viernes, 22 de diciembre de 2017

Llegar a la gobernabilidad en Cajeme

La gobernabilidad en Cajeme 
la más ausente
Por Alejandro de la Torre
La gobernabilidad debe ser prioridad ante la pugna interpartidaria, ante los intereses económicos de acaparadores o de verdaderos empresarios, ante los trabajadores y los bajos salarios, ante el desempleo y la poca inversión productiva. La gobernabilidad es lo único que nos queda ante la rebatinga y la despiadada competencia por ganar a pesar de que la mayoría pierda, porque es la única base que nos queda para poder remontar la crisis. Si esta no se conserva o recupera solo puede resultar desorden y choque.

En el concurso actual del proceso electoral que culminará en julio de 2018, el principal objetivo en Cajeme por el bien popular y ciudadano, -independientemente de la pobreza o el escaso crecimiento económico, y pareciera esconderse del razonamiento político-, es el de la Gobernabilidad.
La contienda abre discusiones y críticas, campañas electorales y campañas ensuciadas, intereses encontrados y egoístas y además abre un careo con los sentidos de la gente que tarde o temprano ésta tendrá que enjuiciar a los sujetos más disparejos con la sinceridad o la lealtad, saldando cuentas.
En los partidos políticos, en los sectores sociales y sociedad organizada, en el debate público con los medios tergiversadores y con los medios de un cuarto, en las calles y los cafés, en la escuela y los encuentros familiares no puede expresarse un desánimo por encontrar un faro por el futuro.
Por ello la unidad social es más importante que la disputa por el poder público y la autoridad debe tener como un padre de familia, el cuidado por la gobernabilidad de su comunidad, que no se desborde, que haya acuerdo y entendimiento, que la estabilidad sea lograda parando la delincuencia y violencia, que la confianza sea recuperada para lograr la prosperidad y la participación del pueblo, que los intereses personales y de poder grupal, sea subordinado al bien general.
La gobernabilidad no es el tiradero de cristal en las calles, no son los centenas de jóvenes demacrados que asaltan domicilios, no son los sicarios que matan y destruyen, no son los más de mil asesinatos en Cajeme en los últimos 8 años, no es la policía incompetente y mucha coludida, no son los ministerios públicos ineficientes y los jueces simuladores. No, eso no es la gobernabilidad.
La gobernabilidad no es la incapacidad para eficientar los servicios atendidos por los impuestos, no es la lámpara fundida o sin prender, no es el bache, el semáforo apagado, la maleza y la basura inundante afuera y adentro de la imagen de una ciudad dañada, no es el corte de agua potable a una familia pobre que no tiene para pagar. No, tampoco eso es la gobernabilidad.
La gobernabilidad no es la compra de la palabra o de los radionoticiosos para que no critiquen y evitar la voz inconforme, ocultar la investigación sobre el mal gobierno, pagar miles de pesos en dinero público para barnizar la televisión a la hora de dar noticias gubernamentales, chayotear o apapachar a los hacedores de escritos. No, eso no es la gobernabilidad.
La gobernabilidad no es privatizar, entregar áreas de responsabilidad pública a licitadores privados que tampoco dan eficiencia y disminución de costos, pero que acechan rapiñeramente para quedarse con la bolsa de recursos para obras y servicios. Se quedan con pavimentación, alumbrado, recolección y tratado de la basura, servicios de lectura y corte de agua potable, obras de drenaje, etcétera. No, eso menos es la gobernabilidad.
La gobernabilidad no es hacer elecciones con organismos electorales sin credibilidad para designar gobiernos que son ineficientes, incumplidos y corruptos. Mientras más dicen que hay elecciones confiables, más desconfiables son los gobiernos que llegan por medio de estas.
La gobernabilidad no es la unanimidad, no es el cabildo simulado, no es la inexistencia y bloqueo de la participación de la gente en la toma de decisiones, no es el hegemonismo bipartidario en la cámara legislativa, no es la corrupción, la alineación, el tráfico de influencias, los privilegios, los altos sueldos y prestaciones para los altos funcionarios, la ineficiencia, la discrecionalidad, el presidencialismo autoritario, regalar despensas y cobijas para tomarse la foto. No, eso no es la gobernabilidad.
La mayor muestra de ingobernabilidad es legalizar la intervención del ejército para velar la seguridad pública, esta es la mayor muestra de destruir la gobernabilidad, por que la gobernabilidad es civilidad no militarización que es una intromisión de los que guardan la paz para casos de guerra y no para relevar a la policía en su incapacidad para generar la seguridad de los civiles.
La Gobernabilidad en nuestro entorno municipal enfrenta cuatro adversidades: Incumplimiento de la legalidad, La intranquilidad delincuencial y narco, Abuso y gandayismo y la Precaria economía y su precario empleo, y se contextualiza en su
Escenario político actual en cuatro pistas:En el PRI y el gobierno actual, En tres partidos más el PAN, MC y Morena, En los intereses económicos que se encaraman en los intereses sociales y En la conciencia popular y el ánimo social.

