeto a la normatividad y al orden dentro de los espacios
sociales. ¿Qué significa esto?
Que
todo va bien mientras se esté conectado al esquema económico que permita la
sobrevivencia, pero fuera de ahí empieza el desorden.
Esto
puede explicarse como la razón y la causa de la generación del desorden urbano,
del conformismo y del desdén por las reglas comunes; y de la incapacidad de
exigencia y demanda para obtener mejoras de bienestar como mejores salarios,
mejores servicios públicos, educativos y salud, mejores gobiernos, mejores
empleos, y mejores condiciones de igualdad para competir en el mercado y la
industria.
Los
hábitos en el tiradero de basura y la contaminación del entorno, la violación
de normas de convivencia, el rompimiento de las reglas de tránsito y vialidad e
incluso de normas morales pueden así encontrar una explicación.
Este
esquema cultural de obediencia al poder, es producto del esquema de poder
dominado por la cultura política del PRI que invade la esfera de las relaciones
sociales.
Es
por demás mencionar que cuando a nivel federal el PRI no gobernaba, sino el
PAN, no significaba que los hábitos del PRI hubieran desaparecido. Permearon en
los dos sexenios panistas reviviendo.
Este
riesgo es latente nuevamente si pierde el gobierno federal el PRI en las próximas
elecciones. No hay garantía se remonten o se superen los esquemas autoritarios
y los hábitos obedientes de veneración a quien ejerce el poder, aunque sepas
“ya sabes quién” llegue a desplazarlos.
El PRI en Sonora y en
Cajeme
El
PRI en Sonora igualmente ha regresado después de seis años de panismo priízado
en el gobierno estatal.
El
esquema autoritario no se ha abandonado, la obediencia a un gobernador de sexo
femenino no cambió el esquema un ápice. Los ritos, los hábitos, la obediencia,
siguen inmutables. Los repartos, contubernios, sometimientos, arreglos se han
reproducido igual o peor.
Los
acuerdos intergrupales y la férula de mando se regresó al pasado a pesar de un
gobernador en 2009 que dijo que cambiaría la historia, hoy procesado.
En
Sonora fue de 2003 a 2015 cuando el esquema priísta al romperse se vuelve,
paradójicamente a conservar, como dice Reyes Heroles.
Los
Calles, los Obregón, Encinas, Los Félix y Beltrones fueron desplazados 12 años
por Bours y Padrés, y actualmente y evidentemente Beltrones gobierna Sonora
bajo el sobrenombre Pavlovich, e incluso instala a su descendiente por encima
de cualquier competencia entre priistas, verbigracia Astiazarán.
En
Cajeme la cultura priísta es impositiva, invasiva y abrasiva, ante el bajo
ingreso poblacional y la pobreza en amplios sectores. Lo que les permite
comprar conciencias con dinero y ventajas, con prebendas y promesas, y desde
luego comprar los votos el día de las elecciones con una estructura electoral
de promotores y lideresas pagadas desde meses antes de la elección, que
construyen un entramado sofisticado imbatible y temible, para inducirlo con
dinero.
En
Cajeme los trabajadores en fábricas y empresas soportan frustrados como “se va
la vida por el agujero como la mugre en el lavadero”, viéndose impotentes para
remontar la situación de baja expectativa de vida adaptándose al esquema
autoritario y de veneración al poder dentro del centro laboral y de aceptar al
mal gobierno que no ofrece seguridad, ni buenos servicios públicos, ni atención
social.
No
hay alternativa que los incite a romper el esquema de control priísta.
El
PRI a pesar de ello y paradójicamente se coloca como la interminable y temible
organización sugestiva, coactiva y manipuladora que domina el escenario y la
reproducción vía electoral del esquema de sometimiento autoritario,
desconociendo la amplia mayoría la existencia real de otra alternativa.
La
reproducción del esquema de poder de los grupos caciquiles y empresariales que
controlan al PRI desde el año 2000 con Ricardo Bours, vuelven a presentarse una
y otra vez relevándose en la conducción del gobierno municipal y la ventaja que
da maniatarlo. Jesús Félix, Villanueva, Barro, Díaz Brown y Faustino. Incomprensible-
mente la pugna es entre ellos manipulando al pueblo, y no es la pugna del
pueblo contra ellos a causa de la insolvencia organizativa y alternativa.
Permea
la ignorancia, la desinformación, la
enajenación
y un esquema de hábitos de poder en el seno del pueblo, que le permiten a esa
clase política empresarial cajemense beneficiarse de la gestión pública
municipal, perpetuándose. Una vez les toca a unos, y luego les toca a los otros
y así repetidamente.
Este
esquema autoritario se ha regenerado desde la época de Faustino Félix Serna y
Javier Robinson Bours Almada, teniendo leves variaciones.
Pero
actualmente la generación se ha renovado. Hoy los personeros que se encargan
del control priista y sus brazos pulperos son descendientes o emisarios de los
viejos priístas.
La
herencia se reafirma y “los que toman las decisiones” son cachorritos de
padrastros, padrinos o progenitores.
Sus
características personales son evidentes. Su nulo conocimiento del bagaje
histórico, su desapartada conducta a los ritos y ceremonias priístas, su fría
sociabilidad con la gente y su discurso hueco y fingido que no oculta su
intención interesada del beneficio personal y por supuesto siempre tomará
decisiones pragmáticas que en algunos casos son altamente perjudiciales y
ciertamente han comprado y están dispuestos a volver a comprar el voto. En cuatro
palabras “son hijos de papi”.
Esta
característica es una ventaja para todos, el PRI tal vez, no sea eterno.
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