CIUDADANOS
CONTRA PARTIDOS POLÍTICOS
Los partidos políticos en México no
representan a los ciudadanos, pues han puesto sus intereses particulares y de
grupo por encima de los intereses nacionales, coinciden analistas. Si bien la
crisis de representatividad de los partidos políticos no es nueva ni exclusiva
de México, los especialistas consideran que en este momento se ha agudizado
ante la continua exhibición de sus pugnas internas y el evidente descuido por
elegir a sus representantes para ocupar cargos de elección popular, lo que ha
propiciado que se den casos de corrupción, desvío de recursos y hasta colusión
con el narcotráfico. Ante el desdén de los partidos políticos hacia los
intereses ciudadanos y en la antesala de las elecciones intermedias de 2015,
Javier Sicilia –líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad– ha
hecho un llamado a no acudir a las urnas, para no convalidar un mecanismo que
carece de representatividad. El riesgo, sin embargo, es que en un sistema donde
hoy por hoy el único instrumento de participación ciudadana es el voto directo
y la baja participación y el voto nulo no tienen peso para invalidar
elecciones, la inasistencia a las urnas sólo podría favorecer el “voto duro” de
los partidos. Ante la falta de legitimidad de los partidos políticos, las
alternativas tendrían que construirse desde la ciudadanía, proponen los
analistas.
Por Mayela Sánchez, Shaila Rosagel y David
Martínez Huerta
“Las
elecciones son pura burla. Ellos no nos representan, representan intereses de
ellos”, espeta tajante María Luisa López, de 58 años y empleada del Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS). Cuenta que nunca ha votado porque no cree en
los partidos políticos. Considera que al formar parte del sistema político
institucional están controlados por el Estado. Recientemente, María Luisa abonó
a sus argumentos “reformas estructurales”, que fueron avaladas por integrantes
de todos los partidos políticos. “Ninguno, ninguno de ningún color representan
los intereses del pueblo. ¿Por qué no nos representan? Porque son los que están
votando todas las reformas estructurales”, dice María Luisa, apostada en la
acera sobre Paseo de la Reforma del Distrito Federal, justo frente a la
institución en la que trabaja. Era 5 de noviembre. Antes, frente a María Luisa
terminaron de pasar los últimos contingentes de la multitudinaria marcha
realizada para exigir justicia para los 43 normalistas de Ayotzinapa,
desaparecidos forzadamente desde el pasado 26 de septiembre por policías
municipales en el municipio de Iguala, Guerrero. Fue la tercera marcha y
la que mayor convocatoria tuvo entre los ciudadanos que, a la indignación, han
sumado su hartazgo por la falta de respuestas de las autoridades. María Luisa
dice que ha acudido a las tres manifestaciones. A su lado, la profesora
universitaria Luz María Montoya, de 59 años, admite, apenada, que ella sí se ha
presentado a las urnas electorales, para enseguida asegurar que ya no lo
hará. “Si voto, voy a anular mi voto. Les voy a poner que todos son
iguales y que el pueblo desde abajo puede luchar y no a a través de los
partidos”, dice. “Que se vayan todos”, propone Luz María, evocando el lema que
se hizo popular durante las movilizaciones sociales en Argentina en diciembre
de 2001, cuando la crisis financiera y política motivó a miles de ciudadanos
–sobre todo de clase media– a salir a protestar a las calles. Tres días
después, la noche del 8 de noviembre, la misma exigencia a la clase política
será invocada de nuevo al término de otra movilización ciudadana y la
frase “QUE SE VAYAN TODOS”, quedará así, en letras mayúsculas, plasmada