Cuatro adversidades
Incumplimiento de la legalidad
La gobernabilidad es inalcanzable, cuando el gobierno no sepa, no entienda, no pueda o no quiera aplicar las leyes, o por sí mismo evada cumplirlas por conveniencia.
La amplia mayoría integrante de la sociedad, no cumple las disposiciones de la Ley porque desde arriba los gobernantes no se encargan de aplicarlas. La gente sigue el mal ejemplo que es más fácil, que el buen ejemplo que conlleva esfuerzo.
La gente tira basura en la calle y tira basura en los callejones y tira basura en los baldíos y canales, porque desde la primera y segunda vez de cometido el hecho no hay quien lo corrija y esta conducta se repite como conducta individual y como conducta imitativa, de tal forma que podemos llegar a un muladar a pesar de que haya empleados que la recojan y que se acaben los presupuestos para la limpieza. La basura invade vialidades, áreas privadas y públicas ante el vacío de gobernabilidad.
La gente se pasa altos y semáforos en luz roja, la gente corta calle en vez de cumplir con las esquinas y los sentidos viales, se excede la velocidad, anda sin luces, sin medidas de seguridad, no se respetan las normas de tránsito y de policía por que los agentes de calle que deben aplicarlas imitan la ineficiencia y las conductas erróneas y tendenciosas de los jefes y los altos funcionarios que mejoran su ingreso con el soborno y la mochada, generando un vacío mayor de inaplicabilidad legal.
La gente se abroga espacios en comercios y en sus aceras domiciliarias sin tener derecho a ellas, se bloquean banquetas o se construyen edificaciones sin respetar las normatividad de desarrollo urbano, el desorden se permite cuando tenemos funcionarios mordelones e ineficientes, se tira escombro, basura en drenes, en solares abandonados, en casas deshabitadas ya que lo permite una autoridad incompetente que genera conductas repetitivas de aquí al infinito.
La gente no logra imponerse para que le brinden buen transporte urbano ante el mal servicio concesionado, por que la autoridad es inerte y corrupta, las rutas se cortan, se detienen en el turno nocturno, no llegan cerca de las colonias, no se limpian, no se engrasan, no se aceitan, no se supervisan por que la autoridad es deshonesta y estúpida. La gente se conforma con poco, con la incapacidad, con la arbitrariedad y el cinismo de los concesionarios y nunca se eficienta la regulación de la transportación pública.
La gente no denuncia delitos, cuando le roban, cuando la asaltan, cuando la dañan, porque la autoridad del ministerio público es ingrata, desordenada, incompetente, desinteresada en cumplir su deber. Los funcionarios ministeriales se la llevan perdiendo el tiempo, no entienden lo que debe ser la calidad humana por causa del autoritarismo y de la línea vertical de solo atender lo grave por órdenes de los altos gobernantes y de solo cuidar los intereses de los adinerados y los poderosos. El ministerio público es una porquería a la hora de atender a la mayoría de los ciudadanos ofendidos con o sin nuevo sistema penal, y es eficiente solo al obedecer a los de alto poder.

