Décadas de sindicalismo charro dejan su marca: malos salarios, malas
prestaciones, corrupción
Por Dulce
Olvera
SinEmbargo
Carlos Aceves del Olmo, líder de la Confederación de Trabajadores de
México (CTM), ha sido dos veces Diputado Federal y Senador de la República por
el PRI. Durante su toma de protesta como dirigente del Congreso del Trabajo en
abril, justificó que “si nosotros estamos con un Presidente priista es porque
de los gobiernos de la revolución tenemos seguro social, educación, salud y
todos los beneficios que han logrado los trabajadores. Hoy ya no se puede estar
diciendo que voten por equis. La gente sabe por quién votar. El mejor partido
es el de la Revolución”, aseguró entre aplausos. Sin embargo, especialistas en
derecho laboral aseguraron que algunos líderes sindicales son corruptos y en
vez de mejorar las condiciones de sus agremiados, los usan políticamente. ¿El
resultado? Un retroceso en prestaciones laborales y un salario insuficiente.
(SinEmbargo).– La calidad de algunos de los más de 2 mil sindicatos mexicanos
ha influido en la situación laboral actual: un salario que no cubre la línea de
bienestar, la existencia de la subcontratación y la reducción de prestaciones.
La representación de los trabajadores en ocasiones es una “simulación” porque
los líderes sindicales son corruptos, cercanos al Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y usan políticamente a sus afiliados, afirmaron
especialistas en derecho laboral.
Además del Senador priista y líder
sindical petrolero, Carlos Romero Deschamps, Carlos Aceves del Olmo, líder de
la Confederación de Trabajadores de México, ha sido dos veces Diputado Federal
y Senador de la República por el PRI. José Rubén Escajeda Jiménez, dirigente de
la Confederación Nacional Campesina (CNC), también fue Diputado priista.
Aceves del Olmo, durante su toma de
protesta como dirigente del Congreso del Trabajo el 17 de abril, llamó a seguir
“la línea del líder nacional de México, Enrique Peña Nieto, nuestro Presidente,
con quien estaremos hasta el último minuto de su mandato apoyándolo en todas
sus políticas”.
Después de recibir aplausos de los
asistentes en un evento del gobierno federal, el líder sindical justificó que
“si nosotros estamos con un Presidente priista es porque de los gobiernos de la
revolución tenemos seguro social, educación, salud y todos los beneficios que
han logrado los trabajadores. Hoy ya no se puede estar diciendo que voten por
equis. La gente sabe por quién votar. El mejor partido es el de la Revolución”,
finalizó.
La conformación de los sindicatos es
un derecho avalado en el artículo 123 constitucional y en la Ley Federal del
Trabajo, cuyo objetivo es defender los derechos laborales y mejorar las
condiciones salariales y de prestaciones. Pero, a la par de la cercanía de
ciertos sindicatos con el partido tricolor, el salario promedio de cotización
al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es de 331.4 pesos diarios y el
mínimo es de 80.04 pesos, ingresos no suficientes para adquirir la canasta
alimentaria ni la de servicios básicos, de acuerdo con cifras del Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
“Hay sindicatos
que se preocupan por la capacitación de sus miembros y entienden que son una
organización democrática, y hay algunos otros donde los claustros de poder o
los intereses de las cúpulas no han permitido que exista una plena
representación de sus agremiados. Depende del tipo (empresa, industria o
industria nacional) y del tamaño”, dijo en entrevista el abogado Luis Monsalvo
Álvarez, especialista en derecho laboral.
Amado Álvaro Alquicira López,
Secretario General del Colegio de Profesores de Derecho de la Seguridad Social
de la UNAM, coincidió en que todavía hay “líderes sindicales auténticos” que se
preocupan por los trabajadores, pero también hay los que “se preocupan por
estar bien ellos”.
Resaltó que
“quedan muy pocos sindicatos combativos, capaces de emplazar a huelga para
subir los montos de las prestaciones laborales”.