en el suelo de principal plaza pública del país. María Luisa y Luz María, sin
embargo, no son únicas en ese desencanto. Una corriente cada vez más sonada
pide no avalar al sistema político haciendo colapsar su estructura fundamental:
los procesos electorales. A su vez, otros alertan sobre un tema conocido: que
no votar permite el triunfo del “voto organizado” o corporativo. La exigencia
ciudadana de que la clase política se vaya quedó plasmada en la Plaza de la
Constitución el pasado 9 de noviembre. Foto: Twitter @grispipe *** “Hace tiempo
que ninguno de los tres grandes partidos, no hablemos de los chiquitos, está
representando los intereses de la ciudadanía, y nos lo dejan ver continuamente
con las discusiones internas y los pleitos entre fracciones”, señala la
académica Ivonne Acuña Murillo, profesora del Departamento de Ciencias Sociales
y Políticas de la Universidad Iberoamericana (UIA). “Lo que hemos
observado desde hace una o dos décadas es que los partidos ya no representan a
la ciudadanía, se representan a sí mismos, a sus intereses de grupo”, plantea
la especialista en democracia, ciudadanía y cultura política. Si bien la
crisis de representatividad de los partidos políticos no es nueva en México, en
este momento hay un elemento que abona a esa problemática, a decir de Acuña
Murillo: el descuido de los partidos políticos para elegir a sus candidatos, lo
que ha propiciado que se den casos de corrupción, desvío de recursos y hasta
colusión con el narcotráfico y la delincuencia organizada. “No importa quién es
ni qué historia tiene, con tal que gane el espacio y lo llene y le reporte
algún beneficio al partido, pero no a la ciudadanía. Eso me parece que está
siendo cada vez más evidente”, considera. El caso del ex Alcalde de Iguala,
José Luis Abarca Velázquez –acusado de privación ilegal de la libertad,
homicidio y delincuencia organizada– es ejemplo de ello, apunta. En su opinión,
ese factor hace que la crisis de representatividad de los partidos políticos
esta vez sea más grave. A ello se suma el peso que tiene el caso de los 43
normalistas desaparecidos, que ha sido “la gota que derramó el vaso” de una
sumatoria de situaciones que persisten de asesinatos, desapariciones, hallazgos
de fosas clandestinas, ataques de policías o militares a civiles, dice. El
maestro Telésforo Nava Vázquez, especialista en el sistema político mexicano,
coincide con que la crisis de los partidos políticos no es una novedad. Antes
bien, considera, es resultado de un proceso de descomposición política
explicada por la corrupción que existe en el sistema y la tolerancia a la
impunidad que se ejerce desde el poder. De otro modo, señala, “no se podría
entender que haya la actuación del crimen organizado o la relación de los
políticos, de todos los partidos, con el crimen y no pase absolutamente nada.
No hemos visto a un político procesado en esa situación”. Tal situación de
descomposición se ha hecho tan evidente para una parte de los ciudadanos que no
se sienten representados por ninguno de los partidos políticos. “Ya se hizo
demasiado evidente, la gente ya no quiere saber nada de los partidos […]. No
representan nada y siguen con sus mismas prácticas. Ven el desastre nacional
que está enfrentando una profunda crisis política y social, y nadie, empezando
por el Presidente Enrique Peña Nieto y su partido [Partido Revolucionario
Institucional (PRI)], pasando por los perredistas, los panistas, los
morenistas, etcétera, no tienen idea de cómo hacer nuevas cosas para
recomponer, porque ellos están metidos a fondo en el desastre”, expresa el
investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Iztapalapa.
