CAjeme embasurado
La ciudad está llena de
basura, -garbage, trash, le dicen en inglés-, sus calles, banquetas, baldíos,
edificios sin ocupar. Las casas habitación sacan la basura sin uniformidad a
sus aceras, se les desborda, las desbaratan perros y gatos, apesta a los dos
días, rondan moscas y cucarachas, no tienen depósitos, son vaciados plásticos y
desperdicios orgánicos en bolsas de vinilo del super, mas delgadas que un
condón. Talleres desechan grasas, aceites, escoria. Las construcciones vacían
escombros y suciedad en canales y llanos. Fabricas esconden su contaminación.
La gente tira la basura de sus consumos en la vía pública, que vuela y estanca
donde se lo permite el viento. Cadáveres de perros y gatos son echados donde se
puede. La maleza crece en el verano generando fauna nociva. Todo creado durante
décadas, no en meses, no en años.
Una costumbre arraigada y un gobierno que no
le preocupa el caso. Pero ahí están los cartones y papeles que duran de 6 a 10
años en desintegrarse, los plásticos que se degradan a los 50 años, los aceites
que duran 300 años en desaparecer. Los vegetales podridos, y los huesos, cueros,
cáscaras, y la caca de animales. Todo acumulado y que refleja una sociedad sin ánimo de progreso. Un futuro de decepción y desgobierno.
¿Por qué? El deber responsable no existe. La
costumbre y hábitos desordenados solo reflejan la animadversión ante la
decepción hacia la autoridad. La gente sabe que hay cochinero en el gobierno,
en la policía, que funcionarios y diputados son corruptos, que en las fábricas
se pagan salarios muy bajos. Que las cadenas comerciales venden todo caro
inalcanzable. Que todo es rapiña y el chinguese a quien pueda.
Por ello la proliferación de basura y
contaminación citadina no se combate barriendo, no se termina con un año de
limpia, ni con tres. Por que no es un problema, no es una causa. Persistirá
mientras no haya un sistema ordenado para reciclar y conducirla que condicione
a todos. Y que la mayoría cochinona sea segregada y sancionada. El caso de la
basura pues, y esto que lo escuche Faustino el alcalde, no es un problema, es un efecto, es un síntoma del
problema que es la sociedad sometida al gobierno.
Este síntoma no se resuelve barriendo ni
juntando desperdicios desde el amanecer hasta el ocaso, ni empezando en el
poniente hasta terminar en el horizonte.
Se acabará cuando la comunidad se gobierne a
si misma y no sea gobernada por amos y capataces.
El Cajeme embasurado, sería el mejor lugar
para vivir para un ex alcalde, -tapándose los ojos cuando miles de paredes
estaban rayadas por el grafiti de los cholos, cuando la basura inundaba la via
publica y las colonias rezagadas en el servicio de recolección-.
Se tienen plantas tratadoras de basura, así como plantas tratadoras de aguas residuales que cobran cincuenta centavos por
cada peso pagado de agua del Oomapasc, -insistía con su perorata el edil hace
cinco años-. Pero la gente tiró, tiraba, y tiraría la basura en el mercado, en
las avenidas y en los solares baldíos sin detención.
El alcalde Tino en su turno, quiere barrer,
dejar su aposento en las oficinas limpias de palacio e irse a juntar basura.
Pero primero tendría que limpiar el cochinero que dejó “El Roller” su
antecesor: las deudas, el desorden financiero, la temblorosa administración y
la enorme cantidad de homicidios por violencia.
Después tiraremos la basura, confiando en que
tendremos un gobierno eficiente, justo y honesto.
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