Precaria economía y su precario empleo
La situación económica en Cajeme se encuentra circunfleja de detraída, acaparada tanto por la actividad comercial como la agropecuaria por un número reducido de empresarios locales y también es preponderante el dominio de las trasnacionales en la actividad fabril y la gran actividad comercial incluidas las tiendas de conveniencia oxxos beneficiarios del consumo excesivo de cerveza en la población.
Tenemos una actividad económica que no inyecta recursos a la economía popular para que aumente el circulante que se refleje en diversificar los ingresos de pequeños comerciantes como los tiangueros, los del mercado municipal y los pequeños prestadores de servicios. Al contrario a pesar del reducido nivel adquisitivo de la clase media baja y clase media alta esta capacidad de compra va a parar al gran comercio en su mayor proporción, lo que genera que la mayor parte de la población cajemense no alcance a ver el circulante en sus bolsillos y mejore sustancialmente sus ingresos.
Esto significa que se genera mayor pobreza en la población y un poder adquisitivo limitado que no reproduce a la economía y que al contrario las grandes tiendas y cadenas comerciales si tienen suficientes ventas de sus mercancías y servicios y esos recursos no se reinyectan a la economía de abajo, no se vuelven a ver.
Esto genera desesperación en la población por que los trabajadores ganan poco y no reconstituyen talleres y abarrotes, consultorios y estéticas, tortillerías y plomerías, jardineros, carpinteros, albañiles, mecánicos, carroceros terminan abandonados y al final el desempleo se generaliza, la pobreza inunda y las actividades ilícitas se incrementan.
Esta precaria economía no motiva para remontar la crisis de falta de ingresos de la mayoría ciudadana y genera una conducta rebelde en muchas personas para evadir ya no respetar reglamentos y legalidad e incluso se fomenta la reacción a robar, a despojar, a fraudear para obtener dinero ante la necesidad más urgente.
Es una economía de precario empleo porque dos terceras partes de la población ganan menos de 250 pesos diarios y en las maquiladores los salarios son bajísimos menos de 8 dólares diarios, $160 pesos.
Entonces aunque no se justifica, la urgencia de los desesperados los obliga a caer en las garras de traficar con cristal, mariguana y otras drogas para obtener ingresos personales.
Esta precaria economía podemos determinarla como la causa primaria de la ingobernabilidad social al no aceptar el estado de cosas y burlarse de la legalidad somera, cuanto más la legalidad compleja.
La precaria economía es fuente que reproduce en la sociedad un incumplimiento de la ley, de la norma y de las conductas de respeto y acuerdo comunitarios.

Abuso y gandallismo
Tenemos un gobierno con gobernantes que buscan subordinar a la sociedad a sus pretensiones. La conducción de millones de pesos para licitar obra pública se vuelve un botín para grupos que se enquistan en el gobierno y las constructoras y grandes proveedores en una mina a explotar en recursos públicos, osando ser gandayas al sobornar a los funcionarios que firmaron contratos o licitaciones, permisos o concesiones.
Pero en el conjunto social la conducta común de la empresa privada es el abuso y lo gandula, desde pagar bajísimos salarios sin prestaciones, eludir leyes y ganar la capacidad de compra de la población a costa de codazos, empujones, oportunismo y madruguete. Además de usar el tráfico de influencias en los gobernantes para obtener los mejores espacios, la mayor cantidad de gasto público, los permisos públicos, el mejor lugar para vender, para evadir reglas sanitarias, reglamentos de desarrollo urbano, usando influencia o una guerra despiadada por el mercado.
Este gandayismo por acaparar la economía o el beneficio de tratar y beneficiarse del gobierno o de abusar de los consumidores o empleados se reproduce en el resto de la población, generando ingobernabilidad y choque social.
La autoridad se desvanece, la aplicación de la legalidad desaparece y todo es el sálvese quien pueda.

