Remedo de reforma electoral
Por Alejandro de la Torre
Ante un sistema electoral burgués lo más lógico es que el pueblo no tenga acceso a los cargos de elección popular y que los candidatos de los partidos burgueses sean extraídos de la alta clase burguesa por derivación.
Ante un sistema electoral burgués lo más lógico es que el pueblo no tenga acceso a los cargos de elección popular y que los candidatos de los partidos burgueses sean extraídos de la alta clase burguesa por derivación.
Tanto PRI como PAN
tienen como figuras que encabezan sus proyectos de poder, a prototipos de la
clase patronal de una burguesía prospera en los negocios, muy por encima a los
ciudadanos promedio en cuanto a dueños de riqueza y el monto de sus ingresos que
no le alcanzarían ni para competir por una regiduría por el partido más pichurriento
Así los primos Gándara,
pertenecen a esa capa social capaz de comprar la elección con dinero, teniendo
como mayor prototipo a seguir y la punta del iceberg, el caso del exgobernador
Bours. Pero también los candidatos Elías hace cinco años, compitieron entre si
y quedóse con ella Padrés que tuvo el apoyo del poder federal panista y del oscuro
apoyo del poder político panista en BC, amén del efecto de la tragedia en la guardería.
Nada más que agregar
de la probable candidata Pavlovich, perteneciente a una familia acomodada hermosillense
o de Astiazarán, ligado a su parentela de empresarios hoteleros y de bienes
raíces, entre otras formas de poseer dinero.
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Ha sido recalcado
en estas líneas que el sistema electoral mexicano en su funcionamiento y
financiamiento está basado en algo muy crudo: La desconfianza.
La causa de este
basamento son todas las décadas que el PRI como partido de estado, mantuvo el
poder en razón del fraude electoral.
Las grandes aportaciones
de dinero público para mantener al enorme aparato electoral desde la creación del
IFE, tuvieron como objetivo menguar esta
desconfianza, legitimar y regenerar al sistema político representativo burgués.
Pero nunca ha operado este sistema electoral en algo
simple, sencillo, natural, en que están fundamentadas las relaciones humanas: La
confianza
No se requerirían millones
de pesos en recursos públicos si el voto, la capacidad elemental de un
individuo para elegir una opción fuera aceptado y respetado aunque fuera
inscrito en el más simple papel, como un acto de confianza humana.
Igual sucede con la
palabra, un político tradicional lo primero a lo que le falta es a su palabra,
siendo la más prostituida, aunque su emisión debiera ser el acto de mayor
dignidad humana.
El voto debe ser
simple, natural, humano, un acto de confianza. Sin embargo el actual sistema
electoral está sustentado en este país en desconfianzas, solo elige figuras, imágenes,
mentiras. No elige ideas, proyectos, alternativas. Elige mercadotecnia
financiada con millones de pesos y así puede tornarse a un ratón en león, o
transformar a una cucaracha en una bella garza.
Porque el sistema
electoral está basado en la desconfianza, el discurso que utilizan sus
apologistas o beneficiados, es que por fin el voto con el INE y su maquinaria será
absolutamente creíble y respetado.
Que con un sistema
digital electrónico, apretando una tecla, será irrebatible.
Pero esto es falso,
ya que cualquier sistema en una computadora puede ser manipulado. Si no lo cree
amable lector, lectora, pregúntele a los hackers o a los Anonymus que se meten
y bloquean a los sistemas del Pentágono o de la CIA.
El voto debe ser un
ejercicio de elaboración física, manual y mental de los ciudadanos, no solo
para votar por changos que casi siempre son corruptos, si no por programas de
gobierno, cambios a las leyes o por decisiones públicas.
Este proceso humano
es la base para reconocer una verdadera democracia, sustentada en la Confianza.
La confianza en la democracia es el buen gobierno, como en la pareja es la base
del amor.
En México la
desconfianza es la base del sistema electoral por la enorme pobreza en que está
sumido el pueblo, sea la ignorancia o la manipulación de su conciencia, hasta
que no sea superada ésta, podrá decirse que México ha entrado a una fase democrática.
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