En su opinión, los partidos políticos ya no tienen ninguna legitimidad ni
confianza por parte de la ciudadanía, e ilustra la razón de ello con una
metáfora: Si nuestra casa fuera saqueada por unos hampones, ¿aceptaríamos que
los hampones nos ayudaran a arreglar después los problemas de la casa? Manuel
Clouthier Carrillo, promotor del derecho ciudadano a ser votado sin necesidad
de ser postulado por un partido político, es contundente al hablar sobre la
crisis de credibilidad por la que atraviesa la clase política. El hijo del ex
candidato presidencial panista Manuel J. Clouthier, mejor conocido como
“Maquío” y quien fue asesinado en 1989, sostiene que una parte del problema de
la clase política es que ha puesto sus intereses particulares y de grupo por
encima de los intereses nacionales. La otra parte, dice, es la negación de la
realidad en la que vive la clase gobernante, la cual genera indignación en una
sociedad que está harta de la simulación y las mentiras. “No sabemos leer que
la gente está acumulando un resentimiento, una desesperación, un hartazgo y no
lo quieren [ver] los políticos porque a ellos les va a toda madre, están
jugando con lumbre. Este país sería como un pastizal seco en dónde sólo falta
un irresponsable que aviente un cerillo. Y la clase política no quiere ver la
realidad”, advierte. Clouthier Carrillo militó en el Partido Acción Nacional
(PAN) hasta 2009, año en que buscó por primera vez ser candidato independiente
a un puesto de elección popular; en 2012 hizo un intento similar para ser
candidato presidencial independiente. En ambas ocasiones el sistema político
partidocrático le dio un revés. Cuestionado sobre el desencanto ciudadano por
validar con su voto a una clase política cada vez más alejada de sus
necesidades y que vive empeñada en satisfacer sus intereses particulares,
Clouthier reprocha que los políticos están muy alejados del verdadero sentir
del pueblo. “A la clase política le hace falta generosidad, al mismo tiempo que
le faltan fines superiores, es decir, la política se ha convertido en un
pragmatismo impresionante en donde los votos son el objetivo, cuando los votos,
en mi opinión, deberían de ser consecuencia, cuando los votos para un partido
político deberían ser un premio por hacer las cosas bien”, considera. “Pero
cuando los votos son el objetivo, se buscan a cualquier costo, y ahí está el
costo que está pagando la política hoy por hoy, pues vemos que es altísimo”,
señala quien fuera Diputado federal por el PAN, entre 2006 y 2009.
EXHORTO A NO VOTAR
En 2012, cuando se llevaron a cabo elecciones
federales, el líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
(MPJD), Javier Sicilia Zardain, aseguró que anularía su voto en la
casilla. De acuerdo con la agencia de noticias EFE, el escritor dijo entonces:
“Si la ciudadanía tuviera un poquito de dignidad votaría en blanco, que aunque
no está contemplado en ninguna ley, al menos sería un sufragio moral y eso es
algo que no nos pueden quitar”. Después de dos años y en la antesala de las
elecciones federales intermedias de 2015, el poeta ha hecho un llamado a no
votar: “Los partidos políticos no significan nada y nos queda no ir a las
urnas, hay que boicotearlas, empezar a construir un gobierno ciudadano de
salvación nacional”. Sicilia Zardain dice que si la población no acude a las
urnas el próximo año, cuando se renovarán los 500 integrantes de la Cámara de
Diputados, nueve gubernaturas y 17 congresos locales y alcaldías, México sería
pionero, porque “ningún país ha vivido lo que nosotros”. “Es viable, sabemos
que hay una porción que no va a votar; la otra porción son gentes corrompidas”,
asegura. “Además, ya no hay gobernabilidad: 43 muchachos desaparecidos es la
punta del iceberg, nos estamos cuidando los ciudadanos a nosotros mismos,
porque ellos ya no pueden”, dice refiriéndose a la clase política mexicana. La
profesora Acuña Murillo considera que si en este momento se llevaran a cabo
elecciones en el país abría un alto porcentaje de abstencionismo o voto nulo
“porque justamente ahorita la gente tiene los elementos inmediatos para poder
juzgar que los distintos partidos no están dando los resultados esperados”. Sin
embargo, dice, los ciudadanos “tienen memoria corta”, de modo que el escenario
que podría predecirse para este momento no necesariamente será el mismo que
habrá el próximo año. Por ello señala que los llamados a no votar tendrían que
ser reiterativos desde ahora y hasta que se dé el proceso electoral y entre
ciertos sectores, pues no cree que aquéllos que tienen una opinión negativa de