Intranquilidad, delincuencia y narco
La economía se convulsiona, lo que hay no alcanza para todos menos para los que llegan tarde. Se crea un clima propicio para realizar actividades ilícitas que violan el pacto social sobrentendido, en grupos delincuenciales, como el fomento de la extorsión, el secuestro y los fraudes.
La impunidad reproduce la actividad ilícita desde el comercio de automóviles chuecos, comercio de artículos robados en casas de empeños, tráfico de cobre y metales robados, la extorsión telefónica y la extorsión de policías a conductores punibles y automóviles irregulares, la complicidad de ladrones y encubrimiento del narcotráfico.
El tráfico de drogas se reinyecta al encubrir o quedar en impunidad los delincuentes al no capturar a los narcontrabandistas y esto convulsiona la tranquilidad que espera la población para dedicarse al trabajo, la actividad sana y la convivencia común y feliz. El gobierno o el Estado que no la garantizan no tienen razón de permanecer o justificarse en el mando del aparato público.
La terrible estadística de más de mil homicidios a causa de la delincuencia en Cajeme de 2009 a 2017, muestra que no ha existido la gobernabilidad, que es un fracaso del Estado y que se justifica su revocación. Y los últimos gobiernos son los culpables de esta situación por lo que debe cambiar radicalmente el modelo de gobernabilidad aplicado por los gobiernos del PRI y del PAN.

El Contexto del Escenario político actual.
La insuficiencia de MC y Morena.
El deterioro del PRI y la decepción en el PAN en 2015, trajo consigo la confección de una alternativa electoral de gran sorpresa que fue la representada por el empresario Gustavo Almada quien logró cerca de 28 mil votos, más de la quinta parte de la votación total en Cajeme. Mientras que el PRD se fue de retirada y Morena no logró impactar en su primera presentación como si lo hizo Movimiento Ciudadano que presentó con seriedad su propuesta y sin pasado alguno. Sin embargo esto no se presentará bajo las mismas condiciones en 2018, los actores y la perspectiva han cambiado aunque se mantiene su aceptación por un grueso sector que puede ratificar el mismo voto. Aun y con esa condición la experiencia para gobernar es casi nula amén del papel desempeñado en 2016 por sus regidores actuales que captaron una buena dosis de crítica al votar siempre en el sentido de la mayoría priista en cabildo.
¿Qué significa esto? La deficiencia en aprender echando a perder si ganan la elección municipal, en un lapso de tres años con escasos recursos y tiempo para poder hacer un desempeño exitoso incluso medianamente aceptable. Los problemas en Cajeme son enormes para partir de cero. Esta es irremediablemente su mayor desventaja ante su llamado electoral. La alternancia de partidos en Cajeme solo ha enseñado que no hay mejora sustancial aunque sea ansiosamente esperada por los ciudadanos gobernados. De esta manera si bien la presentación del perfil de Almada es de un gran empresario propietario de la fábrica Carolina Block, no es suficiente ante la adversidad de resolver los problemas de Cajeme y se torna en una desventaja incluso para recaudar el apoyo de los electores de colonias y barrios populares en donde no tuvo el mismo respaldo obtenido de los electores de clase media y alta que obtuvo en la elección de 2015.
Esta desventaja se vuelve ventaja en Morena en el municipio de Cajeme, gran parte de la gente que vive en sectores populares ha decidido sin mayores ambages su preferencia en lo que respecta a la elección presidencial, por el candidato López Obrador cuyo antecedente en las dos elecciones anteriores fueron 48 mil y 60 mil votos cruzados en las boletas y que tiene casi asegurada en la bolsa el rebase de esa cantidad para 2018. Pero no sucede esto cuando hablamos de la elección local y de sus previos candidatos a alcalde y diputados cuyo antecedente es el voto reflejo por el partido que registró a ese candidato presidencial, ya que en la elección local es desproporcional la diferencia, no alcanzando hace 11 años en esa ocasión ni el 12 por ciento de la votación por la alcaldía y hace 5 años ni el 7 por ciento por la misma candidatura ambos casos por el PRD que tenía registrado a López. Se prevé que de cuatro nombres se seleccionará al candidato a alcalde de Cajeme: Omar Serna, Sergio Mariscal, Rosendo Arrayales y Fausto Flores. Ninguno de ellos con experiencia de gobernante a excepción de Mariscal que fue regidor del ayuntamiento en 1991, pero igualmente no son conocidos ni siquiera un poco por la percepción general, esta fuerte carencia no puede ser substituida por ninguna alternativa, a menos que se forjara un fuerte arraigo y confianza popular armando una estrategia revolucionada y potencial para impactarla, algo difícil de alcanzar ya que su principal deficiencia no solo es la falta de entereza de los electores acerca de estos nombres, si no la carencia insustituible de tener la cantidad necesaria de dinero para hacer una campaña electoral influyente y la carencia de arraigo y empuje en la conciencia popular a causa de su endeblez y arribismo.