El apogeo del sindicalismo mexicano,
dijo Alquicia López, fue antes de los años 90, pero “su retroceso” vino con el
neoliberalismo económico. Ahora hay “mucho menos contratación colectiva y una
reducción en las prestaciones laborales”. La Reforma del 2012, además, amplió
el marco de contratación a prueba y por contratación inicial.
Dentro del universo del sindicalismo
en México, un sindicato democrático, definió el también académico Luis Monsalvo
Álvarez, es una organización en la cual la opinión de los afiliados es tan
relevante que existen espacios donde las voces son escuchadas, se puede acceder
a puestos de decisión, se ofrece capacitación y hay dinámicas de integración de
la base sindical con los mandatos.
“Una base sindical bien informada y
preparada es más eficiente e independiente”, aseguró Monsalvo. Destacó ejemplos
como el Senador Isaías González, secretario general de la Confederación
Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), quien hace un trabajo importante
“a pesar de que es priista”, o el Diputado Abel Domínguez de la Confederación
de Trabajadores y Campesinos (CTC), quien está “comprometido con el interés de
sus agremiados”.
En contraste, reconoció, “históricamente en México los sindicatos
también son usados para fines políticos porque representan un grupo importante
de gente y naturalmente tienen la posibilidad de ejercer presión. La gente que
se utiliza para votos, bloqueos o acarreos es una realidad. Son líderes que no
representan la fuente de trabajo, sino su interés personal”.
El abogado Amado Alquicia expuso que
existe el manejo político de los agremiados “porque cuando se hacen reformas en
materia de control sindical no se le da un enfoque de beneficio de trabajadores
sino gubernamental y empresarial”.
“En algún momento se irá Romero
Deschamps del sindicato petrolero… Pero su salida no borrará el sinfín de
abusos financieros, de complicidades políticas, de enriquecimiento familiar… el
daño quedará allí, imperecedero. Como una herida abierta para siempre”,
escribió Martín Moreno, autor del libro Los demonios del sindicalismo
mexicano.
El abogado Luis Monsalvo Álvarez,
profesor de la Universidad Iberoamericana, expuso que dentro de la Reforma
Laboral de 2012 se puntualizaron reglas de transparencia sindical, es
decir, rendición de cuentas a los agremiados, aunque sin sanción.
“Tenemos que cambiar el modelo de
legislación para que haya incentivos de recompensa y sanciones para aquellos
sindicatos que no se muevan en un aspecto democrático, sino de opacidad, poder
y nula rendición de cuentas”, dijo.
Sin embargo, durante la discusión y
aprobación de esa reforma, en aspectos sindicales solo se reformaron ocho
artículos “porque los propios líderes sindicales forman parte de los
legisladores”, aseguró Monsalvo Álvarez, también miembro de la Comisión de
Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Barra Mexicana Colegio de
Abogados.
En referencia al texto de Moreno
sobre los demonios del sindicalismo, el candidato a Doctor en Ciencias
Políticas en la New School for Social Research, Alberto Fernández, expuso en la
revista Letras Libres que “muchos dirigentes sindicales
mexicanos son unos caciques delincuentes cuya impunidad es una bofetada en la
cara de todo el país, pero principalmente de los trabajadores que los padecen
directamente. La corrupción es el cemento del pacto corporativo entre el sector
hegemónico del sindicalismo y el poder político”.
El Servicio de Administración
Tributaria (SAT) solicitó documentos sobre operaciones financieras al líder de
la Confederación de Trabajadores en México (CTM) de Nuevo León, Ismael Flores,
luego de ser denunciado por evasión fiscal y enriquecimiento ilícito, reportó Reforma este
viernes. Durante los 16 años que lleva de líder, Flores ha acumulado por lo
menos 29 propiedades.
El contratismo de protección, además,
es un negocio multimillonario y de extorsión.
“Miles de trabajadores laboran bajo
contratos que desconocen y con la representación de sindicatos fantasma que
solo se aparecen a cobrar la cuota de protección al patrón, obteniendo ingresos
tan jugosos que ni siquiera se molestan en cobrarles las cuotas sindicales a
los trabajadores”, resaltó Alberto Fernández.
Bajo esta representación sindical, 8
millones de trabajadores mexicanos reciben un salario mínimo de 80.04 pesos.
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