los partidos políticos vayan a cambiar de parecer. “Pero entre los ciudadanos
menos informados o que acostumbran votar siempre por el mismo partido o que les
da igual votar por uno o por otro, pudiera tener un efecto importante, que los
moviera a buscar información”, sugiere. “Los sectores que ya están convencidos
de que los partidos no sirven y que no los representan seguramente no cambiarán
de aquí a ese día, pero sería interesante no solamente llamar a anular el voto,
sino estar organizando debates públicos donde se informe a la gente por qué se
convoca a anular el voto. Mucha gente no lo entiende porque no tiene la
información”, agrega. Ángel Gustavo López Montiel, profesor de Ciencia
Política del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM),
detalla que actualmente los partidos políticos construyen discursos que no
necesariamente culminan en acciones, debido a que sólo buscan atraer el voto
hacia los candidatos y a ellos mismos como fuerza política, “independientemente
lo que les cueste en temas discursivos”. El académico asegura que los
partidos políticos suelen hacer uso de estas promesas confiando en que los
ciudadanos tienen memoria de corto plazo, “entonces como hay una lógica de
esperanza o de voto prospectivo, eso hace que los partidos no cuiden demasiado
su discurso en término de promesas”. Esto revela hasta qué punto es relevante
para los partidos tener niveles de aprobación altos si al final de cuenta
tienen control de los espacios de decisión, y tienen el control de
recursos,dados por la ley, y eso ha implicado que en los últimos años se
construyan un tipo de partidos que en la teoría se llama ‘partidos cártel’, es
decir, están por encima de la ciudadanía y buscan controlar el espacio político
a partir de sus acciones”. EL RIESGO DE NO VOTAR De acuerdo con datos del
Instituto Nacional Electoral (INE), el abstencionismo y anulación del voto ha
crecido en las últimas elecciones. Foto: Cuartoscuro De acuerdo con datos del
Instituto Nacional Electoral (INE), el abstencionismo y anulación del voto ha
crecido en las últimas elecciones. Por ejemplo, en la elección
presidencial de 1994, el porcentaje de participación fue de 77.16 por ciento
del padrón; para la elección de 2006 sólo participó el 58.55 por ciento. En la
elección de 2012, hubo un repunte con el 63.08 por ciento, pero también ese año
se registró la mayor cantidad de votos nulos que ha habido en las últimas
cuatro elecciones presidenciales: un millón 236 mil 857. Tal como Acuña
Murillo advierte, en elecciones intermedias, la incidencia de poca
participación suele ser mayor. Por ejemplo, en la elección intermedia de para
renovar la Cámara de Diputados en 2003 la participación fue de 41.19 por ciento
del padrón y para la elección intermedia de 2009, fue de 44.61 por ciento.
Sin embargo, el sistema electoral no prevé la anulación de elecciones o
mecanismos como la segunda vuelta electoral ante bajos niveles de participación
ciudadana. El sistema político de representación es simple: gana quien obtiene
más votos directos en las urnas. Ante ello, los entrevistados advierten del
problema que implica el rechazo ciudadano a la elección de sus representantes a
través del voto, pues aun si una amplia porción de personas no va a las urnas,
alguno de los políticos contendientes ganará, así sea con un bajo número de
votos y, en consecuencia, con una cuestionable representatividad. “¿Que no
tienen legitimidad? Cuando les ha preocupado”, espeta Nava Vázquez. Clouthier
apunta la mirada hacia otro problema relacionado con el modelo de sistema
representativo, al referir que, al menos en Sinaloa, la gente acude a las urnas
no para elegir al mejor candidatos, sino a “votar por el menos peor”. “No hemos
podido llegar a una dinámica de votar por el mejor y esto porque prácticamente
la partidocracia ha convertido la política en el botín de una burocracia
partidaria en el país”, sostiene. Iván Cervantes Martínez, integrante del
Movimiento #YoSoy132, también es cauto sobre las implicaciones que podrían
tener los llamados a no votar. Un aspecto a tomar en cuenta, señala, es la
diferencia que hay entre las grandes ciudades y los poblados pequeños. En su
opinión, es más difícil desligarse de los partidos políticos en grandes urbes
porque es donde los partidos políticos tienen a sus bases y, por lo tanto,
consiguen afianzarse como representantes de la ciudadanía. “En las ciudades,
por ejemplo en una como el Distrito Federal, aunque hay un porcentaje elevado
de anulación del voto y de abstinencia, los partidos mueven a sus bases y con
eso pueden mantenerse”, considera.