Las carencias del PRI.
Al irse y regresar el partido en el gobierno sufre la prueba de su ratificación, esta es de vida o muerte. En Sonora tuvo que golpear fuerte al PAN en el gobierno para poderse ganar la posibilidad de regreso. Corrupción, autoritarismo, despojo de agua, y elevación de impuestos que fueron las críticas a Padrés fueron las herramientas de ataque, y no fueron las propuestas y la capacidad. En Cajeme regresa el PRI, en coalición electoral con Partido Verde y Panal, por la agresiva campaña contra el acueducto del Novillo primero con más de 100 mil votos y luego en 2015 con 62 mil. Los últimos dos gobiernos priistas con celofán no se distinguen de los gobiernos priistas de 1970 a 2006: inercias, corporativismos, controlado por los grupos de poder tradicional, familias reducidas que siempre se han rotado en la toma de decisiones, compra de conciencias, beneficiarios de los recursos públicos en obras, proveedurías, concesiones, contratos. Ricos y potentados unos cuantos, pobres y manipulados la mayoría.
Estas familias las conocemos, Bours, Félix, Díaz Brown, Ayala, y en 2018 nuevamente tienen la disputa interna. Sean quienes sean los designados para la alcaldía y las diputaciones, los grupos político-empresariales dominantes en el PRI tratarán de mantener el control del mando municipal y regional y las bases seccionales son un adorno más, como los cuadros fotográficos de Beltrones o de Pavlovich en la pared de la oficina priista.
La contienda interna puede decidirse por el dinero en el caso de una imposición de Ricardo Bours, o de mantenerse con el aparato municipal bajo el mando de Faustino Felix. Las mujeres que suenan, “la Anabel” y “la Kiki” pueden irse por otra prenda pero no por la silla municipal.
La sombría estela que arrastra el diputado federal Abel Murrieta no podría ser aceptada si el señor Bours no lo succiona de la placa tectónica. Murrieta con una gris gestión en San Lázaro tiene mal antecedente con la lista de crímenes políticos sin resolverse (Cornejo, Meza, Montes Parra, Castro Luque y otros), –igualmente la tragedia ABC– en su periodo de 7 años como procurador de justicia, dos de ellos con el gobernador Guillermo Padrés que una vez lo calificó como su mejor funcionario.

Por otro lado Faustino Félix jala una pesada carga al no cumplir con la expectativa de un buen gobierno, en parte por el endeudamiento y el derroche dejado, que no le permitió despuntar, heredado por el ex alcalde, hoy secretario de Sedesson Díaz Brown y por otra parte debido a su soliloquio y su escenario desubicado del no pasa nada. 

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