lunes, 27 de julio de 2020

Al Rio Yaqui lo secaron, no se secó.

Más agua o más soberbia para Sonora
Por Alejandro De la Torre Domínguez / CRóNICA10
Tener al Río Yaqui es un don universal inapreciado por lo agraciado del territorio ocupado por los originarios Yoémes hace cuatro siglos.
No es buena agua, no es agua limpia. Es, la mejor agua del mundo.
Israel, una potencia desaladora, consume per cápita 10 veces menos agua que Sonora, y Egipto el país del ancestral Río Nilo, consume por habitante, diez veces menos agua que Israel.
En esta soberbia región del mundo cuyos explotadores en extensión quieren “más agua”, la tercera parte del agua del Río Yaqui se tira al mar después de regar un cultivo agrícola. No solo eso, se han usado durante 50 años, más de mil millones de metros cúbicos cada año, la tercera parte de la recaudación del represo del Novillo para sembrar y cosechar un trigo que desde los años 90s, no son para producir pan para saciar el hambre del pueblo mexicano, si no, entre otras exportaciones, para fabricar pastas italianas y forraje para puercos.

A un lado de la Presa Oviáchic, hay un represo llamado Chiculi que vertía agua a la rivera final de los pueblos indígenas pero que se ha cerrado desde el año 1989 por decisión del Distrito de Riego con la anuencia de la Comisión Nacional del Agua.
La vegetación de la región, desde Cócorit a Huiribis se ha secado, ya los grandes árboles se retorcieron y languidecieron, álamos, eucaliptos, mezquites, ceibas, y todo el ecosistema vinculado. El señorío de la cultura por la inexistencia de este afluente, se ha golpeado como nunca en la historia, a pesar de los grilleros rojos, cotas o lunas, que hacen alianza con el PRI, y con los caciques responsables de este ecocidio y consecuente genocidio.
Sin embargo, los resecos empresarios del norte y la enorme extensión agrícola que echa el agua para cosechar 650 mil toneladas de trigo para la exportación, mil litros de agua para un kilo de trigo, que siembran unas 100 sociedades privadas del Sur de Sonora, ya que prácticamente no existen los pequeños agricultores y ejidales, exigen “más agua para Sonora” y dicho reclamo se lo endilgan a López Obrador como si éste pudiera por gracia divina hacer llover.
No cabe la menor duda que Claudia Pavlovich y la Comisión Estatl del Agua que está a su cargo, son los que extraen 37 millones de metros cúbicos del Novillo y la conducen por el acueducto independencia de Guillermo Padrés para suministrarle a la potabilizadora Agua de Hermosillo. Sin esta agua el pueblo capitalino estuviera en el sofocamiento total.
Pero el pueblo de Cajeme también sufre los estragos de esta política de sofocamiento de agua, ya que le cortan el agua potable a sus pequeñas casas y lo han hecho desde el heredero de la familia potentada agrícola, Díaz Brown, pasando por Faustino y el actual priista Mariscal Alvarado.
Lo hacen como el principal mecanismo para cobrar cuentas atrasadas de un Organismo de Agua Potable Municipal a punto de la Quiebra. Y luego a pesar de ello, exigen contradictoriamente “más agua”.
Entonces, si los yaquis no tienen agua, si ya no hay campesinos que usen agua agrícola y al pueblo trabajador de la ciudad que gana salarios bajísimos le cortan el agua en sus pequeñas viviendas, ¿entonces para qué quieren “más agua”?.
Evidentemente el agua del Río Yaqui, bajo este modelo de subdesarrollo, que es modelo de explotación para el enriquecimiento de minorías terratenientes, empresariales y clase política en el poder, no ha servido para construir un proyecto económico de prosperidad y desarrollo para el pueblo de Sonora, que mejore su nivel de vida, sus ingresos, que genere progreso para la gente, que haga crecer la planta industrial, productiva y de bienestar.
Al revés, el agua ha servido para incrementar la pobreza, para el despojo indígena, para explotar a la clase trabajadora en las maquiladoras extranjeras, para contaminar con agroquímicos al valle del yaqui y elevar los cánceres.
Y evidentemente el agua ha servido para los grandes invernaderos de hortalizas, de huertas kilométricas de cítricos, de proyectos para unos cuantos mega-agricultores, pero no para mejorar el progreso del país, ni para darle alimentación a los sonorenses.
La política de precios del trigo ha cambiado, todavía el año pasado el 80 por ciento del trigo se pagó a menos de 3 mil 800 pesos la tonelada, trigo para pastas y forraje. Con el actual gobierno esto se revirtió, la tonelada de trigo panificable tiene un precio de garantía de 5 mil 700 pesos.
El PRI no se ha ido del Estado de Sonora a pesar de haberse derrotado en las urnas. La gobernadora Claudia Pavlovich y sus secuaces (entre ellos el alcalde de Cajeme el endeble Sergio Mariscal) siguen maniobrando y tratando de inducir la corriente de fuerzas a su favor. El PAN tiene la expectativa de volver a regresar y tiene emisarios en Morena también, inclinaciones como la alcaldesa de Hermosillo Célida López.
El pueblo de Sonora es sabio, no quiere “Más agua”, -que los explotadores se la pidan al cielo-, quiere más justicia, quiere suelo parejo para encontrar su felicidad con un nuevo modelo de desarrollo y de proyecto económico, que si me lo permiten va incluida el agua, la tierra y el ingreso.
No habrá vuelta al pasado, todo de aquí en adelante será para mejorar las condiciones de vida, no para camuflajarlas con la soberbia de los que piden más agua, en lugar de buscar primero la justicia en el agua.
El régimen político tendrá que cambiar y nunca más regresar a la desigualdad y al desequilibrio económico.

1 comentario:

  1. Sin duda, el agua de riego que proviene de ros o pozos puede aprovecharse mejor para regar cada hectárea con menos agua. El agua es de todos, no podemos negarla al sediento. Si usamos el agua del Río Yaqui implementando tecnologías que permitan su ahorro, alcanzará para todos: beberla,sembrar y usarla industrialmente.

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