REMAR A CONTRACORRIENTE
Clouthier Carrillo considera que para que la
ciudadanía recobre la credibilidad en las instituciones y en los partidos
políticos se debe hacer una limpieza completa de las fuerzas políticas con el
crimen organizado.
Para Clouthier Carrillo la única forma en que
la ciudadanía recobre la credibilidad en las instituciones y en los partidos
políticos pasa, necesariamente, por la limpieza completa de las fuerzas
políticas de cualquier vínculo con el crimen organizado. Asimismo, remarca que
para recuperar la confianza ciudadana es necesario que los actores políticos
escuchen a la ciudadanía y dejen de darle la espalda en función de sus
intereses particulares. Acuña Murillo considera que acciones como la salida del
titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio Chong, a
dialogar con los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y la
cancelación de la licitación del tren México-Querétaro bien pueden ser ejemplos
de que la protesta de la ciudadanía está teniendo eco en los gobernantes. “El
gobierno y los partidos, al menos preocupados por su imagen, de alguna manera
están recibiendo esa información, esa presión de la sociedad, y lo interesante
sería que la presión continúe, y obligarlos a cambiar sus formas de elegir
candidatos, sus formas de gobernar y sus intereses, que empiecen a voltear a
ver a quien dicen representar”, dice. Estima que ante el hartazgo social podría
haber un repunte de las candidaturas independientes. Sin embargo, recuerda que es
un mecanismo con muchos obstáculos, lo que lo deja en desventaja frente a los
partidos políticos. El otro mecanismo articulado de participación ciudadana
directa son las consultas populares. Mas las recientes resoluciones de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en las consultas sobre la reforma
energética y salario mínimo, que fueron rechazadas al señalar que no se pueden
discutir asuntos relacionados con el presupuesto y los recursos del Estado,
también mostraron que sigue siendo un mecanismo limitado. “Seguimos como
ciudadanía atados. Sí se necesita, pero solamente va a ocurrir cuando la
sociedad presione y presione en serio”, considera.
Los desaparecidos de la normal rural El Quinto
David Cilia Olmos / Rev. Contralínea
En el ciclo 1980-1981, luego de una huelga
estudiantil que fue reprimida, el Consejo de Representantes de los alumnos de
El Quinto fue expulsado en pleno por las autoridades de la Secretaría de
Educación Pública (SEP), pero no bastó con la expulsión: a los principales
activistas se les sometió a una persecución por parte de la policía que los
obligó a refugiarse en diversas partes del país.
La entonces Dirección Federal de Seguridad (DFS), a
cargo de Miguel Nazar Haro fue la encargada de llevar a cabo la persecución de
los jóvenes estudiantes y de someter a la normal rural a una vigilancia que
incluía no sólo el interior del plantel educativo, sino también los caminos de
acceso y las comunidades indígenas aledañas.
Así fue como la SEP y la Secretaría de Gobernación
habían decidido cortar de tajo una larga tradición de lucha estudiantil que
asumía posiciones políticas que iba ganando presencia al interior de la ya de
por sí muy crítica Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México
(FECSM).
Situada en Etchojoa, Sonora, en el corazón del
valle que da vida y sustento al pueblo indígena mayo, El Quinto desde su
comienzo ha tenido una vinculación con las comunidades campesinas e indígenas
que le rodean y se ha involucrado en su problemática. No podría ser de otra
manera, ésa fue la idea con la cual fueron establecidas las normales rurales en
todo el país, con un diseño que planteaba no sólo “llevar” educación a los
campesinos, sino vincularse con ellos para lograr la
transformación social y su propia redención.
