viernes, 9 de octubre de 2020

Yaquis y 12 de octubre

YO SOY EL QUE MANDA ESTAS TIERRAS DE PUSOLANA

Por ALEJANDRO DE LA TORRE 
 
“Que hurga el aire que respira el pueblo, el supremo sacerdote del culto a sí mismo, la potencialidad de su proa cuando navega sobre el río, alimentado de sueños. Y pienso que estoy preso en un mundo de bosques y piedras de formas nunca repetidas. Me he transformado en águila (Yóobwa) convulsionante que se agita en el minúsculo movimiento del bosque. He perdido la noción del tiempo. Soy un águila que se desliza entre los médanos anhelando expulsar su contenido oceánico. La carga inmensa de espuma que al fecundar las arenas las funde y convierte en un espejo gigantesco. Reflejado en él, intento reinventar el sueño de Pusolana, casa de mi padre solar. Mi padre solar que tiñe de sangre el Río Yaki. Yo soy el hijo del Sol. Soy el amo de Pusolana que mira el espejo dónde el deseo lo aprisiona en un horizonte interminable. En la arena y el viento del silencio eterno.” 
Santos García Wíkit.
 
 
Los Yaquis no celebran el 12 de octubre, es más bien una fecha de invasión, despojo, muerte. Es muy elocuente la cita que hace Nicoli en su libro El Estado de Sonora: Yaquis y Mayos: “El número de los yaquis, su valentía y sus ardides, eran muy superiores a todas las demás naciones a que hasta entonces había sido necesario hacer la guerra[...] llenos de cólera en el momento del combate, cuando los yaquis veían caer a sus hermanos en la refriega gritaban: “mata, español, que bastantes quedan para acabar contigo”.
Rebeca Riva Bamea siente el viento, lo observa fluir, se filtra en el álamo el giro de luz del atardecer y pega en su rostro cenizo y sus rizos azotados por los polvos del camino. Sus pies enlazados por correas y vaqueta se deslizan entre el olán de su falda bordada, siente en la garganta el tibio de la vasija de barro, y las tortillas de agua.
Su mirada se pierde entre sonidos que se mezclan con el andar y la esperanza.
No piensa qué le depara el día, solo entiende que pertenece y es. Es.
Son negros, profundos, en un cutis delgado que parece que refleja el rayo de sus ojos, pero lo más impresionante es su permisividad, su quietud, su tolerancia con el tiempo, no pasa, no hay minutos, no hay atrás, no hay enfrente. Hay hoy que es suficiente.
Su abuelo de 90 años sigue cortando leña, levantando carrizo, esperando como nadie espera. Las venas se le saltan como serpientes en sus antebrazos, el café de la piel es languidecida por decenas de arrugas que parecen surcos cada vez más pronunciados y es el color que aparece abajo en la tierra mojada. Bronce de los brillosos, efigie de rostro como esculpida por el tiempo y la rigidez.
Contempla el camino, la vegetación y el pozo. Va por agua, la vierte en la olla, hace café colado sobre la braza de palo que corta del monte. Come tascari, tal vez garbanzo. No se inquieta ante las aves de rapiña que merodean el cerro, ve la vida, la moldea, sabe que su camisa a cuadros se roe por el tiempo, y se encierra en sus anteojos negros. Se enfila al recinto, intercambia con majestros, con tropa, discute la sequía, se informa del ganado, no tiene defectos oseos, y es delgado como la leña recién cortada.
No hay angustia, no hay desespero, no hay conflicto. Hay acuerdo, contemplación, serenidad, disciplina, venero por los semejantes, por el venado del monte, por la res pastoreada, por el pájaro wikit que canta en la flor de capomo.
El tiempo no discurre, hay respiro, hay tejido, hay una red de comunicación sin palabras, como una telepatía heredada, como una percepción milenaria. La sonrisa es poco común, no inexistente pero muy esporádica. Hay una fuerza para entenderse y entender la tierra y la roca, la planta y el cactus, la luna y la noche. No hay presura, menos angustia. El mundo transcurre indetenible, es hermoso como el yaqui que no lo interrumpe el infinito mismo que lo respeta y lo vuelve internándolo.
El 12 de octubre no existe para los Yaquis, es invasivo, es perturbación, es carretera de mezcla negra, es tendido en cables y antenas, es comercio de alcohol, es contaminación, es drogadicción, es despojo, es creencia impuesta, es lengua ajena, es imposición, es monstruo sobre rieles de acero, es gasoducto, es acueducto, es despección en su propia nación.
 

 

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