Para principios de la década de 1980, la Normal
Rural de El Quinto no se quedaba atrás en el cumplimiento de este propósito. Su
vinculación con el mundo real de los campesinos y los jornaleros la llevaron a
tal nivel de eficiencia que el Valle del Mayo, en Sonora, fue en su momento uno
de los primeros lugares del país en donde los folletos y volantes dedicados a
la gente del campo se hacían en la propia lengua indígena.
Hojas clandestinas que explicaban la situación de
los jornaleros y las propuestas de resistencia y lucha circulaban con profusión
en los campos agrícolas del Sur de Sonora en lenguas mayo y yaqui, gracias,
ante todo, a los estudiantes y profesores egresados de El Quinto, comprometidos
con la lucha por una transformación revolucionaria de la sociedad.
Ahí donde estaba el capataz con su báscula robando
la fuerza de trabajo del jornalero agrícola también estaban los jóvenes
activistas, no viendo desde fuera, sino llevando la carga que los hermanaba con
los trabajadores y planteando la posibilidad de un mundo diferente para los
campesinos, los indígenas, los jornaleros y los obreros agrícolas.
Había sido el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz el que
de manera más perseverante había dado las órdenes de acabar con las normales
rurales. Si para finales de la década de 1970 éstas no habían desaparecido era
debido al tesón, valor e inteligencia con los que los estudiantes normalistas
habían resistido en todo el país las acciones gubernamentales, que iban desde
reducir el presupuesto y mantener dietas de hambre a los estudiantes, hasta la
expulsión y represión física.
David Cilia Olmos
Creada en el marco de la estrecha relación entre la
agricultura y la educación campesina, la Escuela Normal Rural Plutarco Elías
Calles, de El Quinto, Sonora, es sin lugar a dudas la que más gravemente ha
sido lastimada por las acciones de Guerra Sucia del Estado mexicano.
Pero en 1980 esta persistente política aniquiladora
por parte del Estado mexicano llevó a los estudiantes de El Quinto a estallar
una huelga que terminó con la expulsión prácticamente del Consejo de
Representantes, que fue el organismo de los alumnos que había logrado sostener
un duelo exitoso contra las autoridades de la SEP.
De este Consejo Estudiantil de Representantes la
policía local secuestró en Ciudad Obregón, Sonora, el 29 de abril de 1981 a
Mauricio Miranda Gastelum y a Rafael Ochoa Quintana, estudiantes normalistas
quienes fueron sometidos a torturas a fin de que dieran datos que permitieran
ubicar el paradero de Marco Antonio Arana Murillo, uno de los estudiantes más
destacados durante el movimiento de huelga de El Quinto, y de Irineo García
Valenzuela, un profesor egresado de la misma.
Al siguiente día la policía judicial de Sonora
detuvo a Irineo García Valenzuela. Los tres fueron entregados al entonces responsable
de la Dirección Federal de Seguridad en Hermosillo, quien personalmente los
sometió a torturas para dar con el paradero de Arana Murillo, Ariel, quien en
ese momento era representante de la Escuela Normal Rural de El Quinto ante la
Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, entre otros
estudiantes normalistas.
El profesor Irineo García Valenzuela fue trasladado
por órdenes directas de Miguel Nazar Haro a las oficinas de la Dirección
Federal de Seguridad en las calles de Ponciano Arriaga, en la Plaza de la
República (monumento a la Revolución) en la Ciudad de México.
Allí, fue sometido a más tormentos y luego llevado
a la Base Jaguar, situada, en aquel entonces, en la Granja del Ejército
Mexicano, en las inmediaciones del Puente del Vergel y la calzada Tulyehualco,
en Iztapalapa, Distrito Federal.
Según nos relató personalmente en una casa de
seguridad de Guaymas, Sonora, en octubre de 1981, fue en la Base Jaguar donde
Irineo volvió a encontrarse con los estudiantes normalistas Rafael Ochoa
Quintana y Mauricio Miranda Gastelum. Ahí Irineo, en la primera oportunidad que
tuvo de intercambiar algunas palabras, les dijo:
“Si la libran primero que yo, en caso de ver
a un compita que tuviera relación con la organización, que tomaran sus medidas
René y Ariel [Marco Antonio Arana Murillo] por la posible investigación que
podría hacerse en la normal superior.”
Pero ninguno de los tres la libró antes de que
fuera detenido Marco Antonio. Éste fue secuestrado por la DFS el 17 de mayo del
mismo año, cuando salía de una reunión de coordinación de la FECSM, que se
había realizado precisamente en la Escuela Normal Superior de la Ciudad de
México. Poco antes de su detención Marco Antonio pudo comunicarse a Sonora con
su madre, la profesora Consuelo Murillo, para informarle que estaba a punto de
ser capturado por agentes de la policía.
Fue en la Base Jaguar donde el profesor Irineo
García Valenzuela volvería a saber de Marco Antonio Arana Murillo.
“El compita Ariel se quedó en la misma
cárcel, o al menos eso pienso yo, porque cuando salí todavía lo oí toser y
hablarle a un perro, le dijo: ’oficial, llévame al privado’, entonces reconocí
de nuevo la voz de Ariel.
“El compita Ariel estaba en buenas
condiciones, eso noté, ya que no se quejaba de nada al momento que hacíamos los
ejercicios, y en una de esas, cuando nos sacaron, me dijo: ’Soy Ariel, me dicen
el Charro. ¿Tú eres Tomás, Irineo?’. Le respondí que sí. ¿Cómo te encuentras?
Le pregunté. ’Bien’, me respondió. Fue todo lo que pudimos platicar, porque
después nos separaron”.
El 9 de noviembre del mismo año serían detenidos en
Villa de las Flores, Ecatepec, Estado de México, los estudiantes y
representantes de la Normal Rural de El Quinto Jesús Abel Uriarte Borboa y
Eduardo Echeverría Valdés. Días más tarde, el 19 de noviembre, en Hermosillo,
Sonora, fue detenida la profesora Armida Miranda, en el marco de una
persecución en la que también serían detenidos el estudiante de la carrera de
Economía de la Universidad de Sonora, Juan Enrique Barreras Valenzuela, y al
siguiente día, el 20, en la ciudad de Guaymas, Gonzalo Esquer Corral y Juan
Mendivil.
Otros estudiantes o profesores egresados de la
Escuela Normal Rural de El Quinto fueron detenidos y desaparecidos en ese
periodo. En 1983 quedó en libertad una persona (cuyo nombre nos reservamos) que
estuvo en calidad de detenido-desaparecido en la misma cárcel clandestina de la
Ciudad de México en la que estuvieron tanto Irineo García Valenzuela, como
Marco Antonio Arana Murillo y Gonzalo Esquer. Él informó de haberlos visto con
vida, aunque en las condiciones de desaparición forzosa, sobre las cuales no es
necesario abundar.
Sexenio tras sexenio, hasta el actual, salvo Rafael
Ochoa y Mauricio Miranda, los demás jóvenes estudiantes y profesores egresados
de la Normal Rural de El Quinto se encuentran en situación de desaparición
forzada. El Estado mexicano no sólo ha negado durante 23 años su detención,
sino que en la actualidad ni siquiera se permite indagar en las fuentes
documentales dada la mutilación que los archivos de la DFS han sufrido, sobre
todo en la parte que corresponde de 1978 en adelante. No obstante, corresponde
a las autoridades dar cuenta cabal de los hechos, así como castigar con rigor a
Miguel Nazar Haro y los demás funcionarios que pretendieron encontrar en la
desaparición forzada un mecanismo para acabar con la Normal Rural Plutarco
Elías Calles, de El Quinto, Sonora.
*Licenciado en administración y maestro en
desarrollo social; exintegrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre
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